Hoy es el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer…
Hay que establecer unas diferencias, y marcar que la violencia vivida en el seno de una relación, bien con la pareja o expareja, está relacionada con la posición psíquica frente a la situación amorosa, donde una persona llega a desplegarse como pertenencia del otro, donde también se ponen en juego muchas otras subjetividades relacionadas con la repetición de ciertos clichés, con cierta posición masoquista, con la dificultad de separarse de ese amor único donde uno es devorado y no puede desarrollar las diferencias, donde se somete a una relación de amo-esclava, donde no puede desarrollar las cuatro posiciones fundamentales para desarrollarnos como humanos: masculino, femenino, función madre y función padre.
No establecer límites, «elegir y producir» relaciones (inconscientemente, claro está), donde se transgreden los límites, no se rompe si no hay un trabajo psíquico en cada una de las partes. En este caso, si hablamos de la mujer, ayudarle a transformar en el seno de la relación psicoanalítica qué prejuicios, qué posiciones psíquicas, dirigen su vida amorosa, que la está guiando a desarrollar esa relación, ¿un sentimiento de culpa inconsciente que busca castigo? ¿Una relación tumultuosa y tormentosa donde es un reflejo de una relación fatal, con raíces edípicas infantiles? ¿Sabías que en nuestra disposición psíquica también acontece el sadismo y el masoquismo? No te quedes con lo superficial, necesitamos profesionales que nos ayuden a interpretar y transformar todo eso de lo que se padece, que una no se da cuenta, lo produce y como un imán no puede despegarse, lo vuelve a repetir inconscientemente. Por eso se siguen repitiendo situaciones desgraciadas.
Somos víctimas de nuestra forma de pensar, de nuestra posición psíquica en las relaciones amorosas, del poder que se le da al otro, de la dificultad de desarrollar nuestra humanidad, unas relaciones sanas, que lleven implícitas las diferencias, nuestro lugar en el mundo, sujeto de nuestros deseos y nuestro porvenir, también junto a otros y otras. No nos violentemos en una guerra de sexos, por favor. Enriquezcámonos, incluyamos las diferencias ¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia contra la mujer? ¿Es de un hombre a cualquier mujer? ¿Es machismo de lo que hablamos?
La violencia se ejerce en el seno de las relaciones amorosas de un hombre hacia la mujer que está en relación con él o lo ha estado. El machismo es una cuestión psíquica, no tiene género, en el sentido de que el pensamiento machista también anida en la mujer, y tiene que ver con no aceptar las diferencias. Es un momento en el desarrollo afectivo sexual infantil donde hay un rechazo a lo femenino, un menosprecio, una decepción. Volver a ese lugar es permanecer en la burbuja de lo único, en la hostilidad y la decepción. Es necesario desilusionarse para crecer, para sumar, para desarrollarse entre otros.
“El goce de la mujer es incalculable. No hay hombre que lo soporte” indicaba Miguel Oscar Menassa, pero ¿y la mujer? ¿soporta desplegar su propio deseo? ¿hacerse una mujer en el mundo? ¿O sigue siendo un niña que no puede, donde busca un hombre-padre, o un hombre-madre que la salve de su infortunio, que no puede adentrarse en lo social, construir sus funciones en la vida, sus límites, adentrarse en un mundo compañero, sino que ocupa un lugar de “pertenencia a”?
Cuidado, hay que detener a quien transgrede la ley, que caiga todo el peso sobre quien no respeta los límites tan necesarios para establecer un orden, nuestra civilización y humanidad. Hay hombres que no toleran la femineidad, su posición pasiva frente a otro hombre y se alzan frente a una mujer para reafirmar su “actividad”, su “macho”.
Pero hagamos algo, no nos quedemos en las pancartas y en definiciones ambiguas, en frases que tod@s asentimos pero se esfuman de nuevo cuando entra la acción, la complejidad del juego interpersonal. Si observamos bien ¿tal vez también es el prototipo de las demás reacciones frente a la vida, a otras relaciones, otras posiciones en el vivir, frente al trabajo, la familia, su lugar social y económico? Incluir lo femenino, lo masculino, las diferencias, acontece trabajando nuestra salud mental, nuestra salud relacional, psicoanalizándonos, en el diván, donde se elaboran todas esas cuestiones de las que padecemos. Trabajemos en ello, ese es el motor para que podamos producir una vida posible.
Laura López, Psicóloga colegiada,
Psicoanalista en formación continua con Grupo Cero
Perito Judicial
www.lauralopezgarcia.com