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jueves, noviembre 21, 2024

El fantasma de mi tía

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El fantasma de mi tía. ©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

Y entones como caído del cielo?apareció el fantasma, en una brevísima semana que pasó como un soplo comparado con los diez mil días y noches que abríamos vivido sin conocernos. No era uno de esos lobos de mar de los que gritan ?¡Basta Ya!?.

El mundo se divide entre quienes afirman una cosa, la niegan, o no le dan importancia. Iba a aprender que, aunque no tiene importancia, El fantasma de mi tía se ha convertido en su obsesión. Que se podrá negar sus reflexiones, pero lo que nunca se puede negar es su experiencia. Que se podrá decir que es una extravagancia, pero no podría afirmar que fuese una falsedad. Pero no podría afirman nunca que fuese una mentira.

 

Y, sin embargo? ¿Era verdad que vivía en una casa con una mujer que era visitada por un fantasma, el que ella recibía con los brazos abiertos e, incluso, al que trataba de dar de comer? ¡Dios nos ayude, Dios nos valga! Por lo que respeta al caso no se me ocurre cosa mejor que darle un purgante. Ella me apartó la mano con que se lo daba, y fue uno el que lo tomó?

Y entones como caído del cielo?apareció el fantasma, en una brevísima semana que pasó como un soplo comparado con los diez mil días y noches que abríamos vivido sin conocernos. No era uno de esos lobos de mar de los que gritan ?¡Basta Ya!?.

 

Después de unos días me pidió que me casará con él y le dije que sí. Me respondió: ?Gracias, Ángela, gracias?. ?¡Nunca de arrepentirás! ¡Te amo apasionadamente!?. Y yo le contesté: ?Yo también te amo?. Todo así de sencillo. Le prometí casarme con él cuando volviera de China o Japón (una de las dos) y en primavera. También le prometí esto, aquello y lo de más allá.

 

Al fin nos vimos en Marsella. Fui a su habitación y dormí con él, y todos los días y las noches que pasó a mi lado no fuimos sino uno solo? ¡Qué momentos tan felices, y qué felices!

 

Fue imposible ir con él a Bristol. Aunque mostró ardientes deseos y yo también lo deseaba con todo mi corazón. Se fue solo, y ahora apenas podría describirle?

 

¡Qué es una brevísima semana entre los diez mil días y noches, noches y días-de nuestras vidas?! Antes de hacerse a la mar me mandó uno anillo de diamantes y unos poderes a través de un notario que me ayudarían a tener ya puesta una casa, para cuando el volviera.

 

Tras su partida no volví a ocuparme del secreto de un día. Mi propio secreto que llenaba toda mi vida, y ¡jamás! esta narración se la rebelé a nadie. Me volví a Londres para pasar el otoño y largo invierno?antes de que llegase la primavera.¡Juventud, /divino tesoro, /ya te vas para no volver! /Cuando quiero llorar, no lloro, /y a veces lloro sin querer? Rubén Darío (Metapa, 18 de enero de 1867-León,6 de febrero de 1916).

 

 

La Coruña, 21 de marzo de 2024

©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

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