Por Hugo Rodríguez Ghiara
Hoy, 25 de noviembre España se moviliza en el “Día internacional contra la violencia machista” y lo hará en manifestaciones en las principales capitales.
Este día se señala un tipo de violencia, pero bien sabemos, que cada día asistimos en todos los medios informativos a una cadena de violencias que golpean las conciencias de una manera creciente.
Se buscan respuestas, se especulan sobre soluciones, se lamentan víctimas, pero el panorama muestra una realidad muy alejada a la esperanza anhelada, el fin de la violencia.
Algunos van más lejos y naturalizan esta conducta como algo innato de la especie humana, alejando con ello mucho más la esperanza y degradando con ello nuestro futuro colectivo.
Sin embargo, en el corazón de todo ser humano, una resistencia leve, un brillo de esperanza se abre paso buscando el encuentro y la superación de todo eso, y es por eso, que la gente nos manifestamos. Una resistencia consciente necesita aumentar su voz, las mayorías no queremos las violencias y debemos cuestionarlo todo en busca de ese camino.
Existe un principio moral que dice “Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz, no cuando quieras resolverlos” (1)
Esta reflexión me ha llevado a escribir esta nota y compartir mi punto de vista.
Hay algo evidente en la solución, que este “sistema” da a todo tipo de conflicto violento. Es un patrón común, y en él siempre está presente un “presupuesto”.
Que aumenta la violencia de género… necesitamos invertir en una protección de las víctimas, necesitamos invertir en centros de formación, necesitamos invertir en un nuevo ministerio, etc., etc.… no esta mal, verdad.
Si vamos al caso de la violencia física, y su máximo exponente, las guerras, escuchamos lo mismo, necesitamos invertir en más armas, necesitamos proteger las inversiones, etc., etc.
Si revisamos la respuesta a todo tipo de violencia, nos vamos encontrando con el mismo patrón. No es que alguna de estas propuestas no esté justificada por la protección de las personas, lo que señalo es que este patrón a todas luces no reduce ningún conflicto, más bien acelera su desarrollo. No es el camino.
Este “sistema” se ha ocupado laboriosamente de colocar al “dinero” como el valor central y con ello, lideres sociales, políticos y religiosos, impúdicamente tamizan, justifican ponderan el uso de la violencia en todos los campos. ¡Vaya barbaridad!
Mientras las poblaciones adaptan este lenguaje y ese sistema de valores para su uso cotidiano… otra barbaridad.
El resultado de esto es una fragmentación social sin precedentes, donde confiar en el otro se hace cada día más complicado.
Hay miles de ejemplos de esto que afirmo y todo ello daría para muchos artículos como este, pero mi intención es abrir el debate y el intercambio, quizás la búsqueda de la raíz del conflicto arroje luz en nuestras cabezas.
Marcha mundial por la Paz y la Noviolencia
Una marcha recorre el mundo, la marcha por la Paz y la Noviolencia, y es en la participación en esta marcha, donde comprendí sobre la importancia de dar una señal…
Comprendí que aprendiendo a colocar al “Ser Humano” como valor central muchas respuestas cobran sentido.
Que al aprender a practicar este antiguo principio de “Tratar a otros como quiero ser tratado” la esperanza se abre paso.
Comprendí que esa decisión de cambiar un estilo de vida, atreviéndonos a hacer algo nuevo tiene un valor de renovación profundo.
Con todo lo anterior afirmo, no somos un granito de arena más, en la construcción del futuro, cada persona es un engranaje fundamental en esta sociedad humana emergente.
Comprendí también que cada persona necesita tomar decisiones en la superación de la violencia, no es algo mecánico, es algo intencional y accesible a todo ser humano.
Un nuevo ser humano se abre paso frente a las dificultades y algunos podemos decir. Sí, ya vislumbramos el fin de todas las violencias y desde ahí seguiremos avanzando.
(1) libro La Mirada Interna, Silo
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