– Es un proyecto desarrollado por la Institución La Salle
La educación es uno de los ámbitos donde existen más carencias de aceptación de la diversidad o la inclusión de las personas con discapacidad y los alumnos con algún tipo de Trastorno del Espectro Autista (TEA) son, en muchas ocasiones, los más afectados. Pese a esto, poner un robot en su vida diaria puede cambiarsela. La diversidad, la inclusión y la tecnología ya van de la mano.
Precisamente, el proyecto ‘DivInTech’ busca generar nuevos contextos escolares y familiares más inclusivos para los alumnos con TEA, gracias a los campus universitarios de la Institución La Salle en Barcelona (Universidad Ramón Llull) y Madrid (Universidad Autónoma de Madrid, UAM).
Se trata de un robot, cuyo nombre eligen los estudiantes, que mejora las competencias comunicativo-lingüísticas de los niños con autismo, a través de actividades de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas (Steam). El robot conoce al alumno y, entre otras cosas, sus gustos, intereses y su entorno, así como sus dificultades especificas en el aula. De este modo, puede ofrecer una ayuda personalizada y ajustada a las necesidades de los niños.
Este proyecto se está llevando a cabo, de momento, en el colegio La Salle Seu d’Urgell (Lleida) y está dirigido a niños de entre 6 y 13 años. Tiene dos objetivos principales. Por un lado, desarrollar la línea de trabajo del robot con los alumnos y, por otra parte, crear un “mapa de la diversidad” de centros La Salle, “conectando realidades”, potenciando el trasvase de conocimientos y dando a conocer las “buenas prácticas” para obtener una educación de “calidad y plenamente inclusiva”.
Así lo explicó la licenciada en Psicología y Pedagogía, doctorada en Educación de La Salle e investigadora del proyecto Rosario Valdivielso en una entrevista a Servimedia, en la que también describió que el robot es «uno más» entre los alumnos en el centro. De hecho, está diseñado para que sea “cercano con todos” y que, después, sea capaz de trabajar con cada niño en las sesiones de apoyo que se realizan en las aulas de Soporte Intensivo para la Educación Inclusiva (SIEI).
ROBOT-ESTUDIANTE
Tras informar a las familias de los niños sobre el proyecto y recibir sus consentimientos para ponerlo en práctica, los investigadores realizan una selección “a ciegas” de los estudiantes con TEA con los que se trabajará y, en función de las necesidades y dificultades, eligen a uno de ellos y programan al robot para ayudarle de forma personalizada.
El trabajo robot-estudiante se desarrolla durante 10 sesiones diferentes (cinco duplicadas) y se basa en el contexto de cada alumno. La maestra del SIEI de Educación Primaria e Infantil en el colegio de la Seu D´Urgell Claudia Bardis Martínez relató a Servimedia que, por ejemplo, en el caso de un niño con TEA que se expresaba con un tono de voz bajo, el robot le decía ‘no te escucho’, para mejorar ese aspecto comunicativo del alumno.
El robot trabaja “con refuerzos”, es decir, cuando los estudiantes no cumplen la acción que les pide, el asistente robótico les anima: «Inténtalo otra vez, tú puedes». En el caso de que hagan bien las acciones, el robot responde con otras que a los niños les gustan como, por ejemplo, bailar juntos, que es lo que ocurrió con otro estudiante, según comentó Valdivielso.
El robot, que en este colegio catalán se llama ‘Mika’, también trabaja a través de números o colores, como en el caso del primer niño con autismo con el que se desarrolló el proyecto. Se usaron los colores o números que le gustaban, que le produjeron comodidad y estimularon positivamente su aprendizaje. Una vez hechas alrededor del 80% de las sesiones, de forma paulatina, Mika abandona el aula, pero el alumno continúa haciendo las actividades.
EVOLUCIÓN Y FUTURO
El objetivo de esto es comprobar la evolución del alumno y si “el robot ha servido”. En todas las sesiones, el robot tiene una cámara incorporada y los alumnos llevan pulseras biométricas que recogen todo tipo de datos. Estos utensilios buscan identificar los momentos de una respuesta fisiológica concreta del niño. Igualmente, las maestras, que también participan en las sesiones y pasan mucho tiempo con los estudiantes, recogen datos. Por tanto, el registro del trabajo robot-estudiante es “multicapa”.
En este sentido, Bardis Martínez y Valdivielso dijeron que, tras realizar el trabajo con Mika, se ven “avances clarísimos”. Los niños están «encantados», tienen “mayor producción lingüística”, más atención y aprendizaje comunicativo, su nivel de colaboración en el aula aumenta y “mayor producción entre los iguales”, es decir, con sus compañeros. Por su lado, sus familias también sienten satisfacción porque ven a sus hijos más incluidos y superando sus dificultades.
Igualmente, Mika trabaja con niños “normotipos”, es decir, que no tienen discapacidad, puesto que los investigadores comparan los datos con los de los alumnos con autismo y, así, avanzan en el proyecto, Para esto, es igualmente “importantísimo” tanto la colaboración de profesores como la de las familias, a quienes se les pide información sobre sus hijos, sus situaciones y/o cambios relevantes en su vida diaria que puedan afectar a su comportamiento.
Al finalizar el trabajo con el robot, los desarrolladores del proyecto emiten un informe sobre la evolución del niño, el cual comparten con las familias y contiene cuestiones clave como los avances logrados y los aspectos a mejorar, si aún los hay.
Este proyecto fue financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades con ayudas de generación de conocimiento para el periodo 2023-26 y otros de sus fines es incorporar la presencia del robot en otros centros de La Salle de España. Primeramente, se implantará en el colegio La Salle de San Ildefonso de Tenerife y en el de La Salle Sagrado Corazón de Madrid.
Se espera que, a largo plazo, el robot se integre en todos los centros educativos porque la robótica mejora de las habilidades instrumentales del alumnado con TEA y es el camino hacia el desarrollo de nuevos contextos inclusivos. La tecnología y la educación son aliados frente a las barreras y la exclusión.
(SERVIMEDIA)