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Citas

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(Para mis compañeros del Club de Lectura “Libros y amigos”)

 

Una dama tan fascinante como ella tal vez debería lucir un nombre más luminoso y positivo. Nuestras citas de ahora son consecuencia de una serie de encuentros a veces furtivos, inesperados; a veces provocados o planificados; sin duda, gratificantes. Siempre cambiantes su apariencia y nuestras circunstancias, las horas y los escenarios: al amanecer, en la quietud de la tarde, en el ocaso del día, entre los rumores de un parque, en la intimidad de mi casa, al calor de alguna playa.

Mis citas con ella han deparado muchos momentos que no se olvidan, secuencias que después vuelven regularmente a la memoria y a los labios para evocar el comienzo prometedor de diferentes planteamientos, cuando yo me quedaba embelesado con las historias que ella me contaba. Una vez comenzó nuestro encuentro hablándome de una tarde remota en la que alguien llamado Aureliano fue llevado por su padre, muchos años después, a conocer el hielo. En otra ocasión memorable, su relato empezó con una luz de ceniza y olivo que flotaba sobre el río haciendo distinguir la delgada silueta de La Maga sobre el Pont des Arts. En otra cita me habló de un tal Gregorio, que se había levantado una mañana de octubre más temprano de lo habitual después de pasar una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia al fin había llegado (lo cual me hizo acordarme de otro Gregorio – del que me había hablado otro día – que también se despertó una mañana, tras un sueño intranquilo, convertido en un monstruoso insecto).

Cuántas historias tristes, como aquella que empezaba con la muerte de mamá – hoy o tal vez ayer –, según anunciaba un telegrama del asilo, y cuántas intrigas y enredos amables, como cuando me hizo reír con las aventuras de un peluquero ocasional que comienzan cuando ve entrar en su local de trabajo un par de piernas (bien torneadas y tal y cual). En fin , tantas y tantas citas que dieron muchísimo juego, y permitidme que me calle los secretos de nuestra peculiar relación, que no era sino un fértil diálogo de silencios.

Repito que ‘Novela’ es un extraño nombre para una dama tan fascinante, un nombre que no he encontrado en el santoral, pero que sé que abunda en cualquier inventario de sueños. Esta mañana podría haber tenido otro encuentro con ella, pero mi cita de los viernes es con vosotros, queridos lectores, y por eso me he detenido a explicaros con cierto detalle esas curiosas metamorfosis en virtud de las cuales, atrapado, como siempre, en la pasión por la literatura, mi imaginación consigue que muchas citas textuales se conviertan, con la complicidad del tiempo, en citas amorosas.

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Carlos Pérez Torres (Málaga, 1958) es escritor y educador. Licenciado en Filología inglesa, ha trabajado muchos años dando clases de Literatura en institutos de Málaga y su provincia. Entre sus obras narrativas destacan títulos como «Nico y Aurora» (2008), «Relatos del impostor» (2016), “Círculos concéntricos” (2018), «Notas al margen» (2022) y «Mala conciencia» (2023). En poesía, entre otros libros, ha publicado «Temblor» (2000), «Razón de convivencia» (2006), o «Antología privada» (2019), y prepara actualmente «Horas de insomnio». También es articulista y autor de novelas de infantil/juvenil.

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