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Y llega la Navidad… y esas luces.

Y llega la Navidad… y esas luces.

Añoro aquellas navidades, claro que sí, por muchos motivos.

Como a casi todos nosotros nos faltan seres queridos hecho que se nota en todos los minutos de la vida, pero si consideramos que eso no tiene solución, os contaré por que otros motivos.

En las personas que me rodeaban había caras de ilusión, sonrisas prendidas, carreras y magia. Grandes y chiquitos.

Las calles tenían luces hasta en los pueblos aunque fueran chiquitos, pero no como ahora, a lo grande y con diseños siderales ¡No! Algunas bombillas de colores, estrellas y campanillas.

Las calles llenas de gente, en especial de niños y chavalería. La música con villancicos navideños de toda la vida, aquellos que escuchabamos desde bebes en la cuna o en los brazos de la abuela.

El aguinaldo y las panderetas. A veces las tapas de las cacerolas.

El reunirse los vecinos todos en una casa o en la escalera, en el portal, en las puertas de las casas que fueron pintadas en la primavera. Un coñac, un anís, bizcochitos o rosquillas, recetas de las abuelas.

No había regalos en Navidad en mi país España, siempre se celebró la Noche de los Reyes magos. Poníamos el belén, cada año comprábamos una figura en el rastro de la Calle Mayor en el Centro de Madrid. Comenzó chiquito y terminó siendo un gran y hermoso belén, puesto con cariño e ilusión. Era la magia de la navidad.

¿Magia? ¿Qué es eso? Nosotros somos los que portamos la magia, si no estamos predispuestos no surge la chispa.

Mira a un niño en la cabalgata de reyes, observa su carita, a veces sonrientes, algunas con un poco de temor, otras con la boca abierta y los menos derramando alguna lágrima de ilusión. Eso es magia. Ellos nos enseñan a diario donde reside la magia junto con el resto de emociones y sentimientos.

En muchos hogares, había poco dinero, pero los reyes magos siempre dejaban alguna cosilla que para nosotros era el regalo más maravilloso del mundo. La mañana de Reyes nos juntábamos en la plaza a jugar con nuestros regalos que eran de todos.

Recuerdo tiempos difíciles muchos, miro fotos y saltan detalles a la mente como fotogramas de una película y veo a mi padre cansado de realizar dos trabajos, con su sonrisa besarnos para dormir y sentarse en el salón a estudiar.

Nombraré a mi abuela que aprendió a leer y escribir con 50 años con verdadera ilusión y murió orgullosa de poder firmar con su nombre y apellido, mostrando a la enfermera su sueño realizado.

Es a lo que me refiero con la Navidad de antes: sueños, ilusiones y magia.

Mi tía abuela a la que amo muchísimo siempre recuerda que el momento más bonito de su vida, fue una navidad que pasamos juntos. Cena normal más bien escasa, pero alegría e ilusión, cacerolas y cazos soperos, tapas de las cacerolas, ¿Quién hacía más ruido? Menuda orquesta montábamos. Cantábamos y bailábamos. Eso era darle vida a la Navidad.

Un abrazo y un beso suficiente regalo.

Los niños temprano a dormir y junto al belén un vaso de leche o un trozo de bizcocho.

Me sonrío cuando recuerdo una noche de reyes. En mi casa, como en la de muchos, hacía mucho frío. Recuerdo llegar a dormir con dos pijamas, la bolsa de agua caliente, los calcetines, dos mantas y tapada hasta arriba. Soñé, precisamente una noche de reyes, que le veía en el pasillo, a él mi Rey Baltasar y me sonreía.

No importa si fue real o no, aquella magia se quedo conmigo y aunque no me gusten estas fiestas de ahora que solo son consumo, la transmito a todos los chiquitos y a los grandes que se quieren dejar embrujar, por que la realidad de estas fiestas es compartirla con aquellos que queremos, que están a nuestra vera, que a veces por el diario acontecer no podemos ver.

Cada día del año es Navidad, valores, magia e ilusión para compartir. Es Navidad cada mañana cuando puedes vivir de nuevo otro día más, aunque sea rutina, aunque duela, aunque…

Ahora las tardes de compras en el centro de la ciudad o en los grandes centros comerciales. Luces y agobios, imposible caminar y disfrutar de la navidad; ya no hay magia todo se torno en consumismo y agobio.

En la televisión, anuncio tras anuncio para que los niños aprendan desde chiquitos a consumir. Las familias llegan a endeudarse por el dinero gastado en cosas innecesarias que se han ocupado de hacerle creer que lo son.

Y después de que me enrollé os contaré por qué quise escribir esto.

Era por las luces de Navidad.

En las imágenes de la Nasa la tierra se ve azul desde el espacio. Ahora no. Luces artificiales coronan el planeta.

¿A cuánto puede ascender la iluminación de Navidad en todo el Planeta tierra?

Ni idea. Busqué en todos los buscadores, en archivos de la Biblioteca Nacional (por si hubiera datos de otros años) y no encontré nada al respecto.

Mi mente me dice, que, con ese dinero malgastado, podrían vivir muchas personas, comer otras tantas y curarse de ciertas enfermedades otras.

Podrían tal vez construirse pozos de agua y escuelas, mejorar los sistemas educativos, dotar a la sanidad de más medios y…

Pero eso es solo un pensar mío…

Gracias a mi curiosidad encontré otros datos.

Sabemos que el planeta esta ya destinado a morir, tarde o temprano, para que lleguen las consecuencias del cambio climático queda poco y no hay ya vuelta atrás ni medios para solucionarlo, así que añadamos más leña al fuego.

En muchas ciudades, países, se está prohibiendo el acceso con los coches por la alta contaminación. Una boina gris tirando a negro sobre mi ciudad, imagino que la de muchos.

Pues saben que aparte del aumento del consumo energético que suponen estas luces navideñas, hay otras consecuencias.

En los datos que he podido localizar, correspondientes a España y al año 2007, durante la época de las fiestas, se consumieron 30.000 millones de Kilovatios por hora. Este consumo se podría igualar al de 50.000 viviendas en un año.

Y lo peor no es eso, saben cuantas toneladas de Co2 se emiten a la atmosfera, una cifra tan pequeña que no tiene a penas importancia, sólo 10.000 toneladas.

Saben que hay estudios sobre el incremento de los gases de efecto invernadero que se produce en estas fechas por que se recogen más basura, un 20% solo en el país de México.

¡Cuánta comida se tira, cuantas personas no tienen que comer…!

Mejor lo dejo y en unos días prenderé de magia mi Navidad, a mis seres queridos.

Disfruten cada día lo que puedan y les dejen, con su sonrisa y un pequeño saco de paciencia se consigue, se lo confirmó yo.

@María José Luque Fernández.

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