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miércoles, noviembre 27, 2024

Lotería para Málaga

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Carlos Pérez Torres
Carlos Pérez Torres
Carlos Pérez Torres (Málaga, 1958) es escritor y educador. Licenciado en Filología inglesa, ha trabajado muchos años dando clases de Literatura en institutos de Málaga y su provincia. Entre sus obras narrativas destacan títulos como «Nico y Aurora» (2008), «Relatos del impostor» (2016), “Círculos concéntricos” (2018), «Notas al margen» (2022) y «Mala conciencia» (2023). En poesía, entre otros libros, ha publicado «Temblor» (2000), «Razón de convivencia» (2006), o «Antología privada» (2019), y prepara actualmente «Horas de insomnio». También es articulista y autor de novelas de infantil/juvenil.

El fenómeno de la lotería en España se alimenta y magnifica un poco más cada año para que se note cada vez menos el barniz con que se disfrazan de ilusión los peligros de una compulsión. La amplificación desde los medios de comunicación va inundando todas las rendijas de la sociedad con la habilidad aprendida de pasar por alto la rudeza de los contrastes que impulsan, de forma maniquea, la aureola del sorteo: contrastes entre los caprichos del azar y la crueldad del destino, entre la realidad más gris y los proyectos más coloristas. Contrastes que incluso encuentran un ejemplo sintomático, precisamente hoy, con la farsa hipócrita (re)presentada por dos políticos altivos con la que abrirán todos los programas de noticias, mostrando una actitud de indignidad en favor de sus propias ambiciones, justo en la sede que debería (re)presentar la dignidad y la soberanía de todos, y fingiendo acercamiento mientras se alejan cada vez más.

Una fecha emblemática la de hoy, que también anuncia a gritos la inminencia de una avalancha de brindis ajenos y sonrisas perfiladas ante el sentimiento -o mejor, resentimiento- que asaltará a muchos bajo la sombra de envidia que, esta sí, siempre está muy repartida. Hoy es viernes 22 de diciembre, una fecha tradicionalmente de frío húmedo y de calor familiar; una jornada de cantinela y sonsonete con la que tantos ciudadanos adornan su singladura desde bien temprano, mezclando las rutinas con los sueños y buscando razones para descongelar la entrada en el invierno; un horizonte que huele a vacaciones entre encuentros informales, comidas familiares y reuniones de empresa que por fin llegan, después de meses de tinta roja y de espera anotada en los calendarios; una cifra, con ese veintidós, que se convierte en una excusa para el surrealismo cotidiano entre las licencias y los excesos, con esos dos patitos omnívoros que por una vez también pueden alimentarse de alfajores y roscos de vino.

Sintámonos hoy, excepcionalmente, una pieza de este engranaje colectivo tan bien engrasado, y sucumbamos, pues, a este mayúsculo ejercicio de fantasía, preguntándonos qué tendría que suceder para que a Málaga le tocara la lotería. Podríamos listar una serie larga de peticiones según un eco de aclamación popular: una solución definitiva para el cauce del Guadalmedina que sepa compatibilizar equipamientos urbanos permanentes con las necesidades y la presencia de un río intermitente; una ampliación -que no sea traumática- de las líneas de metro para facilitar el acceso de los viajeros a las zonas este y norte de la ciudad; el regreso en agosto de una Feria del Centro modélica y respetuosa con todos, y bien equilibrada para los visitantes y los locales entre tradición y modernidad; limpieza y orden para todos los barrios, y equidad distributiva para todos los distritos; una correcta política de viviendas; una mayor apertura al mar en la zona oriental de los muelles portuarios; una hermosa Alameda peatonalizada por completo, sin menoscabo para el tráfico o el pulso ciudadano en el corazón de la ciudad…

En fin, se abre la veda y todo el mundo puede formular sus deseos y buscar sus números favoritos para aspirar al menos al consuelo de una pedrea, pero por favor, aun a riesgo de ir contra un visionario bromista como Rafael Pérez Estrada, todo un iluminado en sus escritos y en sus dibujos -iluminado en este caso por los haces de luz de nuestra Farola-, que la Catedral conserve su encanto asimétrico y siga contando con una sola torre, que ya se ha visto claro en más de una ocasión que la mayoría de los malagueños, en ese aspecto, renuncia alegremente a comprar sus décimos.

¡Suerte para todos!

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