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Fin de curso

Con el día de hoy llega el último viernes de junio. Se acaba la primera mitad del año y de pronto el calendario tiene la sensación de haber echado el cierre con un candado, de haber cruzado un puente. Se acabó el curso escolar y el calorcito celebra el comienzo de las vacaciones; se terminó la temporada deportiva regular y pronto comenzarán los preparativos para la siguiente, pero la dictadura del verano impone en julio y agosto sus consignas de inacción, y el aire se adensa, y los planes se detienen, y la administración se para, y nadie se atreve a discutir la filosofía del descanso estival. Todos a recargar pilas, obediente y simultáneamente, y que a nadie se le ocurra empezar ahora las obras de reforma en la casa, o plantear remodelaciones en el organigrama de la empresa, o proponer cambios en la comunidad de vecinos.

Muchos contratos concluyen con la llegada del verano, una época del año en la que todo se conforma de un modo diferente. Muchos ciclos se completan, muchas carpetas se cierran y muchos profesionales terminan de hacer los balances un rato antes de empezar a hacer las maletas. En mi caso no había contratos de por medio; se trataba sólo de una apuesta personal: la de demostrarme a mí mismo que podía cumplir con mi cita semanal llevándoles la contraria a quienes pensaban que reflexionando sobre palabras y significados no iba a encontrar hueco entre las preferencias lectoras de tanta víctima de esta sociedad vertiginosa, de este mundo materialista que atiende a los sucesos más que a los sentimientos, a lo inmediato y finito más que a lo imperecedero o a lo sugerido.

También para mí, pues, llega con el día de hoy el final de un ciclo. Al igual que mi actividad en el instituto empezaba cada curso en septiembre y terminaba en junio, mi primer artículo en Malagaldía se publicó el 8 de septiembre y esta serie ininterrumpida de los viernes encuentra ahora su punto y aparte. Me pegué a la actualidad en unas ocasiones y escribí crónicas y columnas de opinión, y recurrí a mis inclinaciones de filólogo y crítico literario en otras, sintiéndome escritor y poeta antes que periodista. Mi compromiso con los lectores se mantuvo firme y los textos fueron llegando puntualmente. Me gustó que hubiera quien echaba de menos mi artículo de los viernes si me retrasaba un poco a la hora de subirlo, y me gustará también si hay quien celebre volver a ver mi nombre cuando publique ocasionalmente algún artículo en la prensa en internet porque algún asunto candente me lo pida, y lo haga porque sí, lejos de presiones y plazos.

Se acaba, repito, la primera mitad del año, y yo he decidido cambiar de planes para afrontar de otro modo el comienzo de la segunda. Este es el fin del curso 2023/24 para mí. ¡Feliz verano para todos!

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Carlos Pérez Torres (Málaga, 1958) es escritor y educador. Licenciado en Filología inglesa, ha trabajado muchos años dando clases de Literatura en institutos de Málaga y su provincia. Entre sus obras narrativas destacan títulos como «Nico y Aurora» (2008), «Relatos del impostor» (2016), “Círculos concéntricos” (2018), «Notas al margen» (2022) y «Mala conciencia» (2023). En poesía, entre otros libros, ha publicado «Temblor» (2000), «Razón de convivencia» (2006), o «Antología privada» (2019), y prepara actualmente «Horas de insomnio». También es articulista y autor de novelas de infantil/juvenil.

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