Un 16 de Abril de 1993, Mario Rodríguez Cobos, más conocido por su seudónimo literario SILO, ofrecía en la Universidad Autónoma de Madrid una conferencia que llevaba por título “Visión actual del humanismo”.
A 31 años de aquel evento, es justo preguntar qué sentido podría tener revisar aquel análisis, sobre todo, teniendo en cuenta la señalada “actualidad” de su exposición sobre humanismo.
Comentemos entonces algunos pasajes de aquella charla y dejemos que la audiencia juzgue por sí misma su utilidad.
En esa oportunidad, Silo precisó las dos acepciones que se suelen atribuir a la palabra “Humanismo”, indicando por un lado cualquier tendencia de pensamiento que afirme el valor y la dignidad del ser humano y por otro, su significado más limitado, situándolo históricamente en aquel movimiento que se inició entre finales del siglo XIV y comienzos del XV y que, en el siglo siguiente, con el nombre de “Renacimiento”, dominó la vida intelectual de Europa, desafiando la visión oscurantista dominante.
Ese Humanismo histórico, en correlato con la modificación de las fuerzas económicas y sociales de la época, representó un revolucionarismo cada vez más consciente y cada vez más orientado hacia la discusión del orden establecido.
La Reforma en el mundo alemán y anglosajón y la Contrarreforma en el mundo latino trataron de frenar las nuevas ideas reproponiendo autoritariamente la visión cristiana tradicional – señaló Silo – hasta que el imperio y la monarquía por derecho divino son eliminados merced a las revoluciones de fines del siglo XVIII y XIX.
Luego de la Revolución Francesa y las independencias americanas, pese a tener continuidaden el trasfondo social de ideales y aspiraciones que alentaron las transformaciones económicas, políticas y científicas subsiguientes,el Humanismo ha retrocedido frente a concepciones y prácticas que se instalan hasta finalizado el Colonialismo, la Segunda Guerra Mundial y el alineamiento bifronte del planeta.
En esta situación – puntualizó el pensador – se reabre el debate sobre el significado del ser humano y la naturaleza, sobre la justificación de las estructuras económicas y políticas, sobre la orientación de la Ciencia y la tecnología y, en general, sobre la dirección de los acontecimientos históricos.
El Humanismo de hoy define al ser humano como ser histórico y con un modo de acción social capaz de transformar al mundo y a su propia naturaleza. Este punto es de capital importancia porque al aceptarlo no se podrá, coherentemente, afirmar luego un derecho natural, o una propiedad natural, o instituciones naturales o, por último, un tipo de ser humano futuro tal cual hoy es, como si estuviera terminado para siempre.
Silo avanza con precisiones diciendo que “en este mundo social, la intención común de superar el dolor es negada por la intención de otros seres humanos”, naturalizando a los demás al negar su intención y convirtiéndolos en objeto de uso.
Así, – dice el fundador del Humanismo Universalista – “la tragedia de estar sometido a condiciones físicas naturales, impulsa al trabajo social y a la ciencia hacia nuevas realizaciones que superen a dichas condiciones; pero la tragedia de estar sometido a condiciones sociales de desigualdad e injusticia impulsa al ser humano a la rebelión contra esa situación.”
En el documento fundacional del Movimiento Humanista, cita Silo, se declara que ha de pasarse de la prehistoria a la verdadera historia humana recién cuando se elimine la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros. Entre tanto, no se podrá partir de otro valor central que el del ser humano pleno en sus realizaciones y en su libertad. La proclama: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro”, sintetiza todo esto. Si se pone como valor central a Dios, al Estado, al Dinero o a cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones para su ulterior control o sacrificio.”, señala.
Así está trazada la línea divisoria entre el Humanismo y el Antihumanismo, agrega, citando nuevamente el Documento Humanista. “El Humanismo pone por delante la cuestión del trabajo frente al gran capital; la cuestión de la Democracia real frente a la Democracia formal; la cuestión de la descentralización frente a la centralización; la cuestión de la antidiscriminación frente a la discriminación; la cuestión de la libertad frente a la opresión; la cuestión del sentido de la vida frente a la resignación, la complicidad y el absurdo.”
Los humanistas, destaca Silo, enfatizan en la dirección convergente, en la intención convergente, y a la par de reconocer los antecedentes del Humanismo histórico, se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central.
Desde su internacionalismo, los humanistas aspiran a una nación humana universal. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, regiones y autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.
Por otra parte, Silo puntualiza en aquella alocución que “no se requiere abundar en argumentación cuando se enfatiza que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.”
«Pero frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón como pudiera esperarse, sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos», destaca, anticipándose entonces a hechos que, lamentablemente hoy ocurren en vastas latitudes.
Algo más adelante, en su conferencia Silo apuntará: “En la situación de confusión actual es necesario discutir el tema del Humanismo espontáneo o ingenuo y ponerlo en relación con lo que nosotros entendemos por Humanismo consciente. Es evidente que los ideales y aspiraciones humanistas campean en nuestras sociedades con un vigor desconocido hace pocos años atrás. El mundo está cambiando a gran velocidad y este cambio, aparte de barrer con viejas estructuras y viejas referencias, está liquidando a las antiguas formas de lucha. En tal situación, surgen espontaneísmos de todo tipo que parecen acercarse más a catarsis y desbordes sociales que a procesos con dirección. Por esto al considerar a grupos, asociaciones e individuos progresistas como humanistas, aun cuando no participen de este Movimiento Humanista, estamos atendiendo a la unión de fuerzas en una misma dirección y no a un nuevo hegemonismo continuador de enfoques y procedimientos uniformadores.”
Pero así como existe un sector social amplio y difuso que bien podríamos llamar “campo humanista”, el sector al que podríamos denominar “campo antihumanista” no es menos extenso.
Describiendo anticipadamente fenómenos con una gran precisión, Silo agrega: “A medida que las fuerzas que moviliza el gran capital van asfixiando a los pueblos, surgen posiciones incoherentes que comienzan a fortalecerse al explotar ese malestar canalizándolo hacia falsos culpables. En la base de estos neofascismos está una profunda negación de los valores humanos. También en ciertas corrientes ecologistas desviatorias se apuesta en primer término a la naturaleza en lugar del hombre. Ya no predican que el desastre ecológico es desastre, justamente, porque hace peligrar a la humanidad sino porque el ser humano ha atentado contra la naturaleza. Según algunas de estas corrientes, el ser humano está contaminado y por ello contamina a la naturaleza.” Y también: “Desde allí, a la discriminación de culturas que contaminan, de extranjeros que ensucian y polucionan, hay un corto paso. Estas corrientes se inscriben también en el Antihumanismo porque en el fondo desprecian al ser humano. Sus mentores se desprecian a sí mismos, reflejando las tendencias nihilistas y suicidas a la moda.
Por otra parte, indica Silo, “Una franja importante de gente perceptiva también adhiere al ecologismo porque entiende la gravedad del problema que este denuncia. Pero si ese ecologismo toma el carácter humanista que corresponde, orientará la lucha hacia los promotores de la catástrofe, a saber: el gran capital y la cadena de industrias y empresas destructivas, parientes próximas del complejo militar-industrial. Antes de preocuparse por las focas se ocupará del hambre, el hacinamiento, la mortinatalidad, las enfermedades y los déficits sanitarios y habitacionales en muchas partes del mundo. Y destacará la desocupación, la explotación, el racismo, la discriminación y la intolerancia, en el mundo tecnológicamente avanzado. Mundo que, por otra parte, está creando los desequilibrios ecológicos en aras de su crecimiento irracional.”
No es necesario extenderse demasiado en la consideración de las derechas como instrumentos políticos del Antihumanismo, ilustra Silo. “En ellas la mala fe llega a niveles tan altos que, periódicamente, se publicitan como representantes del “Humanismo”. Tan enorme es la mala fe y el bandolerismo en la apropiación de las palabras, que los representantes del Antihumanismo han intentado cubrirse con el nombre de “humanistas”. Sería imposible inventariar los recursos, instrumentos, formas y expresiones de que dispone el Antihumanismo. En todo caso, esclarecer sobre sus tendencias más solapadas contribuirá a que muchos humanistas espontáneos o ingenuos revisen sus concepciones y el significado de su práctica social.”
Para terminar con aquella exposición en Madrid, Silo señaló: “Quisiera transmitir a ustedes mi personal preocupación. De ninguna manera pienso que vamos hacia un mundo deshumanizado tal cual nos lo presentan algunos autores de ciencia ficción, algunas corrientes salvacionistas o algunas tendencias pesimistas. Creo, sí, que nos encontramos justo en el punto, por lo demás muchas veces presentado en la historia humana, en que es necesario elegir entre dos vías que llevan a mundos opuestos. Debemos elegir en qué condiciones queremos vivir y creo que, en este peligroso momento, la humanidad se apresta a hacer su elección. El Humanismo tiene un papel importante que jugar a favor de la mejor de las opciones.”, concluyó.
Javier TolcachierJavier Tolcachier es un investigador perteneciente al Centro Mundial de Estudios Humanistas, organismo del Movimiento Humanista. Correo electrónico: [email protected] Twitter: @jtolcachier
Artículo tomado de Pressenza