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lunes, marzo 3, 2025

La Hora de Europa: independencia, desmilitarización y desarme

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Madrid, España – Redacción Madrid

Cuando se cumplen tres años de la guerra en Ucrania, Trump toma la iniciativa para ponerla fin, echando un jarro de agua fría a sus aliados europeos. Esta iniciativa deja en evidencia lo que veníamos denunciando: «La guerra de Putin» es también la guerra de EEUU por el dominio y el control de Europa, una guerra previsible, que se pudo evitar y parar. La guerra en Ucrania era previsible por el empeño de EEUU en llevar la OTAN hasta la frontera rusa, por ello ha sido una guerra evitable , humanamente sin sentido.

Se pudo parar en las primeras semanas pero Europa tampoco mostró voluntad de pararla, apoyando con armas y dinero esta carnicería criminal. Parece que llega el fin de la guerra, que no la paz, con una Ucrania devastada, con cientos de miles de muertos y heridos, millones de refugiados, con una deuda impagable que hipoteca a las generaciones futuras, con unas infraestructuras destruidas, un territorio fragmentado y un odio entre comunidades que seguirá dificultando la convivencia.

¿Quién se responsabiliza ahora de tanto daño causado, tanta destrucción y muerte inútiles, criminales y evitables? Cada país europeo es culpable de haber animado y alimentado esta guerra criminal con propaganda, armas y financiación. Todos los participantes en la guerra son plenamente responsables del desastre y los crímenes.

La responsabilidad criminal ante un delito no se reparte entre los participantes, sino que cada uno es culpable y responsable íntegramente. Recordemos que en España tanto PSOE como Sumar han dado todo el apoyo a esta carnicería sin ningún tipo de crítica o autocrítica a la posición de la OTAN y sin ningún tipo de apoyo a las oportunidades de evitar la guerra o de pararla. Y dando la espalda al Parlamento.

Ahora, que al menos no se burlen de nosotras diciendo que ha sido un esfuerzo responsable por la paz, la seguridad, la libertad y la democracia en Europa.

Si Ucrania ha quedado destrozada, Europa queda empobrecida por la guerra, más dependiente de los EEUU, con vitales infraestructuras destruidas, como los gaseoductos Nord Stream I y II y, sobre todo, nos deja una Europa enfrentada a Rusia, un enemigo creado intencionadamente para el que no quieren ver otra salida que el rearme, una colosal inversión en armamento -comprado a EEUU-, aun a costa de seguir deteriorando los servicios públicos y la pérdida de calidad democrática.

En el otro lado de la balanza está EEUU, verdadero instigador de la guerra, que sin poner un muerto es el ganador, pues se lleva los extraordinarios beneficios que le da el auge de sus empresas de armamento y energéticas, vendiéndonos más caro y más contaminante su gas licuado. Su inversión en la guerra se la cobrará con el saqueo de Ucrania, sus tierras raras o lo que más le convenga.

¡Vaya, otra vez la guerra no era por la libertad y la democracia sino por los negocios! Otra vez tropezando en la misma piedra de guerras «justas», defensivas y salvadoras.

Esperamos que este jarro de agua fría haga despertar a Europa y se decida a librarse de la tutela americana y a realizar políticas más acordes con lo que fueron sus principios fundacionales, cambiar la confrontación y la guerra por la cooperación, los nacionalismos por los Derechos Humanos. Hacemos tres propuestas que creemos necesarias para avanzar en el camino de la paz, la justicia y la solidaridad.

Independencia de EEUU

No exageramos si afirmamos que Europa es una colonia norteamericana ocupada. La existencia de más de 270 bases militares y emplazamientos en sus territorios, con más de 100.000, soldados en activo, lo corrobora.( Zona de Responsabilidad del Mando Americano en Europa – EUCOM- que incluye a Gran Bretaña) Es necesario recuperar soberanía, independencia y seguridad, cerrando todas las bases, prohibiendo maniobras en suelo europeo, y transformando y reconvirtiendo la industria militar de defensa en civil. El seguidismo militar a EEUU nos ha llevado a implicarnos en guerras en las que no peligraba la seguridad europea ni contribuyeron a un mundo mejor.

Guerras criminales al servicio de los intereses y expolio de recursos del imperio: Afganistán, Irak, Libia o Serbia, intervenciones militares que la justicia internacional no sancionará pero que nos han implicado, con miles de muertos y refugiados. Guerras que lejos de traernos seguridad reavivaron el terrorismo.

En Serbia no importó su integridad territorial; la independencia de Kosovo venía con base militar norteamericana incorporada. Europa debe alejarse de las «malas amistades» que animan las guerras y el expolio de recursos. A nadie en occidente importó que los agresores de Irak y Afganistan fueran premiados con el expolio. La actual posición sobre Gaza y Palestina no puede ser más vergonzosa y sonrojante, con un apoyo incondicional a un genocidio.

«La casa común europea»

La idea de hacer de Europa un espacio común y seguro para todas no fue de ningún amigo americano sino de un político ruso. Los líderes y gobiernos europeos, elegidos y no elegidos, se han empeñado en hacernos creer que Rusia es nuestra amenaza y nuestro enemigo, que Putin es el demonio encarnado y que lo seguirá siendo eternamente.

Cierto es que la democracia en Rusia no goza de buena salud, como tampoco en EEUU, ni Marruecos, Egipto, Turquía, Arabia Saudí o China, lo que no es obstáculo para que España y Europa mantengan buenas relaciones con ellos. Incluso no es obstáculo que un gobierno como el de Israel esté acusado de genocidio para mantener unas relaciones vergonzosamente privilegiadas.

Europa debe reflexionar por qué dio un apoyo incondicional a la política norteamericana en Ucrania, cuando era evidente la deriva nacionalista que excluía a un tercio de su población. Debe reflexionar por qué guardó silencio cuando empezó la guerra en 2014 contra su propia población del Dombás y del este; por qué miró para otro lado y se dedicó a armar a Ucrania cuando estaban sobre la mesa los acuerdos de Minsk, que hubieran sido mucho más ventajosos para Ucrania que la capitulación y expolio que vendrán, y que hubieran evitado cientos de miles de muertos y la destrucción de buena parte del país.

Europa debe retomar sus relaciones comerciales, culturales y políticas con Rusia, dejando de ser una amenaza desde la OTAN y llegando a acuerdos de desarme y desmilitarización de las fronteras. Empeñarse en hundir a Rusia no tiene ninguna ventaja para Europa y sí muchos riesgos e inconvenientes.

Amenazar a una potencia nuclear tiene un punto suicida que la población, si fuera consciente de ello, no consentiría. La mayor seguridad se da cuando ni amenazas ni eres amenazado y eres capaz de mantener relaciones de confianza y cooperación.

Desmilitarizar Europa para defender la vida

Europa ha hecho un gran esfuerzo contribuyendo a la destrucción de Ucrania con un 60% de la ayuda, un despilfarro criminal en el mejor de los casos, que todavía parece poco a las autoridades europeas y al propio Pedro Sánchez. La insistencia de Ursula von der Leyen y Mark Rutte para aumentar aún más, y más rápido, el gasto militar, a costa del deterioro de los servicios públicos y las pensiones, es una política que sólo beneficia a la industria armamentista y a los líderes económicos en el poder, y nos empobrece a todas.

El camino debe ser el opuesto: garantizar buenas relaciones de vecindad y reducir rápidamente el gasto militar hasta su eliminación. Con ello se liberarían enormes recursos para garantizar los servicios públicos, volver a ser una potencia en la protección y la defensa de los Derechos Humanos e impulsora de políticas en defensa de las personas y del cuidado del planeta.

La Europa que ahora se está vistiendo de verde caqui debe volver a ser un referente ecológico y recuperar su verde naturaleza. Si el proceso acelerado de militarización nos está llevando al cultivo de regímenes y partidos autoritarios, con un claro deterioro de la democracia, la vuelta a políticas sociales y de compromiso con los derechos humanos redundará en una Europa más democrática, capaz de hacer frente, desde claves de humanidad, a la realidad de las migraciones y la necesidad de una justicia Norte-Sur.

La tarea es compleja y con muchos intereses creados difíciles de sortear, pero es una tarea ilusionante porque en ella nos va la defensa de nuestra integridad como personas, la defensa del planeta, sus seres vivos y recursos; y la defensa de una vida digna para todas. Desmilitarizar para despertar a la vida.

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