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lunes, marzo 3, 2025

Giro a la derecha en las elecciones en Alemania

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por José Antonio de Yturriaga

El pasado día 23 se celebraron elecciones generales en Alemania tras la pérdida en el Bundestag de la moción de confianza del Gobierno de coalición del Partido Democrático Socialista (SPD) y los Verdes, presidido por Olaf Scholz. Las elecciones de 2021 fueron ganadas por el SPD -25.74%-, seguido por el Partido Demócrata Cristiano (CDU/CSU) -24.07%-, Alianza 90-Verdes -14.75%- y el Partido Liberal (FDP) -11.46%-. Alternativa por Alemania (AfD) obtuvo  el 10.34% de los votos y la Izquierda (die Linke) el 4.89%. Se formó un Gobierno tripartito integrado por el SPD, el FDP y los Verdes, con Scholz como presidente, el liberal Cristian Lindner como vicepresidente y la ecologista Annalena Baerbock como ministra de Asuntos Exteriores. La coalición “semáforo” era demasiado heterogénea -socialistas, ecologistas y liberales- y pronto empezaron a surgir las divergencias, especialmente en el plano económico. En noviembre de 2024 Scholz destituyó a su vicepresidente y los ministros del FDP presentaron su dimisión, por lo que el presidente se vio obligado a presentar una moción de confianza, que fue rechazada por 394 votos a favor, 207 en contra y116 abstenciones. El presidente de la República, Walter Steinmeier disolvió el Parlamento y convocó elecciones para el 23 de febrero de 2025.

 

Campaña electoral

Existe en Alemania un ambiente enrarecido y de desencanto con la situación actual del país. Según Joaquín Manso, Alemania -el motor económico de la UE-llegó a les elecciones en un estado de abatimiento multiorgánico, pues ha encadenado dos años de recesión y 2025 será probablemente el tercero. Asiste a un temible escenario de cientos de miles de despidos ante el derrumbe de su modelo productivo lastrado por el auge del coche eléctrico chino y los altos precios de la energía. “La sociedad percibe una crisis de seguridad, integración multicultural y ansiedad identitaria, que atribuye a la inmigración fuera de control”. Esta atmósfera de ineficacia y desilusión, y de incomprensión hacia las consecuencias de la globalización ha aupado la radicalidad ultranacionalista y elevado a el número de votos de AfD, situándose en segunda posición y desplazando al PSD, que ha obtenido los peores resultados en su historia como consecuencia del fracaso del inane gobierno de Scholz.

Se ha producido la habitual injerencia del Gobierno ruso en las elecciones a través de “Rusia-Today” y los Servicios de Inteligencia que han apoyado a los partidos de extrema derecha y de extrema izquierda, que han monopolizado los votos en la Alemania Oriental, pero ha habido un hecho realmente inédito: la interferencia abierta del hasta ahora aliado y protector, EEUU, al más alto nivel. Donald Trump -que se ha erigido en el líder supremo de la ultraderecha- envió a su vicepresidente, J.D. Vance a Munich para defender a los partidos de extrema derecha, rebajar la importancia del peligro de Rusia como, porque la amenaza que más le preocupaba no era Rusia, ni China, ni ningún otro actor externo. ”Lo qué me preocupa es la amenaza interna, el retroceso de Europa de algunos de sus valores… compartidas con EEUU”, como la violación de la libertad de expresión y la discriminación de los partidos nacionalistas. Se entrevistó con la líder de AfD, Alice Weidel, pero no con Scholz, al que consideraba un ” pato cojo”. El discurso de de Vance atacó un punto muy sensible de la política interior alemana, como es el cordón sanitario establecido por todos los partidos democráticos contra la extrema derecha. Su arenga dio alas a los nacionalistas radicales, reforzados por el apoyo descarado del “primer ministro a la sombra”, Elon Musk, que asistió a algunos de los mítines de la Alternativa -haciendo el saludo fascista e instando a los alemanes a no pedir perdón por su pasado-, puso a su disposición su plataforma X para que fomentara la desinformación y la intoxicación, e incluso es más que probable que haya contribuido a su financiación.

La situación actual de Alemania es fruto de la política a corto plazo de Ángela Merkel, cuya sombra sigue siendo alargada. A juicio de Pablo García-Berdoy -que fue embajador en Berlín- cometió importantes errores como cerrar el de tiempo las centrales nucleares y depender energéticamente de Rusia, y adoptar una política migratoria excesivamente generosa en la crisis de 2015, sin compartir sus intenciones con sus socios de la UE. Al volverse las tornas en el mercado de China -que pasó de importador de productos alemanes a exportador, es especialmente de automóviles- el superávit de la balanza comercial Alemania se fue reduciendo de forma significativa. La industria de la automoción -la joya de la corona-se ha convertido en una fuente de inestabilidad por las restricciones comunitarias a la producción de coches de gasolina y la competencia desleal de los vehículos eléctricos chinos. Solo en Volkswagen se ha acordado con los sindicatos la salida de 35.000 trabajadores de aquí a 2030. Las empresas del automóvil se enfrentan a €15.000 millones en multas por incumplimiento de los objetivos climáticos y la Comisión Europea empieza a darse cuenta de que debería atenuar y flexibilizar su fundamentalista y buenista cruzada ecológica, que pone a las industrias europeas en situación de desventaja con las de terceros países. Y por si faltara poco, Trump, ha anunciado la imposición de aranceles a los vehículos,  al acero, al aluminio y a “otros productos” procedentes de los países miembros de la Unión.

 

Resultado de las elecciones

Las encuestas han acertado en esta ocasión al prever un giro a la derecha con los avances de la CDU y la AfD, y el desplome de los partidos del tripartito, especialmente del SPD y del FDP, mientras que los Verdes han logrado salvar los muebles. Ha ganado las elecciones la CDU/CSU -28,52%, 208 escaños, + 4 puntos-, seguido de AfD -20.80%, 152, + 10.4-. Por debajo han quedado el SPD -16.41%, 120, -9.3-,  losVerdes -11.61%, 85, -3.1- y Die Linke -8.8%, 64, +3.9-. La escisión de la “Izquierda de Sahra Wagenknecht” ha quedado a 3 centésimas de entrar en el Bundestag.  La CDU ha crecido un poco menos de lo previsto, la AfD lo previsto -no parece que le haya ayudado en demasía el respaldo estadounidense-, y la Izquierda algo más de lo esperado. Los nuevos votantes y los jóvenes han optado por los partidos extremistas, de derechas o de izquierdas.

La AfD ha conseguido -como se preveía- doblar el número de sus votos y ser el partido hegemónico en la antigua RDA. Para García-Berdoy, la clave de su éxito ha sido -como en otros países para la extrema derecha- el desencanto generalizado ante el efecto de la globalización y la sensación de que el mundo está repartido de forma injusta. En Alemania ha habido dos cuestiones que han echado leña al fuego: De un lado, una percepción muy negativa de la inmigración y la llegada de multitud de refugiados sirios y afganos, que no se han adaptado pese al generoso sistema de integración que se les ha ofrecido, como han mostrado los cinco episodios de violencia con víctimas mortales protagonizados por refugiados, que han tenido un considerable impacto en la opinión pública y provocado la desconfianza hacia los inmigrados; de otro, la guerra de Ucrania, porque Rusia ha sido siempre un factor desestabilizador en la política alemana. El protagonismo de los dos grandes partidos, que colaboran pese a sus discrepancias y comparten a menudo el Gobierno, provoca un desgaste del poder y hace que los extremos resulten más atractivos y reciban los votos de los descontentos.

Para el filósofo Heinrich Winkler, en Alemania del Este no ha habido controversias liberales sobre el legado autoritario del III Reich,  la decisiva complicidad alemana en el estallido de la I Guerra Mundial, o las causas profundas del fracaso de la primera democracia de la República de Weymar, porque no encajaba con el antisionismo de los países del bloque oriental y porque las vulgares fórmulas marxistas no permitían explicarlo. Las tradiciones del pensamiento nacionalista perviven hoy en la Alemania Oriental y se reflejan especialmente en el alto porcentaje de voto obtenido por la AfD. El miedo a que continúe la inmigración masiva irregular y a que los refugiados sigan abusando del derecho de asilo es una de las principales causas de su éxito. Los extremos se tocan y la Alemania oriental se ha teñido de celeste y morado, salvo el oasis de Berlín, y el problema es que, AfD y Linken reúnen los votos necesarios para lograr un tercio bloqueante en el Bundestag para impedir la adopción de medidas que requieran una mayoría cualificada, como es el caso de la reforma de la Constitución.

 

Perspectivas tras las elecciones

El triunfo de la CDU y la negativa de su presidente, Fridrich Merz, a levantar el cordón sanitario frente a la AfD -así como el SPD se ha negado a romperlo con respecto a Die Linken- abren una vez más el camino a otra “Grosse Koalitione”  rojinegra. El hecho de que la CDU/CSU y el SPD hayan logrado la mayoría, aunque sea por estrecho margen, facilitará la formación de un Gobierno bipartito, sin necesidad de recurrir a los Verdes, lo que habría aumentado la posibilidad de confrontación entre los partidos integrantes de la coalición, cómo ha ocurrido con el Gobierno “semáforo”. Como ha reconocido Steinmeier, en un 80% de los casos en que ningún partido logra mayoría absoluta, la fórmula preferida ha sido la de una gran coalición.

Merz es consciente de ello y de que es urgente formar un Gobierno cuanto antes, tanto para Alemania como para una UE huérfana de liderazgos, y ha declarado que hará todo lo posible para constituirlo antes de Semana Santa, por lo que cuenta con una travesíadel desierto de 40 días. El PSD -aún “groggy” por el izquierdazo recibido de electorado- tendrá que resarcirse del golpe y renovar su liderazgo, una vez que Scholz ha asumido su responsabilidad en la derrota y dado un paso al lado. Sería de desear que resultara elegido presidente del partido el exministro de Defensa, Boris Pistorius, un moderado que es el más popular de los socialdemócratas. El problema radica en que el partido tendrá que consultar a sus bases sobre su incorporación a un Gobierno de coalición, lo que llevará  cierto tiempo y éste apremia.

Roberto Inclán ha señalado en “Papeles de FAES” que el tiempo dirá si la apuesta por una gran coalición -caso de producirse- habrá resultado acertada o no,  y si Merz era la persona adecuada para afrontar los graves desafíos que afectan a Alemania y a Europa. En un momento en que muchos países se han entregado a recetas y cantos de sirena ultras,  Alemania habrá ganado algo de tiempo y apostado por la moderación de lo viejo conocido -en vez de lo nuevo por conocer-, por la sensatez y por mantener la democracia liberal.

Merz es un político experimentado y con personalidad, y -aunque no sea popular pues se le acusa de arrogancia- tiene prestigio. Se enfrentó a Merkel, que se lo quitó de en medio, lo que le puede beneficiar porque la excanciller no es ahora muy popular.

Estuvo algún tiempo en la empresa privada al margen de la política. Ahora -a juicio de José Ignacio Torreblanca- tendrá que liderar un programa de reformas que sacuda a una economía anquilosada, una política fragmentada y una sociedad en estado de abatimiento y sin fe en el futuro, lo que no será tarea fácil.

Los tres problemas más graves a los que se enfrentará el nuevo Gobierno serán la defensa y la seguridad de Alemania y de Europa, la reforma de la economía y de la industria, y el control de la inmigración ilegal y la integración de los refugiados. Para todo ello se necesita mucho dinero y no lo hay, ni se logrará, si no se consigue modificar al alza el límite constitucional de endeudamiento del Estado fijado en el 60%.

La Ley Fundamental limita la ratio déficit/PIB del Gobierno federal en un 0.35% anual y Merz ya ha anunciado que podría revisarse. El Gobierno anterior estaba dispuesto hacerlo, pero la CDU se opuso. Ahora las circunstancias son más graves y Merz podríaproponer, no suprimir el límite, sino rebajarlo. Para ello habría que modificar la Constitución y el par/dispar AfD/Linke podría bloquearlo. De ahí que se esté contemplando la posibilidad que esa modificación la realice “in articulo mortis” el actual  Bundestag, que cuenta con la mayoría suficiente, aunque esta chapuza no parece que plazca a Merz. En el peor de los casos, se podría hacer la modificación con carácter temporal por un periodo de un año.

En el peliagudo tema de la inmigración, Merz dio un paso en falso al aceptar el apoyo de la AfD en su propuesta de cerrar las fronteras a la inmigración, pero el cordón sanitario funcionó y todos los demás partidos se opusieron y lograron derrotar la propuesta. El tema es sumamente delicado y muy sensible, porque preocupa profundamente a la mayor parte de la población. Incluso la Izquierda ha criticado los excesos de la inmigración, en contra de sus principios de libertad de movimiento. Merz deberá buscar un delicado equilibrio entre la necesidad de controlar la inmigración ilegal y el respeto a las normas del Convenio Schengen de libertad de movimiento dentro de ese espacio. A estos efectos, debería colaborar con los Estados partes en dicho Convenio. Quizás convenga llevar a cabo sin demora las expulsiones de los inmigrantes ilegales a los que se haya negado el asilo y limitar los subsidios excesivamente generosos a los refugiados para evitar abusos.

Otra de las cuestiones más graves es el fortalecimiento la defensa de Alemania -así como la de la UE-, tras la traición de Donald Trump  a la OTAN y su decisión de dejar de asumir la defensa de Europa.  Según Merz, hay que establecer una capacidad militar alemana y europea independiente de EEUU lo más rápidamente posible. Es curioso que Trump -en su conducta atrabiliaria- haya felicitado a Merz diciéndole que su victoria era “un gran día para Alemania y para EEUU”. No será por lo que él y su equipo de Vances y Musks han hecho para desprestigiar a los partidos centristas alemanes y alentar la victoria de la ultraderecha de la AfD. Ya nadie duda dentro de la OTAN  y de la UE de que hay que subir de forma considerable los gastos de defensa de los países miembros -el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, lo ha fijado en un 3%-, pero la cuestión es el “cómo”  y el ”cuándo”. Alemania pretende crear un Fondo para la Defensa que ayude a su financiación, pero para eso ha de modificar el límite del endeudamiento permitido.

Un problema grave que el Gobierno alemán tendrá que afrontar tras la posible retirada de armamento nuclear estadounidense de su territorio, es el de si aceptaría su sustitución por armamento nuclear de Francia o de Gran Bretaña -en el caso, por supuesto, de que estos países estuvieran dispuestos a facilitarlo-. Otros temas dentro de este ámbito son la posibilidad de restablecer el servicio militar obligatorio -como ya han hecho algunos socios-, de potenciar la industria armamentística alemana y de aumentar la cantidad y la calidad del armamento convencional suministrado Ucrania, en especial el envío de misiles Taurus, vetado por el Gobierno de Scholz.

En el ámbito económico, Alemania necesita renovar y actualizar la estructura económica del país y de su decadente industria -en particular la automovilística- y diversificar el suministro energético, restableciendo la producción nuclear. La CDU es favorable a la reducción de impuestos a las empresas, pero en momentos en que se requieren grandes inversiones para mejorar las industrias y las infraestructuras, parece poco viable dicha reducción. La renovación de infraestructuras como la de los transportes es fundamental, pues la falta de inversiones para el mantenimiento de carreteras, vías férreas, puertos y aeropuertos ha hecho que estos servicios -antaño orgullo de los alemanes- se encuentren profundamente deteriorados. En este ámbito es precisamente donde hay más diferencias entre cristianodemócratas y socialdemócratas y unos y otros deberán ceder en sus posicionamientos tradicionales para lograr un consenso ante la grave situación económica por la que atraviesa el país, que lleva dos años seguidos en situación de recesión.

 

Obscenidades de Trump

En este momento, interrumpí la relación de mi artículo para ir a ver el telediario de Antena 3 y aún estoy atónito de lo que escuchado decir al presidente de EEUU -supuesto líder político y moral de Occidente- y a su vicepresidente Vance, en el despacho oval de la Casa Blanca, en directo ante las televisiones de todo el mundo, contra el presidente de un Estado -hasta hace unos días su aliado al que ayudaba política y militarmente-, que ha sido invadido por una potencia nuclear vecina, que lleva tres años bombardeando el país, asesinando a miles de sus ciudadanos, destruyendo sus edificios civiles y sus infraestructuras, y ocupando por la fuerza 20% de su territorio, con el que pretende quedarse mediante una injusta paz impuesta por el tándem de Putin y Trump, sin contar para nada con los dirigente del país agredido, que solo podrá decir “amén” y “gracias”. Aún estoy sorprendido e indignado por la sarta de falsedades, maldades y amenazas formuladas a un huésped por sus anfitriones. Un presidente que dice que el problema de la seguridad de millones de ucranianos es solo el 2% del problema y que lo importante es el negocio de las tierras raras de  Ucrania, el 50% de las cuales pretende expoliar, ha dado unas muestras inauditas de bajeza moral. Acusar a un pobre agredido de querer provocar la III Guerra Mundial por no aceptar la paz-trampa impuesta por el agresor con la connivencia del negociante es una ignominia que no tiene calificativo.

Escuché también la entrevista del presentador Vicente Vallés a Javier Rupérez -antiguo embajador de España en Estados Unidos- con cuyas manifestaciones estoy plenamente de acuerdo. Dijo que las afirmaciones de los dirigentes estadounidenses constituían un hecho insólito en los anales de las relaciones internacionales, que suponían renegar de los principios y de las normas asumidos por EEUU en los últimos 80 años y que implicaban una infracción del Derecho Internacional y de las normas más elementales de la “comitas gentium”. Trump suspendió la reunión cuando apenas se había iniciado y echó a su invitado de su residencia con cajas destempladas, espetándole que, cuando estuviera dispuesto a firmar la paz, regresara a la Casa Blanca. Su compadre Putin debe estar partiéndose de risa y hasta al siniestro canciller Lavrov se le habrá escapado una sonrisa, porque -tras haber perdido cientos de miles de hombres en su vano intento de apoderarse de toda Ucrania-, en 24 horas ha conseguido a apropiarse de buena parte de ella sin disparar un tiro, ni mover una ceja, gracias a la desinteresada connivencia de su cuate, el negociante Trump.

En su escaso mes de mandato, Trump ha protagonizado innumerables payasadas y desatinos, pero lo de esta noche pasa con mucho cualquier línea roja ¿Qué pasará ahora? ¿Cambiará la dirección de sus misiles para destruir lo que antes defendía para eliminar al dictador Zelenski? ¿Delenda est Ucrania? En mi último artículo -y pese que aún no se había producido los vergonzosos episodio de esta noche- preguntaba ya si no había en todos los Estados Unidos personas o instituciones dignas que fueran capaces de condenar la conducta infame de Truman y ponerlo en evidencia ante su propio pueblo.

¿Dónde están los Clinton, Obama y Biden -por no mencionar los expresidentes republicanos- y las decenas de premios Nobel estadounidenses? Poco se puede hacer contra el hombre más poderoso del mundo, pero por lo menos no le riamos sus patochadas y condenemos moralmente a un personaje que se mofa del mundo entero, como ha hecho con la elaboración y difusión del video sobre la futura Gaza trumpista.

Madrid, 28 de febrero de 2025

Enviado por José Antonio Sierra

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