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viernes, noviembre 22, 2024

De viaje familiar por Álava, un auténtico descubrimiento (III)

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Día 3. El tercer día tocó ya entorno urbano a tope. Nos dirigimos a Vitoria, la capital de la provincia y de la comunidad, que teníamos ganas de conocer. Los mayores de la familia ya habíamos tenido la suerte de visitarla, en época además de las fiestas de la Virgen Blanca (primeros de agosto); pero sin saber lo que eso suponía para la ciudad, encontrándonos entonces una gran algarabía de lo más animada.

Ahora pudimos disfrutarla con hijos y dando paseos de búsqueda de rincones, como nos gusta a nosotros. Pasear por el casco viejo es llenarse de patrimonio, empezando como no, por la misma Plaza de la Virgen Blanca, rodeada de viviendas con miradores y la impresionante iglesia de San Miguel presidiéndola.

Precisamente, degustamos un almuerzo en un restaurante carnívoro y con buen vino también del mismo nombre. Así que nos impregnamos nada más llegar de todo lo que supone la Virgen Blanca en Vitoria.

Antes, indicar que fue fácil aparcar y muy cómoda la aplicación de la zona azul (como decimos en Andalucía) o zona naranja.

Paseamos por la Plaza de los Fueros, donde se puede ver una escultura de Jorge Oteiza, y nos adentramos ya de lleno en el casco antiguo a través de la Plaza del Machete, para llegar a la zona de la Catedral de Santa María, que los locales conocen como Catedral Vieja, y conocer de cerca lo que impactó esta zona y este edificio al escritor Ken Follet, que tiene una estatua en los alrededores.

A pesar de ser calles pequeñas, en algunos tramos, y sinuosas en otros; siempre encuentras una sorpresa en cada esquina que te invita a seguir paseando con o sin plano.

También hay calles a distintos niveles, que te dan una perspectiva muy curiosa de estas zonas históricas y de patrimonio tan rico, con muchas iglesias, conventos y palacios renacentistas por medio, y que están comunicadas con escaleras mecánicas y otras tradicionales muy accesibles.

                       

Sorpresas en cada rincón

Nos encantó también cómo cada pequeña plazuela, en algunas zonas, eran aprovechadas para parques infantiles o zonas verdes. Qué bonitos los murales también en algunos edificios históricos de viviendas que no desentonan a pesar de su antigüedad.

Saliendo del casco antiguo nos encantó el Parque de la Florida junto al Parlamento Vasco, el paseo de la Senda que lleva hasta el Palacio de Ajuria Enea, residencia oficial del lehendakari, y los jardines que rodean la Catedral Nueva o de María Inmaculada. Durante nuestra visita había una impresionante exposición sobre la relación de esta tierra con el ciclismo.

Y como nos pusimos en modo deportivo, acabamos el paseo final en la zona más residencial llegando al estadio de Mendizorroza, para verlo por fuera y darle el capricho a los futboleros de la familia.

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