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sábado, noviembre 16, 2024

Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar

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Publicado por Pepe Galindo profresor de la UMA

Algunos de los climatólogos más importantes del momento se han unido para escribir un artículo sobre el estado del clima (Ripple et al., 2024). En el mismo título nos avisan de que corren «tiempos peligrosos en el planeta Tierra». El primer párrafo no puede ser más claro (las negritas son nuestras):

«Estamos al borde de un desastre climático irreversible. Se trata de una emergencia mundial fuera de toda duda. Gran parte del tejido de la vida en la Tierra está en peligro. Entramos en una nueva fase crítica e impredecible de la crisis climática. Durante muchos años, los científicos, entre ellos un grupo de más de 15.000, han dado la voz de alarma sobre los peligros inminentes del cambio climático provocado por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y la destrucción de los ecosistemas. Desde hace medio siglo, el calentamiento global se ha predicho correctamente incluso antes de que se observara, y no solo por científicos académicos independientes, sino también por empresas de combustibles fósiles. A pesar de estas advertencias, seguimos avanzando en la dirección equivocada; las emisiones de combustibles fósiles han aumentado hasta alcanzar máximos históricos, los 3 días más calurosos de la historia se produjeron en julio de 2024, y las políticas actuales nos encaminan hacia un calentamiento máximo de aproximadamente 2,7 °C para 2100. Trágicamente, no estamos consiguiendo evitar graves impactos, y ahora solo podemos esperar limitar la magnitud de los daños. Estamos siendo testigos de las sombrías previsiones a medida que se intensifican los impactos climáticos, provocando escenas de desastres sin precedentes en todo el mundo junto con sufrimiento humano y no humano. Nos encontramos en medio de una alteración climática abrupta, una situación calamitosa nunca antes vista en los anales de la existencia humana. Hemos llevado al planeta a unas condiciones climáticas inéditas para nosotros, que también lo serían para todos nuestros parientes prehistóricos de nuestro género, el Homo».

Estos científicos nos alertan de que si no cambiamos el rumbo, «veremos un clima mucho más extremo en los próximos años». Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI o GHG) proceden en un 90 % de los combustibles fósiles y de los procesos industriales (empujados por cada cosa que compramos, en especial las personas más adineradas). El restante 10 % se debe, en síntesis, al cambio de uso de la tierra, principalmente por la deforestación (ganadería, agricultura, incendios, etc.).

Los autores dejan claro que, como científicos y académicos, es su «deber moral y el de nuestras instituciones alertar a la humanidad de las crecientes amenazas a las que nos enfrentamos, con la mayor claridad posible». Es muy alarmante que de 35 signos vitales planetarios que son monitorizados, 25 se encuentran en niveles récord. Entre esos indicadores están los siguientes:

  • la población humana y la de ganado rumiante (que siguen ambas creciendo peligrosamente),
  • el consumo de carne,
  • la pérdida de fertilidad del suelo,
  • la pérdida de bosques, particularmente la Amazonia (por la soja y el ganado),
  • el consumo de energía (en niveles récord que impiden ver las ventajas de las renovables ni de la eficiencia energética),
  • la mortalidad por calor,
  • las emisiones de CO2 y de otros GEI,
  • los subsidios a los combustibles fósiles,
  • los gobiernos que han declarado la emergencia climática (aunque luego no sean coherentes con ello),
  • el nivel de CO2 en la atmósfera (en ppm),
  • las emisiones de metano (CH4) y de óxido nitroso (N2O),
  • las temperaturas de tierra y océanos,
  • la acidez de los mares,
  • la subida del nivel del mar,
  • la cantidad de hielo ártico, antártico y en Groenlandia,
  • el grosor de los glaciares,
  • los incendios y las graves inundaciones en EEUU,
  • la superficie arbórea global incendiada, y
  • los días de calor extremo.

Todos esos datos nos permiten tener una visión global de la realidad, evaluar la magnitud de los problemas, hacer previsiones y —lo más importante— proponer medidas con base científica, para que las adopten los poderes políticos. Analicemos sus conclusiones con un poco más de detalle.

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