En los últimos años, la expresión «cafetería de especialidad« se ha vuelto casi tan popular como el propio café. Es algo que podemos ver en Instagram, o en las demás redes sociales, así como en blogs de viajes. Pero, ¿sabemos realmente qué significa? ¿Y cómo podemos reconocer una cafetería de especialidad cuando entramos por la puerta?
No te preocupes, porque no necesitas ser barista ni tener un paladar entrenado como un sumiller. Con unos cuantos detalles y un poco de curiosidad, puedes saber al instante si estás en un lugar que trata el café como lo que es: una gran experiencia, y no solo una bebida para despertar por la mañana y darnos más vitalidad.
¿Qué es una cafetería de especialidad?
Antes de entrar en materia, vamos a hacer una pausa básica para explicar un poco esto. Una cafetería de especialidad es un sitio donde el café no se hace a lo loco. Se trabaja con granos de alta calidad, seleccionados con mimo desde el origen, y se cuida todo el proceso: desde la cosecha hasta que llega a tu taza. Esto incluye el tueste, la molienda, el tipo de agua, la temperatura, el método de extracción y cada paso que se dé. Por ejemplo, puedes encontrar café de especialidad en Málaga de la mano de Bun and Coffee. Solo con acudir a una cafetería como esta, sabrás bien de lo que hablamos, porque es el mejor ejemplo físico que podemos ofrecerte. Es decir, no es solo el qué, sino el cómo y el por qué. Ya que el término “café de especialidad” proviene de una clasificación que se da a los granos que superan una puntuación de 80 sobre 100 según la SCA.
¿Cómo saber si una cafetería es de especialidad?: las señales más claras
La carta habla, ¡y mucho!
Cuando entramos a una cafetería no siempre se nos antoja lo mismo. Por eso, mirar la carta es uno de los pasos más habituales. Si en ella te encuentras con más opciones que las básicas como el café con leche, cortado o solo, entonces estamos en el buen camino. Aparecerán nombres diferentes, originales y no es que te estén hablando en otro idioma (aunque a veces lo parezca), sino que son métodos de preparación alternativos al clásico espresso. En las cafeterías de especialidad, estos métodos se ofrecen porque permiten destacar diferentes matices del café.
Además, suelen indicar el origen del café: Etiopía, Colombia, Brasil o Guatemala, entre otros. Muchas veces te cuentan también el tipo de variedad, el proceso (lavado, natural, honey), e incluso la finca de donde viene el grano.
El personal sabe de café y le gusta hablar de él
¡Puedes preguntar sin miedo! Aunque esto lo puedes hacer en todas las cafeterías a las que vayas, pero es cierto que en las de especialidad, los profesionales baristas estarán esperando que lo hagas. No te van a soltar un discurso técnico (a menos que tú lo pidas), pero sí van a compartir contigo lo que saben, y eso se nota. Porque sí, el barista aquí no es solo quien pulsa botones: es alguien que cuida el proceso, mide, pesa, y ajusta la receta como un chef ajusta la sal a su plato principal.
Te ofrecen café para llevar y también para llevarte a casa la mejor selección
En muchas de estas cafeterías, además de tomarte el café allí o de llevártelo ya hecho porque tienes prisa, puedes comprar bolsas de café molido o en grano para preparar en casa. Pero no vale cualquier bolsa: sino que verás información del origen, notas de cata, fecha de tueste (¡importantísimo!), y consejos de preparación. Eso indica que están trabajando con tostadores de confianza o incluso tostando ellos mismos. Todos estos datos hablan de transparencia y de pasión por el producto, así como por el lugar que los vende.
El precio puede ser más alto pero tiene un buen motivo
Sí, lo vas a notar en el precio. Un café de especialidad puede costar más que el café del bar de toda la vida. Pero hay razones de peso que debes considerar:
- El grano es de mayor calidad.
- Hay más trabajo detrás (y más tiempo de preparación).
- Se paga mejor a los productores (en muchos casos, de forma directa).
- Se prioriza la sostenibilidad y el comercio justo.
Piensa siempre en la calidad que te llevas pero además, en que estás apoyando un modelo más ético y artesanal.
Aquí el café no necesita azúcar (ni espuma de máquina)
En una cafetería de especialidad, el café no se quema, de manera literal. Ni en el tostado ni tampoco al prepararlo. Por eso, muchas personas que suelen tomarlo con azúcar se sorprenden de que esté más dulce pero sin haberle añadido nada. Eso es porque un buen café de especialidad resalta notas afrutadas, florales o achocolatadas, según el origen y el método elegido. Si pides leche, verás que no te ponen un espumón salido de la máquina de vapor, sino una leche bien texturizada, con dibujos y una temperatura perfecta.
La experiencia va más allá del café
Es cierto que el café es el gran protagonista cuando hablamos de saber si una cafetería es de especialidad o no. Pero aún así también se cuidan de otros detalles que van a complementar a la estrella principal: desde la vajilla, los postres caseros, la leche vegetal (de calidad), la música, el espacio para trabajar o relajarte…¡Todo está pensado para que el momento del café sea una experiencia completa, no solo un trámite!
Detectar una cafetería de especialidad no es cuestión de llevar una guía de cata bajo el brazo. Basta con observar, preguntar y, sobre todo, probar. Cuando entras en una de verdad, se nota: en los aromas, en la atención, en los detalles y en el mimo con el que se prepara cada taza.
Porque al final, una cafetería de especialidad no solo sirve café: cuenta una historia. La historia de un grano que ha viajado miles de kilómetros y ha pasado por muchas manos antes de llegar a la tuya.