La persona que pide ayuda es una persona madura, responsable, que sabe que sólo no se puede hacer casi nada en la vida, que somos interdependientes. Nos necesitamos. La ayuda también está muy relacionada con el amor, con entrar en la cadena humana, con amar y ser amados.
Hay personas que no se dejan ayudar, que creen que lo pueden todo solas, les cuesta delegar, y esa soledad termina avanzando como una apisonadora. Podrán poco, terminan sobrecargados y con la puerta de la realidad dada de bruces: no pueden, terminan agotados/as y frustrados/as.
Todos hemos necesitado y necesitamos ayuda en algún momento de nuestras vidas. ¿Pero a quién recurrimos? ¿Recurrimos a quien corresponde? ¿Y qué tipo de ayuda requerimos? A veces pedimos algo a familiares, amigos, parejas, padres… que no corresponde. Si elegimos a personas que son incapaces para ayudarnos en eso, a veces es para afianzar la no resolución de lo que nos pasa o para cargar con la culpa al otro. Hay lazos afectivos muy dependientes que se prolongan en el tiempo e impiden un desarrollo adecuado, incluso se puede no llegar a tomar decisiones adecuadas por esa dependencia excesiva. Es como si a un arquitecto para realizar un proyecto se le ocurre preguntarle a su mamá acerca del mismo o a la pareja. Cada relación tiene sus límites, y a veces uno está muy confundido. La ayuda profesional es muy importante, son personas expertas que dentro de cada campo, nos proporcionan una ayuda real, no una demanda amorosa, o que el otro sea como yo quiero, que me satisfaga en todo. En la infancia es donde comenzamos a pedir hasta ser más autónomos, pero damos un salto a otras personas fuera del foco familiar, de las cuales vamos a interdepender y donde otros también nos van a necesitar.
Es un tema importante el de la ayuda porque también tiene varios matices importantes de reseñar:
– Cuando la ayuda se convierte en una demanda constante por ser ayudado, que requiere de otra persona, no como colaborador/ar para sumar, sino para que le saque del lugar de incapacidad que ostenta, para no transformarse. Es una relación materno-filial. En definitiva, demanda a una mamá que le saque de los aprietos, que le salve, pero sin ley, sin unas condiciones, ni acuerdos que le lleven a desarrollarse, “por su cara bonita”. No se puede ser un bebé eternamente, la rueda tiene que continuar. Sería egoísta permanecer en ese lugar demandante.
– Hoy por ti y mañana por mí. Así convertimos la relación en una transacción económica y cerrada. Te doy tanto y luego tú, a cambio, me das tanto otro. Ayudar no tiene que ver con el sitio desde donde partió esa ayuda, sino en ejercer el verbo, brindar tu ayuda a otros.
– No todo lo que se llama ayuda es ayuda. Hay personas que le arruinas la vida con esa “ayuda”. ¿Qué es ayudar? A veces nos hacemos unos tiranos del bien, queriendo imponer una forma de vivir, precipitando algo que la persona puede no estar preparada. Es como si le regalamos un coche para que lo conduzca solo a alguien que no tiene el carné de conducir y apenas se mantiene en pie. Hay que redimensionar, quién es la otra persona, qué necesita. A veces corresponde más a un deseo nuestro de calmar un culpa y dar, que de tener en cuenta la realidad y lo que es conveniente, permitir al otro que vaya dando pasos, creciendo para conquistar su lugar en el mundo. Si le taponamos, le ahogamos, le volvemos inútil. Eso de que eres tú siempre el que puede y los demás no es un poco sospechoso.
– Por otro lado la generosidad es importante porque ¿cómo va uno a ser generoso si nunca lo fueron con uno? Con nuestro ejemplo transmitimos valores, formas de pensar, y somos modelos de
identificación. No lo olvidemos, seguro que alguien nos puede estar tomando de referencia.
– Reconocer que hay un problema o que necesitamos ayuda es fundamental, está relacionado con nuestra capacidad de aceptación, de reconocimiento y de autoestima. Si somos capaces de reconocer nuestras dificultades y nuestro límites, podremos hacer el trabajo necesario para transformar algunas cosas que nos impiden llevar a cabo el proyecto en sí, o muchas cuestiones de nuestra vida. La negación impide comprometerse a lo que le pasa y no buscar la ayuda adecuada .
– Hay quien siempre quiere aparentar estar bien, se siente vulnerable cuando pide ayuda, lo asocia con debilidad. Pero vive engañado, porque quien pide ayuda es una persona responsable, madura con su vida, que quiere tomar las riendas de la misma, que va a intentar hacer lo posible porque las cosas vayan bien. Nuestro punto vulnerable es que somos mortales, nos necesitamos, va a haber un punto y final en nuestras vidas ¿por qué tan a la defensiva, esperando que el otro nos hiera? ¿no será que en nosotros también está esa intención de forma inconsciente? Mejor no ir con las heridas al aire, psicoanalizarse para transformar esos conflictos internos que aparecen en forma de coraza. Puede estar tocando raíces infantiles, conectados a esos primeros modelos de amar parentales. Hay huellas que no se ven, que se actúan, se instalan como una forma automática de reaccionar y de vivir.
– Muchas veces la forma en que se solicita ayuda es muy exigente y demandante. Cuidado con las exigencias, hay cosas que no corresponden, que el otro no puede o no es viable. También tiene derecho a decir que no.
– La forma de comunicarlo es muy importante, a veces hay poca claridad en lo que se pide, porque ni uno mismo lo sabe. Podemos llegar a esperar que el otro lo adivine, que dé por sabido cosas que nosotros creemos evidentes. O que la cuestión es pedir, para que el otro me responda, como una prueba de amor. Volvemos otra vez a la relación materno-filial.
– No se pide para no molestar al otro: ¡Bendita molestia! Necesitamos sentirnos útiles, dale al otro la oportunidad de serlo, que se encuentre que alguien le desea, le solicita. No te quedes con la imagen que tienes de la relación, habla, pregunta, conversa, pacta, juégate, llama a una puerta, a otra, establece relaciones, suma. El individualismo mata la posibilidad de amar.
– Me da vergüenza, va a creer que soy estúpido/a…: No seamos narcisistas ¿de qué hablamos si uno termina encerrado en su conchita particular?
– Hay refranes para todo. El tiempo no siempre lo cura todo, no siempre hay que dejar pasar el tiempo. Si no pedimos ayuda el problema puede llegar a instalarse y crecer.
Hay personas que no se dejan ayudar, cuesta asumir que necesitamos a otros, que no somos completos, que no venimos hechos, que lo más grande de ti está fuera de ti. Deja a un lado el narcisismo, pide ayuda, consulta con un psicoanalista, te va a devolver ciertas reflexiones donde uno no hubiera caído y hablar de cosas de las que nunca te hubieras atrevido. Conócete, transfórmate, pide ayuda, no estás solo/a. La ayuda está muy relacionada con nuestra humanidad. Vive, juntos se puede más.
Laura López Psicóloga colegiada y Psicoanalista
en formación continua con Grupo Cero, Perito judicial
www.lauralopezgarcia.com