– El 24 de noviembre se celebró el Día Mundial del Vino Tinto
Miguel Ángel, Teresa, Guillermo y Baldomero son los tripulantes de una misión muy especial: elaborar un vino con sabor a inclusión. Son cuatros personas con discapacidad que forman parte de la asociación Asprona Bierzo que han logrado elaborar un caldo único: Aspronautas.
Este domingo, 24 de noviembre, se ha conmemorado el Día Mundial del Vino Tinto, puesto que a finales de noviembre los viticultores y enólogos celebran la cosecha y se preparan para el proceso de vinificación, que culmina en la creación de los vinos tintos. Aspronautas es un vino joven de Mencía con un pequeño porcentaje de una blanca y muchos grados de humanidad, fruto de la colaboración entre Asprona Bierzo para personas con discapacidad intelectual y la Bodega 13 Viñas.
“Es un vino que huele y sabe a inclusión”, como apunta la promotora de la iniciativa, Vanessa Silván, en una entrevista a Servimedia. La historia de Aspronautas nace de una cepa muy especial, la de la inclusión. “Todo empezó con la pandemia”, cuenta Silván. “Decidimos abrir centros más pequeñitos (eran como los anillos de Saturno), y a ese proyecto lo bautizamos con el nombre de Saturno. De otro lado, teníamos el proyecto Asprowine que giraba en torno al vino”.
“El nombre Aspronautas hace alusión a ese viaje de inclusión y búsqueda de nuevos mundos y oportunidades para las personas con discapacidad intelectual”, apunta. Miguel Ángel Amoedo, Teresa Lorenzo, Guillermo Álvarez y Baldomero García son los padres de este Mencía tan especial. Ellos no solo se han encargado de cultivarlo. Su sensibilidad y forma de tratar las uvas ha conferido a este vino ‘un matiz a inclusión’, que sólo ellos podían lograr.
TANINOS E INCLUSIÓN
Teresa tiene 38 años y lleva dos haciendo prácticas en la Confederación Hidráulica del Miño-Sil donde, explica, “escaneo documentos, reviso papeles, pero como tengo dos días libres he podido hacer esto del vino”. Los martes y jueves va a la bodega o la viña, según toque, donde está aprendiendo el oficio del vino. Asegura que la poda tiene “sus momentos durillos”, pero siempre va acompañada de alguno de sus compañeros y se le hace más llevadero.
Teresa, como el resto del equipo de Aspronautas, ya ha catado el caldo y reconoce que le gusta y que el día de la presentación (el pasado mes de octubre) “todos le dieron la enhorabuena”. La familia de esta joven tiene viñedos en la zona y manifiesta su deseo en un futuro de elaborar su propio vino.
Los cuatro aprendices de viticultores han pasado por distintos talleres en Asprona, de estampación o carpintería, y todos coinciden en que este proyecto les ha cautivado. “Hacemos cosas que yo nunca pensé que íbamos a hacer. Estamos presentes en todo el proceso, desde la poda de las vides hasta el embotellado”, apunta Guillermo.
Baldomero, a sus 60 años, comparte su afición por el futbol con una pasión, ‘recién descubierta,’ por el vino. “He hecho todo tipo de talleres en la asociación, pero ninguno como este”, manifiesta en una entrevista a Servimedia. Le gusta trabajar al aire libre cuando llega el momento de la poda o de la vendimia.
TAMBIÉN DISEÑADORES
Esta experiencia concede a estas cuatro personas una visión 360 grados de la producción vitivinícola. Incluso se les pidió que realizaran dibujos de animales que posteriormente servirían para ilustrar la etiqueta de las botellas.
Más tarde, el diseñador Pablo Guerrero se encargó de adaptar las ilustraciones al cuerpo de la botella. “La visión que tienen de su trabajo es increíble». «Ha sido de las mejores cosas que me han ocurrido hace tiempo», afirma. Cada uno es el autor de una de las etiquetas y se sienten inmensamente orgullosos de ello. Explica Vanessa, la promotora de la iniciativa, que señala que “además el resto de las insignias y sellos que lleva cada botella hay ponerlos manualmente, es lo que llamamos vestir a la botella. Eso también lo hacen ellos”.
Ninguno de ellos había tenido contacto antes con el vino. Julio Calvo, responsable la bodega, quedó sorprendido con su grado de implicación. Asevera que “se olvidan del tiempo cuando están podando y lo hacen con mimo, con ternura y creo que eso al final se nota en el resultado final”.
De la misma manera piensa Vanessa Silván que argumenta que “Aspronautas sabe a inclusión porque te lleva a pensar en todo el trabajo que hay detrás y en las personas que lo han hecho posible”.
Además, este vino también tiene un efecto terapéutico sobre sus artífices. “Por ejemplo, Guillermo que era muy tímido, ha ganado en autoestima y confianza en sí mismo; y Miguel Ángel ahora se muestra más abierto”, señala.
Ya están en el mercado 500 botellas de este vino que se comercializan a 15 euros, e incluso hay un ‘pack’ especial de cuatro botellas en cajas de maderas realizadas en el centro especial de empleo de Asprona.
Ahora la tripulación de Asprowine está trabajando en su segundo vino porque, como augura Silván, «nos quedan muchas copas por llenar» para este viaje, hacia la inclusión y la autonomía laboral de los participantes, que sólo acaba de empezar.
(SERVIMEDIA)