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Amor a segunda vista

Pocas veces los amores más profundos empezaron en un flechazo instantáneo. Antes de enamorarse, casi siempre es necesario impregnarse de una respiración, unos aromas, un magnetismo que no son evidentes. Para sintonizar en un mismo latido hay que convivir en las duras y en las maduras, acostumbrarse a un clima de mutua aceptación, saber acompasar el paso y alinear finalmente los afectos en una misma dirección. Los autores de canciones que llevan nombres de ciudades, si buscan que permanezcan en el tiempo, saben que sembrando en sus letras sus bondades más ocultas, las más misteriosas, huyendo del relumbrón del one hit wonder, podrían aspirar a componer melodías más entrañables, que establezcan lazos más duraderos y sepan ahondar en la médula esencial alejándose de los tópicos de la superfic...

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