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lunes, noviembre 18, 2024

La economía a de ser ética, por el bien de todos

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Por Juan Luis Rodríguez Luque

JESÚS  Y  LA  RIQUEZA

Una vez que la etiqueta ‘cristianos’ se ha generalizado e institucionalizado, difícilmente podrá cambiarse por otra; pero pocas cosas en la sociedad humana suelen ser inmutables.

Prefiero, sin embargo, la denominación: seguidores del camino de Jesús (Hch. 9,2); porque la diversidad en demasiados aspectos es la tónica dominante entre sus simpatizantes: roles, actuaciones o en cuanto a la posesión de bienes o riqueza personal, que no resulta igualitaria o idéntica entre todos los miembros y grupos eclesiales.

Tengamos en cuenta estas citas:

“Guardaos de toda codicia, aunque uno ande sobrado, la vida no depende de los bienes”.  (Lc.12,13-21)

“Al caer la tarde llegó un hombre rico de Arimatea, de nombre José, que era también discípulo de Jesús; fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo..”. ( Mt.27,57-58)

“Judas Iscariote ..tenía la bolsa (del grupo / comunidad de Jesús)    …supusieron algunos que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres”. (Jn. 12,6; 13,29-30)   

 

Evidentemente, Jesús contrapone Dios y el dinero; e incluso felicita a quienes ‘eligen ser pobres’:  ”Dichosos los que eligen ser pobres”. (Mt.5,39)

“Dejaos de amontonar riquezas en la tierra. La esplendidez da el valor a la persona”. (Mt.6,19.22)

“Nadie puede estar al servicio de dos amos: Dios y el dinero”. (Mt.6,24)

“No sólo de pan vive el hombre…”.  (Mt.4,4; Jn.6,26-27)

“Buscad primero que reine su justicia y todo eso ( comida, vestido, …) se os dará por añadidura”. (Mt.6,31-34)

“…con dificultad entrará un rico en el Reino de Dios”. (Mt.19,16-24)

“El Bueno es uno solo; y si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos: -No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre y ama a tu prójimo como a ti mismo-”. (Mt.19,17-19)

Una realidad y una actitud que  conviene vayamos aclarando para no caer en simplezas ni fanatismos.

*El dinero no hace las cosas (si alguien lo ve que vaya rápidamente al psiquiatra); se fabrica y en estos tiempos, los bancos crean dinero ofreciendo créditos. Hay que preguntarse para qué lo queremos: ‘caprichos’ o ‘atender necesidades existenciales de todos’. Y tal decisión es fundamentalmente cuestión política; es decir, responsabilidad de los gobiernos y de la cultura ciudadana.

Si abrimos bien los ojos, todo cuanto la humanidad ha logrado se debe al trabajo -cooperando, investigando, acumulando saber- a lo largo de la historia.

*La codicia por ganar dinero suele llevar a la explotación, el robo o la corrupción; una práctica que se da en todos los imperios, y en general, cuando se pretende monopolizar una actividad económica, incluso en demasiados emprendedores, al implementar cualquier tipo de medida en su favor sin reparar en moral o derecho alguno.  De ahí que la biblia exprese tal dilema de no se puede servir a Dios y a esa forma de ganar dinero.  Por eso el rico Zaqueo, cuando se da cuenta de su maldad, repara el daño causado -(Lc.19,1-10)-.

Jesús no odia a las personas; lo que hace es exigir en nombre de Dios que nadie oprima o explote a sus semejantes. Es lo que indica esta carta a Timoteo: “A los ricos de este mundo, que hagan el bien y con sentido social, y alcanzarán la vida verdadera”. (1Tim.6,17-19)

Todo el mundo sabe y comprende que el dinero sea un instrumento, hoy por hoy, indispensable; y en buena lid unos logran disponer de más cantidad que otros. Además, los diferentes trabajos y profesiones o tareas suelen ser necesarios para la buena marcha de una sociedad. Con lo cual, las diferencias de estatus, poder adquisitivo y jerarquía no pueden suprimirse a golpe de ordeno y mando. De ahí que el socialismo real haya fracasado ostensiblemente por su intransigencia y férrea disciplina de someterse a los cuadros del partido o más bien al líder absolutista. Y esto ha marcado con miedo y decepción a mucha gente.

El otro referente, el capitalismo liberal del XIX, comenzó su acumulación a golpe de explotación brutal sin respetar edades ni sexo ni medio ambiente. Pero su buena fama le llegó, en Occidente, a partir de los años ’50 del siglo XX, cuando se expandió el Estado del bienestar; mientras el ‘sur’ quedó al margen de ese aparente maná, fomentando allí terribles dictaduras.

Hasta que las incesantes crisis del modelo de producción y acumulación de beneficios nos están haciendo ver con cierto trampantojo que ese bienestar económico sólo alcanza, con notables diferencias, a los dos tercios de la población en los países más desarrollados.

Y como los ultra conservadores de ese sistema económico se niegan a rectificar, pues su único dios es el dinero y el sufrimiento ajeno les resbala, como podemos apreciar en la cantidad de problemas y conflictos que nos ofrecen cada día; lo que se viene haciendo ahora es difundir miedo y puro egoísmo, gracias a los aportes de fortunas inmensas acumuladas, sobre todo con la última crisis; y además andan manipulando astutamente los medios de información para engañar o idiotizar a la población. Si a esto le añadimos el silencio altermundista, la utopía universal ya ni se la nombra.

En época de Jesús, la explotación y opresión eran mucho más extremas. Ante esto, él invitó o sugirió al gentío que le quería escuchar a que compartieran al menos su pan. Por eso quisieron hacerlo rey (Jn.6,4-15); ya que la masa desconocedora de sus derechos y reverenciadora del poder prefiere que alguien la dirija y decida por ella, en lugar de reflexionar y asumir ese hecho como una oportunidad para conocerse e ir profundizando en unas relaciones más humanas y solidarias, entre personas de distinto estatus, profesión y cultura.

Si esto se extendiera, gracias a la difusión de tal vivencia, otros grupos podrían copiar esa actitud y la sociedad iría cambiando a mejor. Desde luego, siempre y ahora, encontramos grupos de vecinos que colaboran entre sí. Sólo falta que ese buen ejemplo se difunda y analice para que cunda por doquier.

Claro que Jesús, con su largueza o profundidad de vida, trabajó por otra opción similar pero a nivel de grupo más reducido (12 por un lado; 72 como suma de otros grupos –Mt.9,35-38; 10,1; Lc.10,1-) donde los miembros puedan conocerse, ayudarse, corregirse y aprender a vivir esos principios –las bienaventuranzas ‘Mt.5,1-16’– (reuniéndose en asamblea a fin de posibilitar la escucha participación de todos sus miembros = eclesia), ganándose cada cual su pan mientras se pueda y haya salud; mostrando tales valores, incluidos el perdón y el amor a los enemigos, tan necesarios para la paz y el desarrollo de toda la humanidad, sin banderas ni fronteras.

Manteniendo estos comportamientos hasta que las organizaciones e instituciones políticas de todo signo descubran y pongan en práctica: –cuáles son los problemas sociales y cómo resolverlos-; en lugar de ‘quítate tú que me ponga yo’.

Ciertamente, Jesús invitó al joven rico a desprenderse de toda su riqueza material, si es que buscaba algo más que el respeto a los demás para lograr una vida sin término. El seguir a Jesús como apóstol o enviado a proclamar los valores del reino o sociedad nueva que Dios pretende para toda la humanidad, dando un ejemplo de vida, denunciando los abusos y la injusticia, lleva implícito el riesgo de ser señalado y puesto en el punto de mira de los poderosos con actitudes perversas, quienes no suelen soportar ni permitir críticas a sus crímenes; esto les lleva a atemorizar y amenazar a quienes se atrevan a enjuiciarlos; luego, les robarán todo cuanto posean y por último los matarán para amedrentar al pueblo. Lógicamente, si el enviado tiene apego a sus posesiones podría flaquear y acabar traicionando el proyecto alternativo, denominado antes ‘el reinado de Dios’, y antiguamente ‘una tierra que mana leche y miel’.  (Mt.19,16-29; Ex.3,7-8)-.

Por eso Jesús es tan tajante; no tiene ni donde reclinar su cabeza (Mt.8,20);  es decir, no cuenta ni siquiera con instituciones que le amparen y defiendan. Es la máxima fragilidad frente al poderoso; y sin embargo, manifiesta que ‘él ha vencido a este mundo u orden injusto’ (Jn.16,33).

La alternativa a estas amenazas radica en que la mayoría de la población se rebele o muestre su oposición a esa dictadura de jefaturas con subordinados cómplices.

Hubo una época, por fin, en que gente maravillosa fundó hospitales y escuelas para pobres con aportaciones de gente más o menos rica con corazón. Hoy sabemos que esa labor la ha de cubrir el Estado mediante los impuestos de toda la ciudadanía. La limosna es un primer paso cuando no existe Estado de derecho y justicia.

Esto no quita que, a nivel de barrio, por urgencia, el vecindario se organice y aporte bienes y/o dinero para casos de vida o muerte. Lo cual no humilla o degrada, porque nadie está exento de sufrir un desastre; en cambio, la limosna como rutina ciega al que la da y priva de raciocinio al que la recibe.

Se supone que los más ricos puedan tener sus propios  hospitales y centros educativos, pero sin ninguna aportación del Estado ya que quieren segregarse de la sociedad; tampoco se les debe consentir que hagan una competencia desleal y contraria a los derechos humanos en ninguna de sus actuaciones.

En cuanto a la existencia de hospitales y centros educativos pertenecientes a grupos u órdenes religiosas e ideologías políticas es un contrasentido a la libertad, igualdad y solidaridad que toda democracia debiera evitar. Desde luego, Jesús sentenció con claridad: “No os procuréis oro, plata ni calderilla”.  “Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”-(Mt.10,9-10; 6,3-4)-.                                                                                                                        Es decir, sus auténticos seguidores no montan poderosas organizaciones, ni jefaturas dominantes ni dependencias clientelares. Quien entra a formar parte lo hace libremente, y si un día no comparte esos valores se marcha sin más. Porque se trata de vivir la vida para ser dichoso; primero  formándose, como Jesús hasta la edad adulta, treinta años; y luego ya, planteándose en qué y cómo ayudar a los demás (porque no vivimos solos); y eso es el trabajo o servicio a la humanidad; poniendo en primer término a los más débiles o excluidos; ya que nuestra conciencia nos pide ser ‘justos’, nada de opresores, explotadores, asesinos o terroristas. Y cada cual desempeñando bien su tarea, porque repercute en el bienestar propio y en el de los demás, incluyendo a todos los pueblos y al planeta.

***//Y ahora, reflexiona sobre el tema y lo dialogas con tu gente//

Juan Luis Rodríguez Luque

Enviado por José Antonio Sierra

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