30.12.24 – Nueva York, Estados Unidos – David Andersson
Este artículo también está disponible en: Inglés
Con la llegada del nuevo año, aprovecho la oportunidad para renovar mis compromisos personales. Quiero reflexionar sobre lo que está obsoleto o es inútil en mi vida e imaginar el tipo de futuro que deseo, aplicando los cambios necesarios en mi estilo de vida.
Una de mis comprensiones más profundas es ésta: estoy hastiado de las guerras. Durante más de 40 años, he marchado, protestado y hablado en contra de las guerras. A partir de ahora, el tema de la guerra va a pertenecer a mi pasado. No pensaré, escribiré ni hablaré más sobre la guerra. Como redactor de Pressenza, no publicaré artículos sobre las guerras de Ucrania, Gaza o los posibles conflictos con China.
Nuestra sociedad invierte demasiado -económica, tecnológica, comunicativa y mentalmente- en la guerra. Consume tiempo y energía que podrían emplearse mejor en otras cosas. En lugar de centrarme en la guerra, me dedicaré a la cuestión de la paz. La paz no es simplemente la ausencia de guerras.
Trabajaré para abordar la discriminación y los pasos necesarios para transformarla. Me inspira la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, que habla de la migración dentro del concepto más amplio de movilidad humana. Como bien resume la inteligencia artificial: si bien la migración es un componente de la movilidad humana, esta última ofrece un marco más amplio e inclusivo para comprender y abordar el movimiento de las personas en un mundo globalizado e interconectado. La movilidad humana hace hincapié en la fluidez y las oportunidades, mientras que la migración suele centrarse en las implicaciones jurídicas, sociales y económicas del traslado. Adoptar esta distinción puede conducir a un enfoque más matizado y humano de las realidades del desplazamiento en el siglo XXI.
No hay mayor forma de discriminación que limitar el progreso social y tecnológico. Durante mis recientes viajes a Sudamérica, me sorprendió saber que Ecuador sólo tiene electricidad unas pocas horas al día. Muchos países se enfrentan a una crisis energética, y creo que el Movimiento por el Decrecimiento debe cambiar su enfoque. En lugar de abogar por los límites al crecimiento, debería dar prioridad al desarrollo de energías renovables ilimitadas y a la sostenibilidad, siguiendo ejemplos como la exitosa transición de Dinamarca a la energía eólica o el logro de Costa Rica de funcionar con casi el 100% de energías renovables.
Para desarrollarnos como especie humana, debemos garantizar un acceso equitativo a la energía y la tecnología. No puedo imaginarme a un joven estudiante intentando estudiar en una escuela sin electricidad. En el mundo actual, el acceso a los datos, a la información compartida y al conocimiento -todo ello dependiente de la energía eléctrica- se ha convertido en una necesidad básica.
Al vivir en una ciudad como Nueva York que históricamente ha inspirado al mundo, me acuerdo de la estación generadora de Pearl Street, donde, en 1882, Thomas Alva Edison construyó la precursora de todas las centrales eléctricas. Esta innovación inspiró a la humanidad y dio forma al mundo moderno. Momentos rompedores similares, como la invención de Internet y la inteligencia artificial, siguen impulsándonos hacia adelante. Me solidarizo con las personas y los pioneros que dieron forma a nuestro presente, y estoy decidido a contribuir a construir un futuro de profunda paz y progreso para todos.
Comparto mi sincera convicción de que podemos lograr un mundo en paz en los próximos 100 años. Para ello, debemos adaptar nuestro desarrollo personal y nuestras aspiraciones al potencial de nuestro planeta, altamente conectado y tecnológicamente avanzado. Debemos poner más energía en imaginar y crear lo que queremos en lugar de luchar contra lo que no queremos. Construyamos el futuro al que todos aspiramos centrándonos en lo que fomenta la paz y deja atrás la violencia, la discriminación, el miedo, la guerra, el control y el egocentrismo. Como nos recordaba Albert Einstein: «En medio de cada crisis, existe una gran oportunidad».