Las relaciones en nuestra vida son imprescindibles, necesitamos de otras personas para vivir, somos interdependientes, el amor es la base de toda civilización.
las relaciones son una fuente importante de bienestar, pero no de forma espontánea, hay que trabajarlo. En ese sentido, no somos una criatura tierna y necesitada de amor, sino que, en nuestras relaciones se van a poner en juego cierta cuota de agresividad, intolerancia, celos, envidia, deseos intolerables…
En el VII Congreso Internacional Grupo Cero ya el doctor Miguel Oscar Menassa habló de que hoy en día nadie soporta a nadie como un semejante. Cada uno de los seres humanos somos para los otros seres humanos como cuerpos extraños. Al encontrarnos. no podemos otra cosa que producir reacciones sensibles y, siempre, descontroladas, algo así como las viejas reacciones antígeno anticuerpo o semejante. De ahí la importancia de los pactos, mínimos acuerdos que nos ayuden a regular las relaciones con los semejantes y a civilizar el narcisismo, para poder producir algo más allá de nosotros mismos, construir nuestra propia historia también que será diferente para cada uno/a. La más grave patología sería entonces que no aguantamos a nadie.
Lo más difícil es tolerar las diferencias, te pone frente a frente con tu mortalidad, tu sexuación.
Hay un aforismo de Miguel Oscar Menassa que dice: Ni huir, ni arremeter, aprender a conversar tranquilamente eso enseña el amor.
Lo más importante de mí está en el otro, fuera de mí. A veces cuando uno dice que no soporta algo de sí mismo, no es eso, es que uno no soporta al otro, porque ¿quién es uno sin los otros?
Tenemos una crisis de valores: pensamos que vamos a poder solos pero lo que ya se sabe es que vamos a poder acompañados.
Hay una exacerbación del narcisismo, esto quiere decir no estamos totalmente en el mundo, porque para estar en el mundo hay que estar con otros. Somos psíquicos cuando somos sociales.
Una de las dificultades en las relaciones con los demás es tolerar que el otro no es como yo creía, como mis expectativas anhelaban, que no es cuestión de quien lleva la razón, para querer imponer un pensamiento único. No es una competición, de quien es mejor, qué familia se impone a la otra (que al fin y al cabo hablo de mi narcisismo), es cuestión de que haya una capacidad de creación de que podamos generar algo que no existía.
Si uno mismo ni se entiende, ¿cómo quieres pretender que el otro te entienda? Cuando le pides eso, ten por seguro, que le estás pidiendo que sea tu mamá. Ahí, ya no hay cabida para el amor, porque no hay amor sin palabras.
Pactar no es vivir la vida del otro, para no hacerte cargo de tu deseo, ahí caes presa de la angustia, porque no eres tú, estás queriendo ocupar el lugar del deseo del otro y no construyes tu propio lugar.
Soportar, una tarea imposible, porque no somos la pata única de ninguna mesa, las mesas tienen muchas patas, y si queremos que sólo sea una, se tambalea si la carcoma del odio, de la intolerancia, de la envida, el narcisismo, hacen su aparición, Y, créeme, lo hacen, vaya si lo hacen, a veces en forma indirecta, solapada, porque son sentimientos muy negados, reprimidos. No puedes hacerte responsable de lo que sientes, pero sí de lo que haces con lo que sientes. También sabemos que los sentimientos nos engañan, se disfrazan, para que nuestra conciencia no sepa de de ellos, al fin y al cabo estamos atravesados por una moral, a veces demasiado estricta, que nos instiga, nos castiga, nos lleva a producir sufrimiento…pero lo padecemos no sabemos cuál es nuestra realidad psíquica, por eso es principal el psicoanálisis, que da cuenta de esa realidad, la transforma, para poder producir una vida mejor.
Y cuidado con los negacionistas, los que pretenden ser roca que nunca les pasa nada. Sé el canto rodado de los ríos, el de las desembocaduras, que en el trayecto ha limado aristas, aspereas, con el rodar continuo desde el nacimiento. “Yo no, no , no “ y tanto “no” sabemos que es un sí, cuanto más se huye de sí mismo con más fuerza reaparece, deformado.
Huir de sí mismo no sirve para nada, es para encontrarte de frente con un espejo, con una debacle.
Nunca va a ser como tu esperas, menos mal, la realidad es aún más maravillosa, a veces extraña, siempre rompedora, sobre todo de tus prejuicios.
No se trata de buscar culpables, sino soluciones que cambien los rumbos, una nueva brújula, formas de pensar que nos ayuden a redimensionar las cosas. Cuando hay intolerancia, se marcan las distancias, la rebeldía…
La confianza es necesaria para cualquier crecimiento. Cuidado con la paranoia, que habla de nuestro propio deseo. Mejor psicoanalizarse.
Comunicarnos sin dejarnos llevar por lo que pensamos que el otro piensa, termina siendo una relación de imágenes, sin conocer a la otra persona.
No dejar que los sentimientos guíen o controlen las situaciones, sería un caballo desbocado, y al caballo desbocado hay que ponerle un jinete para no hacernos daño y a los demás.
Una cosa es lo que sucede y otra lo que creemos que sucede
Es interesante esa cuestión con la verdad, no es quien tiene la razón, eso que recuerdas se perdió, no es lo que fue, fue lo que fue para mí, qué fue eso para mí
hay una experiencia donde hablas de que las cosas son según como la mires: vaso medio lleno o vaso medio vacío, dependiendo desde donde mires ves una cosa u otra. Por eso es importante el pacto, la ley.
Los actos hablan de nuestro deseo, lo que se produce en la realidad es la brújula de lo que deseamos, lo que nos pasa. La teoría del inconsciente, el psicoanálisis, ha sido reveladora para el ser humano. Los hechos hablan de nuestros deseos, no lo que decimos. Algo reprimido aparece, nuestras contradicciones, nuestra hostilidad…
PARABOLA DE LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE
Un grupo de ciegos escuchó que un extraño animal, llamado elefante, había sido traído al pueblo, pero ninguno de ellos era consciente de su figura y forma. Por curiosidad, dijeron: «Hay que inspeccionarlo y conocerlo al tacto, de lo que somos capaces». Entonces, lo buscaron, y cuando lo encontraron, lo buscaron a tientas. La primera persona, cuya mano se posó en la trompa dijo: «Este ser es como una serpiente gruesa». Para otro cuya mano llegaba a su oreja, dijo que parecía una especie de abanico. En cuanto a otra persona, cuya mano estaba sobre su pata, dijo, el elefante es un pilar como el tronco de un árbol. El ciego que puso su mano en su costado dijo que el elefante «es una pared». Otro que sintió su cola, lo describió como una cuerda. El último sintió su colmillo, indicando que el elefante es lo que es duro, liso y como una lanza.
Las versiones pueden ser muchas, desde que descubren sus desacuerdos y llegan a las manos, estando seguros que el otro no dice la verdad, otra versión dejan de imponer, comienzan a escuchar para ver al elefante completo
Nuestra experiencia subjetiva está bañada por nuestra forma de pensar, y por ende, de percibir la realidad.
Los sentidos nos engañan, no vemos y escuchamos con la conciencia, sino con el inconsciente, lo que no nos interesa lo rechazamos.
Vivimos en el autoengaño, la realidad apenas la vemos, la realidad cada uno la percibe de una manera diferente.
Desencuentro en la comunicación. No siempre vamos a tener desde el primer momento pactos y proyectos comunes hay que establecerlo, siempre va a haber un desencuentro, esto hay que aceptarlo. No siempre vamos a estar de acuerdo. Entonces así voy a poder conversar, ahí vamos a encontrar algún punto de encuentro, que es el que vamos a poder rescatar para establecer pactos, acuerdos, para poder llegar a otro punto donde cada uno tenemos nuestras razones. Lo que yo digo no va a ser la única verdad, no imponer. Estamos condicionados por nuestra educación , ideología, familia , por todo eso… La ideología es inconsciente y va a sobredeterminar todo lo que hacemos.
Vamos a ir transformándonos, estamos vivos, hay diferentes periodos. Las relaciones más duraderas son las que superan los obstáculos, las que replantean, no las que son un arma arrojadiza,
Hablar no es reprochar ni echarse en cara, tampoco imponer, eso no es hablar, hablar no es contar,
El silencio puede ser agresividad, a veces puntuación. Si callamos, callamos, al final estallamos de manera desmedida.
Sabemos que en todas las personas hay tendencias destructivas y tendencias contradictorias. Nuestros estados anímicos son el resultado de un pacto entre nuestro consciente y nuestro inconsciente.
Nuestros afectos, nuestra memoria, los recuerdos, todo nos vienen del inconsciente, y está en continua asociación, transformación. Es lo que digo de lo que pasó, no lo que pasó.
Hay un mecanismo de regulación interno, que modaliza, transforma nuestros sentimientos, nuestros deseos, para volverlos inofensivos. Nos enfadamos fuertemente, pero modulas. En unos casos hablas, otros incluso puedes generar síntomas en tu cuerpo que hablan de esa agresividad, ese rechazo, Freud descubrió que los síntomas hablan . Un mareo común es producto de altercados, por decirlo de alguna manera, psíquicos. Hay trastornos emocionales, hay conflictos en el amor…
Es contradictorio eso de la tranquilidad, la quietud. La tendencia es a no hacer nada, pero es un arma de doble filo, hay que tolerar un grado de malestar para progresar en la vida, hay que soportar la inquietud para progresar y la incertidumbre.
Nuestras formas de relacionarnos tienen connotaciones infantiles: quiero que se parezca a mí, es muy infantil, como querer eliminarlo. Al fin y al cabo está relacionado con el narcisismo.
Muy importante si reconocemos las cosas, podemos intervenir sobre ellas. Todo lo que nos pasa es producto efecto de un trabajo. Cuando hay un problema ha habido un trabajo para producirlo, una construcción que por ahora nos produce efectos negativos, hay que analizar esas tendencias. Celos, envida, culpa, amor excesivo e igualitario, odio reprimido y la no aceptación de las diferencias, o imposición de criterios copiados de ejemplos vividos por los progenitores.
Amar no significa evitar “sentimientos negativos”. El arte de relacionarnos porque es un arte, en el sentido de sublimar lo reprimido, lo sexual infantil, nuestras tendencias, a favor de la creación, del amor, dar lo que no se tiene a quien no es.
Acudir a un psicoanalista te ayuda en la gestión de las relaciones con uno mismo y los demás, en nuestra madurez psíquica, a generar unas relaciones más adultas. Tenemos que tener en cuenta que a amar también se aprende y que estamos sobredeterminados por nuestra realidad psíquica inconsciente. Si no trabajamos esos aspectos podemos estar repitiendo clichés y formas de reaccionar, modos de pensar las relaciones que nos impiden amar verdaderamente y relacionarnos de manera muy sufriente. Ten en cuenta que somos un sujeto dividido, hay múltiples yoes en uno y la conciencia es ciega, no sabe de nada de lo que te pasa. Aprende a amar, aprende a vivir mejor.
Laura López
Psicóloga colegiada – Psicoanalista – Perito Judicial
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