Sin embargo, la dramática peripecia por la que está pasando el señor Errejón nos permite explicar por qué la revolucionaria normativa sobre la que hemos construido esta sociedad feminista está haciendo agua por los cuatro costados.
El pequeño o grande drama de Iñigo Errejón tiene dos perspectivas distintas: a)La personal que es una breve historia de un hombre que se destruye a sí mismo, posiblemente para toda la vida; y b)La política que nos obliga a preguntarnos si todo el discurso feministas era de verdad un nuevo paradigma político o fue concebido con una forma certera de amenazar, y por qué no, de bloquear a la clase política y la cultura de la Transición, para poder ocupar su lugar, sin haber modificado los vicios y defectos que solo querían combatir.
Iñigo Errejón será culpable o no de lo que haya echo, sin duda. Confesará sus pecados, pero tendrá tiempo de arrepentirse. El exdirigente de Sumar está comprobando la milagrosa desaparición de todos sus amigos-falsos amigos diría uno-, admiradores y, finalmente, encubridores. Y digo encubridores, sí, por qué- parece ser-que era de dominio público en el entorno del Poder, que el bueno del señor Errejón supuestamente se relacionaba -con las mujeres de su entorno- con modos o maneras inadmisibles de un dirigente político de su altura y entorno. Cierto es que nadie abrió la boca, ni hizo nada para cortar de una vez por todas y de raíz el supuesto escándalo de quien hacía todo lo contario de lo que él predicaba.
Sin embargo, la dramática peripecia por la que está pasando el señor Errejón nos permite explicar por qué la revolucionaria normativa sobre la que hemos construido esta sociedad feminista está haciendo agua por los cuatro costados. Que llegó a las relaciones de género, a las propuestas sexuales, a la lucha contra la violencia-violencia engendra siempre violencia-, a los crímenes machistas, implantando cuotas y modelos que atentaron a buena parte de la vida familiar, social, política y económica.
No hemos logrado mejoras, sino al contrario. Las generaciones de jóvenes, y en la actualidad, no encuentran trabajo y pisos de alquiler para irse a vivir con sus parejas; nos ha invadido la pornografía subterránea, mal que nos pese. La publicidad, la literatura y las nuevas formas de oció tiene vía libre. Tampoco se redujo la violencia que lleva implícita la necesaria prostitución de la mujer para poder subsistir; la evidente expansión del sexismo…
Haciendo historia podemos recordar que la caída en desgracia de Errejón-como antes la de Tania González, Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero- nos permite comprobar la supuesta hipocresía de un supuesto proyecto político de unos señores que fracasaron en política, porque sus ideas no encajaron en el entorno político español. Quizá vendieron chatarra política, y así les fue.
Siempre he dicho que las ideas políticas de un hombre/mujer son sus hechos…
Quien ama y respeta a una mujer está amando y respetando al mundo entero. No olvidemos que, si nosotros estamos pernoctando en este valle de lágrimas, se lo debemos a ellas. Detrás de un hombre hecho siempre se encuentra una mujer aún más hecha.
La mujer quiere ser amada sin razón, sin motivo: no porque sea hermosa o buena o bien educada o graciosa o espiritual, ¿sino porque es? (Amiel, diario íntimo II).
Hoy por hoy, se intercambian las parejas como si fuesen cromos coleccionables, y, al final, el amor entre ellas-brilla por su ausencia-, y corre que vuela a desembocar en el mar para nunca más volver. Y esto no es amor, amor del bueno…
La Coruña, 19 de noviembre de 2024
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor