La raíz latina de la palabra Ego significa “Yo”. El Yo es una parte de nosotros/as, una instancia que media entre nuestras pulsiones, los ideales y la realidad. Construir nuestro Yo es en relación a los demás, no somos sin otros, nos vamos desarrollando conforme al amor, el deseo, la necesidad… De ahí la importancia de generar la capacidad de gestionar aspectos de nosotros mismos que se van a reflejar en el modo de relacionarnos con la realidad exterior. Vamos interiorizando un sistema de creencias, de normas sociales, de modos de reaccionar frente a ciertas situaciones, posiciones que imprimen nuestro “carácter”, más o menos adaptativas, más o menos convenientes para vivir. ¿Cómo sería una buena gestión de nuestro Ego? ¿Cuál es el límite entre nuestro amor propio y la relación con los demás? ¿Cómo se relaciona el Ego con los pasos de nuestro vivir, en nuestras relaciones, en los padecimientos y en la construcción de nuestro bienestar?