La situación de la Atención Primaria tras la pandemia ha generado impactos organizativos que han trascendido a la propia pandemia y que dibujan nuevos escenarios asistenciales y de promoción y prevención en salud hasta hace poco impensables. Así, modelos asistenciales como la teleconsulta, las enfermeras referentes escolares o las consultas de acogida, han tomado posición en los Centros de Salud, con sus luces y con sus sombras.
Una de las iniciativas desplegadas ha sido la implantación de las denominadas “Consultas de Acogida” realizadas por enfermeras de Atención Primaria, en un formato de primera valoración de personas que acuden al Centro de Salud con una demanda clínica no demorable, de cara a solucionar el problema de salud que motiva la asistencia, o bien, reorientar la demanda de forma colaborativa con el médico de referencia.
Este modelo de atención a la demanda aguda de Atención Primaria, según el Colegio de Enfermería de Málaga, no es más que un desarrollo inicial y con un alcance muy reducido de todo el conocimiento científico acumulado durante más de 30 años sobre el impacto de las enfermeras atendiendo a la demanda aguda en Atención Primaria.
Antes de realizar cuestionamientos y posiciones a favor o en contra por distintos colectivos profesionales, científicos o ciudadanos, es preciso conocer con detalle el impacto de la investigación en este campo, que es muy sólido y está muy bien documentado en estudios del más alto rigor, como son las revisiones sistemáticas y ensayos clínicos aleatorizados.
Lo que la ciencia ha arrojado en estas tres décadas muestra un sólido respaldo a la seguridad y efectividad de las enfermeras actuando como puerta de entrada en Atención Primaria atendiendo a la demanda asistencial. Son investigaciones que se han llevado a cabo en casi una decena de países con sistemas sanitarios distintos (incluida España) con 18 ensayos clínicos que han demostrado en más de 36.000 de todo el mundo que la atención a la demanda aguda de pacientes en Atención Primaria no genera más eventos adversos, ni aumenta el número de pruebas solicitadas, ni de medicamentos prescritos, ni las derivaciones a otros servicios, ni los pacientes que son atendidos por estas enfermeras tienen que acudir finalmente a Urgencias porque se agrave su problema, ni tampoco sufren más hospitalizaciones.
Es decir, su atención es totalmente segura, con el aval de estudios rigurosos, replicados de forma consistente en todo el mundo. Pero, además, la investigación nos dice que no solo es segura, sino que es efectiva en aspectos como el control de la presión arterial en pacientes hipertensos, o el control de los pacientes diabéticos, o de la prevención secundaria cardiovascular en quienes han sufrido un evento cardiovascular, o mejora la calidad de vida relacionada con la salud de los pacientes así como la satisfacción.
Por tanto, el debate no está en si las enfermeras pueden ofrecer una atención segura y efectiva en la atención a la demanda aguda y quien insista en mantener el foco en este punto o bien tiene un profundo desconocimiento de los resultados de investigación, o bien, los conoce y los ignora.
Por tanto, el asunto reside en si un modelo de intervención que ha mostrado efectividad y seguridad puede verse mermado por el contexto de su implantación.