Algunas producciones son concebidas, desde su inicio, como un conjunto de películas, ya sea porque el material así lo permite o porque en la mente del director tiene todo el sentido del mundo para explicar la historia. En otros casos, un argumento o un personaje tienen tanto éxito que resulta demasiado tentador crear las secuelas pertinentes (y, a veces, las que no lo son). Pero, como en la vida misma, las cosas no siempre van como deberían y existen altibajos. Los momentos difíciles pueden acabar con una franquicia, aunque también existen ejemplos de retornos memorables. Vamos a profundizar en varios de ellos.
El “Potro” vuelve al ring
Tras cuatro partes reseñables, aunque por distintas razones, Sylvester Stallone se sintió obligado, en 1990, a dar una vuelta de tuerca más a la leyenda de Rocky. En este caso, con una quinta entrega que tuvo el dudoso honor de poner de acuerdo a todo el mundo: era un desastre de película. De las 9 nominaciones que consiguió, 7 eran de premios Razzie. Un verdadero “tostón”, incluso aun contando con el director de la original, John G. Avildsen.
16 años tardó Sly en volver a ponerse los guantes de boxeo; en esta ocasión, para dar “un final más digno” a su personaje fetiche (con perdón de Rambo). Con Rocky Balboa (2006), no se quiso renunciar a la épica del combate, pero sí tuvo cierto retorno a ese enfoque de los orígenes, más humano. Además, fue todo un acierto ver al “Potro” con una nueva vida, viudo y propietario de un restaurante en Filadelfia.
007 también puede tener horas bajas
Una saga como la de James Bond da para mucho contenido, lo que incluye producciones excepcionales, unas buenas y otras… un poco menos. La etapa de Pierce Brosnan se acabó en un punto un tanto mejorable: Muere otro día (2002) no acabó de convencer a los fans del espía británico (tal vez influyó la banda sonora de Madonna). Y, para colmo, el nuevo actor seleccionado para meterse en el personaje era un poco conocido y… ¡rubio!
Digamos que no todo el mundo tenía grandes expectativas respecto de Casino Royale (2006), la primera de las películas protagonizadas por Daniel Craig. Pero, utilizando una metáfora del séptimo arte, se produjo un “giro de guion”, ya que la producción fue todo un éxito y pasó a ser una de las mejores valoradas de la franquicia. Es difícil elegir una única escena brillante, pero la partida entre Bond y Le Chiffre, con las manos de póker que cambiaban el rumbo de la trama, nos dejó a todos pegados a la butaca.
We don’t need another hero (o tal vez sí)
Las peripecias de Mad Max en un futuro post apocalíptico escribieron una importante página del cine de acción de los años 80. Y, muy probablemente, George Miller, el director de las tres primeras entregas, no pensó que esta historia iba a continuar. Mucho menos, sin el actor original, Mel Gibson, y tras casi 30 años de parón. Pero lo cierto es que Mad Max: Furia en la Carretera (2015) no decepcionó a los fans de saga. Tom Hardy y Charlize Theron, pese a algunos desencuentros en el rodaje, consiguieron mantener alto es estandarte. Hasta 6 Oscar se llevó este film. Y aún dio para otra secuela más, estrenada en 2024.
Nunca es tarde para los arqueólogos aventureros
Muchos recordarán la mítica escena de Indiana Jones y el Templo Maldito (1984) en una vagoneta a toda velocidad. Pues bien, pese a ser una franquicia que ha conquistado a millones de espectadores, el sube–baja podría ser una buena metáfora de lo que ha ocurrido con sus películas. El Arca Perdida (1981) fue brillante, el Templo Maldito bajó algo el nivel (aun siendo imprescindible). La tercera entrega, la Última Cruzada (1989) nos devolvió al mejor Indiana. Y la cuarta fue auténticamente un producto para olvidar; sí, nos referimos a la Calavera de Cristal (2008). Pese a todo, la última, el Indiana Jones y el Dial del Destino (2023), salva mínimamente los muebles y honra al personaje.
