Y escucho con paciencia sus palabras, desde la tribuna, y mi piel se eriza ante tanta falta de solemnidad; mi mente reflexiona mientras él habla.
Esa actitud suya, de la que se enviste, burlándose del contrario, no se si es digna de un mandatario.
La serenidad con que enfrenta el momento si es adecuado aunque no se si su mirada refleja sinceridad.
¿Tan fuerte puede ser la llamada de tu ser a ejercer un alto cargo que no importe vestirlo de otro color distinto al que los votantes le han concedido a uno?
No se trata de derechas ni de izquierdas, es simplemente dotar de coherencia los hechos acontecidos.
Negociar es siempre adecuado y apostar por nuevos rumbos que tomar en ese ejercicio del poder pero siempre de manera homogénea, validando y aportando los valores que lleva consigo esta faceta de ser Presidente; respetándo la unidad del país y la igualdad de sus autonomías, debatiendo en el seno adecuado si es que hay que cuestionarlas las leyes fundamentales por las que se rige dicho mandato.
Caminar deprisa hacia un objetivo puede resultar embarrado si no están lo suficientemente claros los pasos que determinarán su consecución.
Terceras partes debatirán esa amnistía que no marca precisamente el progreso de nuestro país en cuanto a legislación se refiere. Aprobarla o denegarla ya no es asunto de los votantes, algunos de los cuales han hecho presencia en las calles para mostrar su desacuerdo. Estamos ahora con la mirada puesta en Europa.
Sólo queda ser espectador del progreso en el caminar de este hombre que porta sobre sus hombros tanta responsabilidad.
@María José Luque Fernández.