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miércoles, enero 8, 2025

CONSEJOS PARA LA VUELTA A LA RUTINA DESPUÉS DE LAS VACACIONES DE NAVIDAD

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Venimos de una época de celebraciones, compras, regalos, comidas, encuentros, de un ritmo intenso y también de descanso.

La vuelta a la rutina marca los primeros de enero y toca dejar atrás el periodo vacacional donde, en muchas ocasiones, son tiempos de despedidas pero también de abrazar lo nuevo y de mantenernos en proyectos ya iniciados.

La nostalgia por lo pasado se puede tornar en tristeza, apatía o frustración si tenemos dificultad para gestionar los cambios o separarnos de lo ya vivido.

Hay varios factores que pueden generar que se dificulte una respuesta más o menos rápida a la vuelta a la rutina.

En primer lugar, en la Navidad se celebra un nacimiento, reflejándose también el paso del tiempo, las tradiciones que recuerdan a la propia infancia, las transformaciones que se van efectuando en la familia, la separación de la misma y los diferentes lugares que uno va ocupando frente al mundo, otras relaciones, el propio envejecimiento y la mortalidad. Algo finaliza y algo comienza y nuestra capacidad de sustitución se va a marcar aún más en esta época por todo lo que representa y por la idealización de la felicidad y el amor, cuando hemos de tener en cuenta que las relaciones son un trabajo continuo y puede llegar a construirse en la mente algo más mágico que real y un querer pasarlo bien a toda costa, no disfrutando verdaderamente de lo vivido. Cuando se vuelve a la rutina, se puede llegar a queda una sensación agridulce porque no se han cubierto las expectativas. Ahí cabría preguntarse si no es uno mismo el que siempre espera demasiado e idealiza tanto a las situaciones como a las personas. Esa forma de pensar traerá más descalabros que alegrías.

En segundo lugar, en muchas ocasiones se utilizan las vacaciones como una válvula de escape, como un refugio a una realidad (o bien laboral, familiar, ambiental…) difícil de asimilar y gestionar, convirtiéndose la vuelta especialmente en un afrontamiento difícil de llevar a cabo, en una realidad de la que no se quiere saber nada. Cabría preguntar si cuando se está de vacaciones hay un deseo de volver, si disfrutas de tu trabajo, de tu vida, tus rutinas, si tienes ilusiones, proyectos que te motiven. Los elementos externos no afectan tanto si estás bien en tu trabajo, tienes buenas relaciones, estás contento con tu vida, que quiere decir que relativamente aceptas todo lo que has generado. Muchas veces, es percibido como un sacrificio el volver, aunque sí que es cierto que después de un tiempo de vacaciones puede llegar a costar volver a la rutina. ¿Qué hacer para que la vuelta al trabajo sea de otra manera? ¿Cambiar de trabajo? ¿Cambiar de vida? ¿De familia, de pareja, de hijos…? en esta dramatización vemos que si no cambias de actitud, de forma de pensar ¿de qué sirve cambiar de trabajo por ejemplo? Vemos que muchas veces se vuelve a repetir en otro escenario. Habría que hacer autocrítica y poner en juego de qué manera formo parte en lo que me pasa. Cambiar tiene más que ver con cómo pienso algunas cuestiones de mi vida que me hacen generar esas respuestas, ese escenario. Además nunca se vuelve al mismo lugar que se deja, hay cosas que uno mismo puede haber cambiado, incluso con las personas. Si te posicionas de manera distinta, puedes abrirte otras posibilidades de relación. Nunca se vuelve al mismo lugar donde lo dejaste, hay transformaciones.

Son muchas las personas que expresan «tener ganas ya de volver al trabajo».  En vacaciones se hacen cosas diferentes, al principio las coges con muchas ganas, pero luego das cuenta que necesitas de esa rutina, unos horarios, unos hábitos de sueño, las relaciones, lo económico… Si te cuesta incorporarte al trabajo es normal, pero si se convierte en una carga, se alarga más de dos o tres semanas, puede encubrir otras problemáticas relacionadas con tus dificultades de gestión. Si estás mal, triste, se te hace eterno el día… la principal recomendación sería no anticiparse, no llenarse de pensamientos y tareas antes de comenzar el día. Con una visión tan pesimista del trabajo, como que vives encadenado, con un horario… te dificulta muchísimo ser aceptar que obtienes muchos beneficios del trabajo, que es fuente de autoestima. Las vacaciones tienen el sentido de las mismas porque trabajas. Las relaciones que nos sostienen, el sentirnos útiles nos dan la vida. La vida se vive, no se piensa, al final así uno acaba más cansado tanto psíquica como físicamente. Te restas el tiempo para otras coas, para tu tiempo de creación, de ocio, de cuidado…de darte esas pequeñas alegrías que te hacen sentirte tan bien. A veces uno puede llegar a ser su propio tirano. Tener vida es cuando trabajas, generas una situación económica, compañeros… Nuestro estado de ánimo influye mucho tanto en lo que transmitimos a los demás y lo que tomamos de la realidad.

Mejor sería preguntarse qué podría cambiar de tu puesto de trabajo para que sea más llevadero, para generar mejor ambiente. A veces nos “choqueamos”con la realidad porque nos empeñamos en que sea como lo ideal que tenemos en la cabeza, y no vemos que para que haya cambios a mi alrededor tengo que empezar yo, eso va a producir un gran efecto en los demás.

También puede aparecer frustración cuando repasamos todos los objetivos que no hemos conseguido a lo largo de este último año. Mejor aceptar la vida que hemos producido, no quedarnos en ideales, y sí disfrutar a diario de aquello que hacemos, de familiares y amigos. Mantener el entusiasmo y el deseo muy importantes.

Es descanso volver a empezar, continuar, retomar los hábitos, porque en estas fechas solemos comer un poco de más, retomar ejercicio, dormir unas horas adecuadas de sueño, tener en cuenta los ingresos y los gastos… El propósito es mantenernos, y no tirar por alto algo que no hemos podido seguir a rajatabla, al ritmo que podamos, ser constante y rodearte de personas que te ayuden a sostenerte en lo que te conviene, también disfrutándolo, que no se convierta en una tortura. Los beneficios tanto a corto, como a medio y largo plazo son mucho mayores cuando no tienen que ver con la inmediatez del momento.

La vuelta a la rutina puede ser todo un reto, pero hacer las cosas con entusiasmo y celebrar la vida tomándola tal y como la vamos generando nos permite aceptar nuestros procesos y ponernos en el centro de la cuestión para transformar algunas cosas. Si quieres que haya cosas que cambien has de ponerte en el centro de la cuestión, en lugar de pretender transformar a los demás, consulta con un psicoanalista, una ayuda psicológica para redimensionar algunos aspectos, esto implica madurez, transforma algo de ti que hará que otras puertas se abran, que produzcas otro efecto en tu realidad, que veas cosas que antes no podías ver, que te pasen cosas de las que antes no estabas preparado/a.

Al fin y al cabo vida sólo hay una, aprovéchala, que no pase otro año más sin que no lo hagas.

Laura López Psicóloga-Psicoanalista-Perito judicial

www.lauralopezgarcia.com

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