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viernes, noviembre 8, 2024

La noche estrellada de Van Gogh.- Mis percepciones.-

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Desde el balcón de mi casa, frente al jardín, donde la calma se palpa y la quietud endulza la piel, cipreses que hacen sombras dibujando en el lienzo oscuro de la noche paisajes, la vida que se enreda en los hierros que sobre el agua semejan culebrillas, el cielo de mi Madrid que no es negro ni azul oscuro, anda a camino entre el azul y el violeta; discurre depende de la luz que se prenda en los ladrillos rojos cuyas ventanas buscan ser espacios
abiertos cual la brisa fresca de la noche se cuele, mientras el cuerpo sereno dormita.

El cielo de agosto, es mi cielo, donde bajo las estrellas coexisten mis sueños, aquello que vivo dormida, despierta transito la vida buscando momentos. La luna marchó hace ya unos días, su reflejo cubría tras un tupido velo el manto de estrellas que surge cuando el día agosta sus fuerzas y la noche plácida envuelve entre sus brazos el mundo.

Esa pared blanca, sucia de la contaminación de esta ciudad en que el ruido adormece el silencio que buscas cuando reptas desde el rosal hasta la chimenea, buscando alimento, haciendo placer en tu boca, tras tu lengua el insecto que osa entorpecer tu camino.

Salamandra querida, descansa un momento, no quiero perderme tu caminar a mi vera, déjame que pida tan solo un deseo ahora que a la tierra vierte el cielo una lágrima, estrella fugaz radiante, a la fuga te das mientras intento captar en mi retina el momento.

Deseo que la luz brille siempre aún entre la niebla, que el dolor cese y el baile goce cuando bajo el influjo de la hermosa serena luna, encuentre un halo de plata, ese hilo con el que coso mi corazón furtivo que se enreda entre las ramas, donde el rosal castiga con sangrantes espinas.

Torna el blanco puro de tu alma, rojo averno en el que tu hermano el deseo requiere presencia. Bailamos entre las sombras, cobijados entre el vuelo de los murciélagos que
sacian su sed en el agua encarcelada que queda bajo mi ventana, evitando ser mordido. Ser inmortal vasallo donde la vida transcurra entre luceros que palpitan y aviones que dejan estela blanca marcando el rumbo del camino, tal vez errado…

Y entre mis manos, tus manos, caricias que despiertan al alba cuando el mundo en movimiento se despierta, dejando la magia tras la alcoba… tu y yo vivimos en el mismo universo, más son muros de hormigón los que separan la piel que buscas, sueños que transitas con alevosía, cuando tu cerebro inquieto olvida que fueron tus manos las que sesgaron aquello que ahora deseas.

En la zona errónea de tu vida embargas de emociones, discrepas los momentos, percepciones equivocadas que te llevan a dejar de ser vida. Es el tributo pagado por enredar en tu mente, recovecos obscuros que conducen al más allá, sin regreso, perdido entre la niebla quedas;  vagando, la vida ensombrece y el momento llega, adiós. Sólo era un sueño, un deseo apagado, un equivocado momento buscado, «Mi aldea estrellada«. Seguro ahora la encuentro en este otro mundo donde ahora me ubico, dejé de observar tras la ventana del sanatorio, en aciagos momentos tejía mi sueño…

Como sabréis Van Gogh pintó este cuadro en el transcurso de su internamiento en el asilo Saint- Paul- de- Mausole después de haber sufrido un colapso mental en el invierno de 1888.

Después dejó estas líneas en una carta a su hermano: «Ésta mañana he visto el campo antes de amanecer desde mi ventana, con nada más que la estrella de la mañana, la cual era muy grande.”

Su balcón abierto a la vida, aunque cerrado a su libertad, entre barrotes de la ventana pintó también este otro cuadro, y a su hermano le escribió: «A través de la ventana abarrotada, puedo ver un campo de trigo… encima de la cual, por la mañana, puedo ver el Sol salir en todo su esplendor”.

Noche estrellada. – 1889.-

Y entre las líneas de sus más de 800 cartas escritas encontramos redacción poética como esta:

“Mirando a las estrellas siempre me pone a soñar. ¿Por qué, me pregunto, no deberían los puntos brillantes del cielo ser tan accesibles como los puntos negros del mapa de Francia? Así como tomamos el tren para llegar a Tarascon o Rouen, tomamos la muerte para llegar a una estrella.”

Fue esta su primera «Noche estrellada»

Cypresses.-1889.

Hablaban de muerte también sus pinturas, eso dicen algunos entendidos que afirman, por ejemplo, que la presencia de cierto árbol, ciprés que habita en los cementerios, ocupe lugar en su lienzo.

En mi jardín hay sauce, cipreses y rosales, hay robles y un castaño, lavanda que prende olor en la piel y allí no lloran a muerte; gozan por casi rozar el cielo, gimen cuando el viento balancea su porte altanera, intentando alcanzar la luna o las estrellas.

Van Gogh era un muchacho que tenía un gran amor y pasión por observar el cielo nocturno.

Dicen que sus obras se basan más en su creatividad que en la percepción de la
realidad en la que vivía. Ser soñador y hablar con las estrellas, buscar aquello que deleita la vista para plasmar en tu lienzo e incluso en tu vida aquello que deseas, cuando el alma
ennegrece y se sume en el pozo donde solo la muerte se atreve a ser paseante.

Libertades que prendía en su piel, idealizar sus momentos, sus pequeños retazos de la vida que le rodeaba sin poder sentirla en su alma, gozarla. Trastornos de su mente que dicen le llevaron al suicidio. Percepción de realidades que se tornaban sueños. Inquieto paseante de la vida que imprimió en los lienzos sus momentos más especiales.

Quien sabe que ocupaba su mente, quizás solo no encontró su lugar en este mundo en el que nos empeñamos en colocar etiquetas por doquier, permitiendo que aquel que no encaje, sea extraditado y en su doloroso transitar no encuentre otro camino que huir de la vida que le mata viviendo.

Hasta el último día probada queda su constancia y percepción de la realidad con su cuadro póstumo Raíces de los árboles.- según expertos del Instituto Van Gogh:

“Pasó todo el día pintando, trabajando en una serie de raíces de árboles ubicadas a lo largo de la cuneta de una carretera. El lugar “Rue Daubigny, una carretera principal que atraviesa Auvers-Sur-Oise, ciudad que se encuentra a 20 millas al norte de Paris y a 150 metros de donde murió el pintor “Auberge Ravoux” .

Libertad encontrada para transitar su alma por esas preciosas percepciones que plasmó en sus aproximadamente 900 pinturas y más de 1.000 dibujos en unos diez años de creatividad.

La vida todo un sin sentido, los hechos, todo un misterio, realidades todas aquellas que deseemos, reescribimos la vida y nuestra historia a cada momento.

@María José Luque Fernández

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