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jueves, diciembre 26, 2024

SALUD MENTAL Y ACTUALIDAD DIGITAL

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La salud mental en la era digital se convierte en un campo donde dar cuenta de la importancia de explorar un autoconocimiento de nosotros mismos, más que centrarnos en las nuevas tecnologías, demonizar o creer que es lo externo lo que nos determina. En todas las personas hay una sobredeterminación inconsciente. Somo múltiples, divididos. Hemos de tener en cuenta esa complejidad. De cómo impacta el uso de la tecnología en nuestra salud mental, habríamos de especificar cómo es el uso que hacemos de ella. La era digital habla de una realidad donde estamos más conectados que nunca, pero ahí está la cuestión ¿nos sirve para conectarnos o desconectarnos? ¿Qué contenidos, experiencias, aprovechamos, cómo las utilizamos?

    En esta paradoja de la conexión, hemos de analizar cómo se juegan ciertos aspectos de la relación con nosotros mismos y la realidad. La nuevas tecnologías forman cada vez una parte más importante de nuestras vidas, tanto de forma profesional como personal. Nuevas oportunidades y avances que, bien usados, pueden generar una mayor eficacia, potencialidad, rapidez, conexión e implementación para el desarrollo, sin dejar de lado el valor humano, sin descuidar la inteligencia que también hemos de desarrollar acerca de cómo funcionamos nosotros, como funciona el psiquismo humano. Hablamos de la inclusión del concepto de inconsciente, que ya hace más de un siglo ha supuesto una revolución en nuestro suceder psíquico. Millones de personas ya saben que es muy importante para hacer un buen uso de los nuevos avances, estar a la par de los avances psíquicos, no estar atrasados en materia humana, desarrollar una inteligencia en esa dimensión. ¿Cómo se puede vivir en el siglo XXI con un pensamiento cavernícola en nuestros procesos psíquicos?

    Lo que nos es desconocido, ajeno, puede generar cierto temor, angustia, pero es sólo un paso que, si se traspasa, también genera ilusión, deseo de descubrir, conocer, saber….Esta labor de investigación es la que también se impulsa en el niño a través de la pregunta acerca de su origen: ¿de dónde vienen los niños?. Esta pregunta surge frente al nacimiento de un hermanito, a la irrupción de un igual que pone en juego la posición de él frente a su pequeño mundo.

Las redes sociales pueden prestarse al servicio de nuestras ilusiones, cuando proyectamos en personas que hemos conectado de forma digital nuestras idealizaciones. Momentos de la vida donde la persona ansía del amor, y vuelca sus ilusiones de alguien que ha ofrecido una imagen, unas palabras…Sometido a ese ideal, a veces puede ser utilizado para aislarse de una realidad que no tolera, no soporta, y sumergirse en la fantasía de que es con esa persona con quien puede construir una realidad más placentera. Cae en las redes de lo imaginario. Han de acontecer las palabras, los pactos, construir un amor real.

También pueden generar una sensación de aislamiento y ansiedad cuando hay dificultades de relación, pero ya estaba el problema de antes ¿tal vez es una manera de evitar ciertas relaciones interpersonales significativas y actividades fuera de la pantalla?

    Está la cuestión de la comparación constante con las vidas de otras personas, donde sólo te ofrecen una cara idealizada. Una imagen distorsionada, que hace creer que esas vidas “idílicas” existen. ¿Cómo es nuestra autopercepción? ¿Aprovechamos las redes sociales para denigrarnos, para compararnos constantemente y salir perdiendo de esa situación? ¿Cuánto nos queremos, conocemos, potenciamos nuestras maravillosas diferencias? ¿Aún estamos en ese pasaje infantil donde uno es el centro y queda congelado frente a la imagen de otros, idealizados, creyendo en la completud que el otro tiene y que a mí falta? Son espejismos de una ilusión que destruyen, impiden el crecimiento, las alianzas, el compartir.

   La conexión humana es fundamental, nos construimos en relación a los demás. Es necesario establecer límites como en todo, de uno mismo también y sus ilusiones, y fomentar también las relaciones con la cultura, el arte, un pensamiento que saque de ser un producto de la rueda capitalista, de usar y tirar. Usemos las palabras, produzcamos inteligencia, valores que nos permitan vivir mejor.

    La adicción es un complejo mecanismo psíquico, y no podemos culpar a los videojuegos, a las redes sociales, al móvil… demonizarlos, porque no tenemos en cuenta a la persona que los utiliza.

   ¿Cómo es su relación con la tecnología? ¿Para qué la usa ? Es cómo esa persona lo usa, y en la adicción hay una vía de escape a las exigencias de la vida cotidiana. Tenemos que tener en cuenta que para acceder a un mundo civilizado, hay una restricción de ciertas tendencias en nosotros, relacionadas con el principio del placer, nuestro narcisismo, agresividad…que tenemos que canalizar de otra forma para poder estar entre otras personas, obtener los beneficios de vivir acompañados.

    Con referencia a los videojuegos y a la niñez, la adolescencia, muchos de  los padres y madres de esta generación no comparten los mismos códigos. Antes se jugaba de otras maneras, pero no quiere decir que por ello tengamos que demonizarlo. Aunque se perciba como algo ajeno, extraño, es otra forma más de armar la subjetividad. A través del juego se elaboran cuestiones de las relaciones, de afrontamiento con la realidad, proyecciones de futuro, estrategias… permiten un intento de elaboración de una realidad que a veces les resulta displacentera. Crea una pequeña parcela donde sitúa las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él. Elabora sus ansiedades, sus relaciones, intenta desarrollar habilidades, muestra su potencia, su rivalidad y es un escenario donde expresa también su rabia, la confrontración, la frustración, la sexualidad, la muerte…. contenidos pulsionales que se manifiestan en ese espacio y que van a poner en juego de qué modo articulan, resuelven, elaboran, y otras veces reprimen , donde tienen que pasar niveles, matar al monstruo como reflejo muchas veces de ese monstruo pulsional que campa dentro de cada uno de nosotros. Expresan su rivalidad, de que no pueden poner en palabras deseos hostiles, temores, que a veces se ponen en juego somatizando en el cuerpo, en las funciones, inhibiciones, en las dificultades en dar pasos en la vida, en desarrolarse, que no es por el videojuego, sino que el videojuego funciona como refugio de algo intolerable, nos da pistas, es un medio para comunica su conflictiva a la espera de que pueda ser interpretada, comprendida, por un profesional experto en esa escucha inconsciente, un psicoanalista. Los escenarios de expresión han cambiado con respecto al jugar pero es necesario decir que muchos adolescentes se valen de las pantallas para poder estar con otros, no para aislarse , se encuentran con el compañero para compartir sus juegos. Es una nueva modalidad donde se interelacionan, juegan , se comunican con sus amigos. Si les apartamos de todo eso, les aislamos, no les hacemos partícipes de su grupo de iguales. Los juegos en solitario consisten en mejorar sus habilidades, como un intento de dominar, establecer cierto control pulsional con uno mismo, desarrollar ciertas habilidades. Los juegos de rol ponen en la dicotomía de elegir un personaje, sus características, un avatar de lo que a ellos les gustaría ser, sobre todo, lo que son o lo que fueron. Un nuevo mundo que se abre, como la vida más allá de la familia, renunciar, elegir, aliarse, posicionarse en la vida. La interacción con otros jugadores, vivir otras experiencias, va desplegando en la virtualidad la afirmación de toda su complejidad, y le va permitiendo una elaboración subjetiva. Lo importante no es a qué o con qué juega, sino que juegue, sin dejar a un lado sus responsabilidades. Pero si esto ocurre, habríamos de ver que está atravesando en ese punto vital de su vida, que se está desplegando en su juego, a veces todo ese oleaje pulsional de su proceso vital, explosión de la sexualidad,  hace inhibiciones en su desarrollo y el juego es un intento de encontrarse, de desarrollar algo que no logran objetivar.

   No es lo que se usa, sino el uso que hacemos de ello para tratar de elaborar otras cuestiones, para conectarnos o desconectarnos, tanto en adultos como en jóvenes.

   El psicoanálisis ayuda a desarrollar nuestra posición frente a la era digital, no nos olvidemos de la era humana,  nuestro maravilloso ser humano en el siglo XXI, con una ética, unos valores, un desarrollo adecuado. Construyamos.

Laura López, Psicóloga- Psicoanalista

en formación con Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

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