17.1 C
Málaga
miércoles, febrero 19, 2025

El Amor y Sexo: Una Historia de Hipocresía y Placeres Ocultos

Más leídos

¡Ah, el amor y sexo!.

Dos fuerzas poderosas que han movido al mundo más que cualquier guerra, religión o descubrimiento científico. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha estado obsesionada con ambos, intentando encorsetarlos en reglas, dogmas y tratados de buena conducta, mientras en la oscuridad de los aposentos hacía precisamente lo contrario. Hipocresía, doble moral y un toque de erotismo han tejido la historia del deseo.

Del amor casto a los desvaríos carnales

En la antigüedad, el amor era un asunto de conveniencia más que de sentimientos. En la Grecia clásica, por ejemplo, el matrimonio no era más que una transacción económica en la que la mujer era un accesorio, útil para producir herederos y, en el mejor de los casos, encargarse de la casa mientras su esposo filosofaba sobre la vida o entretenía a efebos jóvenes con una pedagogía muy… interactiva.

El Medioevo, por su parte, nos regaló la maravillosa idea del amor cortés, donde los caballeros suspiraban por damiselas inalcanzables mientras sus esposas se resignaban a embarazos interminables y vidas monótonas. Eso sí, la Iglesia se aseguró de recordarles a todos que el placer era pecado, excepto cuando se trataba de la reproducción (aunque si el clero tenía acceso a ciertos manuscritos eróticos, no era asunto de nadie, por supuesto).

La mujer y el deseo: de musas a brujas

Pobres mujeres. Si se mostraban demasiado virtuosas, eran santas intocables; si eran sensuales, se convertían en musas inalcanzables; y si se atrevían a ejercer el deseo, brujas condenadas a la hoguera. Durante siglos, la sensualidad femenina fue el peor de los pecados y, al mismo tiempo, el mejor de los espectáculos clandestinos. La literatura erótica de la época, escrita en su mayoría por hombres, hablaba de mujeres irresistibles que, paradójicamente, en la vida real eran reducidas a seres inmaculados o instrumentos de reproducción.

El erotismo en la escritura: de lo prohibido a lo rentable

Afortunadamente, siempre existieron aquellos que se atrevieron a escribir sobre el deseo sin tapujos. Desde los versos pícaros de Catulo hasta las novelas libertinas del Marqués de Sade, el erotismo en la literatura ha sido el gran escándalo de las mentes bienpensantes. ¿Que el sexo no debía hablarse abiertamente? No importa, la gente lo leería a escondidas.

En la actualidad, la industria ha entendido que el sexo vende, y lo que antes era censurado, ahora es contenido de consumo masivo. Libros de dudosa calidad literaria con escenas tórridas son best sellers, y lo que antes escandalizaba a las mentes puritanas, ahora se vende en tapa dura con merchandising incluido. Ah, el capitalismo, siempre encontrando la forma de rentabilizar hasta la más pura de las pasiones.

Conclusión: La farsa continúa

El amor y el sexo han transitado por la historia como una comedia de enredos. Lo que se prohibía en público se celebraba en privado, y lo que se condenaba con discursos de moralidad, se practicaba con entusiasmo en las sombras. Seguimos en el mismo juego, solo que ahora con más luces de neón y menos tapujos. Y así seguirá, porque si algo ha demostrado la historia es que, aunque intentemos negarlo, el deseo siempre encuentra su camino. Hipócritas o no, al final, todos caemos rendidos ante él.

@ María José Luque Fernández

@Imagen creada con IA

- Publicidad-

Otros títulos

spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

Últimos artículos

Ir a la barra de herramientas