Las escenas de muerte y destrucción en Gaza nos persiguen, llenan nuestras pantallas y son compartidas por amigos en las redes sociales, presionan nuestras conciencias y nos hacen preguntarnos: ¿realmente ha evolucionado la humanidad? ¿ha avanzado realmente?
La escena de la niña palestina que identificó el cuerpo de su madre muerta a través de su cabello, y la del corresponsal de Al Jazeera que lloró mientras cargaba el cadáver de su nieto pequeño que murió con otros miembros de su familia, junto con decenas de escenas de niños aterrorizados corriendo entre el polvo de los edificios derrumbados, o aquellos que fueron sacados de entre los muertos bajo los escombros. Escenas lamentables y tristes han sido recibidas con un silencio internacional que equivale a complicidad; una posición incomprensible que contradice las normas internacionales que exigen la protección de los civiles y la no utilización de métodos de castigo colectivo.
En el contexto de este silencio, hay que elogiar la posición oficial española, que no se quedó en la condena, sino que también trabajó por encontrar una solución que permitiera alcanzar la paz. Los esfuerzos del presidente del Gobierno español Sánchez quedaron representados en su visita a El Cairo para asistir a una conferencia destinada a lograr la paz en Oriente Medio y en la presentación de una propuesta a la Unión Europea para lograr la paz. Posiciones y esfuerzos que no fueron adoptados por los árabes y que parecen haber caído en la historia.
La posición humanitaria oficial española era expresión de una posición popular general, que no conocía un doble rasero, sino que creía que todos los seres humanos eran iguales, y que la vida humana era preciosa independientemente de su religión o raza. Una posición popular representada por las manifestaciones contra la guerra y a favor de la paz, una posición popular compartida por muchos pueblos del mundo libre que también se manifestaron violando y oponiéndose a la posición de sus gobiernos en apoyo a la guerra en Gaza.
A esto se suma que muchos pensadores y periodistas especializados en Occidente que critican fuertemente a Israel, emitiendo opiniones de que tal vez si algunos árabes las dijeran, serían tildados de terroristas.
Esta escena llena de dolor nos hace mirar con preocupación al futuro de la región, y de hecho el futuro del mundo y de toda la humanidad, y nos preguntamos a dónde nos llevará este nuevo y viejo conflicto; ¿Nos llevará a una paz justa? ¿ a una solución que logre una paz duradera para todos y de la que disfruten todos los pueblos de la región?, ¿Recurriremos a analgésicos sin encontrar una solución real? ¿Se allanará el camino para que acontecimientos como este se repitan pronto? o ¿estamos lejos?, ¿adoptar la lógica de la fuerza bruta, trabajando para liquidar toda la causa?.