NETANYAHU Y HANIYA DEBEN SER PROCESADOS
24/10/2023
Excelentísimo señor Karim Khan, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional.
En las últimas semanas asistimos atónitos a un sangriento horror en la franja de Gaza, elevado a la categoría de espectáculo mediático. Después del terrible ataque perpetrado por Hamás contra población civil israelí, el gobierno de Benjamin Netanyahu se ha lanzado a una loca espiral de violencia contra la población gazatí que nadie sabe cuándo se detendrá, bombardeando y asesinando a miles de civiles.
Muchos analistas ya advierten de las posibles y catastróficas ramificaciones que podrían provocar que el conflicto estallara mediante la intervención directa de otras potencias regionales y mundiales. El clima de violencia se ha extendido a toda la región y más allá. Si esta chispa prendiera, nos encontraríamos ante el riesgo de la utilización de armas nucleares. Todo el planeta asiste impotente al sistemático aniquilamiento de la vida y la esperanza de millones de seres humanos. Al mismo tiempo, gran parte de la población mundial experimenta este estallido como una fuerte contradicción, que se opone a las aspiraciones de paz y justicia de toda la humanidad.
Responsabilizamos de este sinsentido a la lógica violenta y deshumanizadora de los dirigentes políticos del gobierno de Israel y Hamás, centrados en la eliminación del adversario mediante todas las formas de violencia a su alcance, incluidas la bárbara utilización de toda la población como rehén de la guerra. Es claro que la violencia de ambos actores se retroalimenta mutuamente y ambos justifican su barbarie con la del enemigo, mientras se incita a la venganza en ambos bandos, envenenando a las futuras generaciones, a quienes se niega la posibilidad de construir un futuro en paz.
El brutal atentado de Hamás contra la población civil israelí, que podemos calificar como crimen de lesa humanidad, además de causar centenares de víctimas mortales y de tomar rehenes indiscriminadamente, pretendía provocar la devastadora respuesta del Estado de Israel.
Pero hay que recordar que más de dos millones de palestinos viven en Gaza desde hace varias décadas en una situación dramática, prisioneros en un gueto, sometidos a una completa humillación, con miles de presos políticos sin cobertura legal en las cárceles israelíes y asediados por el poder militar del ejército israelí, que periódicamente bombardea las ciudades y poblados causando miles de muertos. Esta política, que solo podemos calificar como de genocida, hoy alcanza sus mayores dimensiones a través de un cruel operativo militar que pretende la destrucción sistemática de la sociedad gazatí y la ruina de todas las infraestructuras del territorio. No se sostiene la afirmación de que se trata de una acción defensiva del Estado de Israel, es una planificada venganza con la que se está masacrando a la población civil.
Responsabilizamos también de la catástrofe a las grandes potencias mundiales, que han permitido o alentado esta agonía inacabable del pueblo palestino. Hoy, de nuevo, las potencias de Occidente se posicionan a favor de las represalias y se contentan con solicitar la apertura de corredores humanitarios, en lugar de exigir un alto el fuego que ponga fin al terror. Incluso boicotean cualquier intento de presión para detener los bombardeos, como demuestra el que una reciente propuesta del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pidiendo el cese inmediato de los combates, haya sido vetada por los Estados Unidos.
Significativamente, los máximos representantes de las potencias occidentales se han apresurado a visitar en estos días Israel, avalando manifiestamente su postura, lo que anuncia una guerra larga… y también nuevas oportunidades para el negocio armamentista. Por otro lado, otros gobiernos de la zona apoyan y sostienen la lucha armada de los militantes de Hamás.
Mientras tanto, la gente en todas partes está pidiendo que se detengan los bombardeos y demás acciones violentas, que se liberen los rehenes secuestrados y se asegure inmediatamente el cumplimiento de los derechos humanos más básicos en la región, tales como la entrada de agua, alimentos, combustible y suministros médicos, necesarios para la subsistencia de la población. Aunque no parece que podamos esperar nada de esas instancias políticas, que están demostrando su esterilidad o su hipocresía a la hora de enfrentar el momento presente, seguimos exigiéndoles su compromiso y su acción para ayudar a resolver el conflicto.
La conciencia humana debe explorar otros caminos para salir de este laberinto. La lógica enferma de los bandos, que niega lo humano en el adversario, nos ciega y nos atrapa, y esto nos sucede aunque vivamos a distancia del conflicto. Por eso, cuando las personas comunes gritamos nuestro rechazo a la violencia, clamamos por un cambio cuya necesidad experimentamos directamente en nuestras vidas. Hoy se necesitan señales, voces que se hagan oír, acciones que señalen un camino de superación del conflicto y de la violencia que nos deshumaniza. Y si la desolación frente al estado actual de las cosas es tan grande, es porque ya existe en los pueblos una difusa conciencia respecto a algunos intangibles tales como la aspiración a la paz, a la justicia y a la vigencia de los derechos humanos, valores que se están quebrantando con impunidad en este conflicto.
Esta impunidad debe cesar. En el artículo 5 del Estatuto de Roma de 1998, por el que se rige la Corte Penal Internacional, esta se otorga competencia respecto de los crímenes de genocidio, lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión, situaciones todas que se están produciendo en Gaza e Israel. Exigimos que se empiece por cumplir la legalidad internacional.
Le pedimos, Sr. Khan, como fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, que escuche estas reclamaciones y que de inmediato abra un procedimiento que investigue los crímenes de guerra (genocidio y lesa humanidad) que se han cometido y se siguen cometiendo en Gaza e Israel y que puedan resultar en un procesamiento de Ismail Haniya, líder político de Hamás y Benjamin Netanyahu, Primer Ministro israelí. No es una empresa fácil, entre otras razones porque Israel rechaza la existencia de la Corte Penal Internacional pero, a pesar de la dificultad del intento, la sola existencia de esta investigación será señal y símbolo de que la justicia internacional está comprometida con el logro de la Paz y la Justicia en la tierra de Palestina e Israel.
Es claro que una resolución definitiva del conflicto requerirá un largo proceso de reparación, la constitución de un estado palestino viable, y recorrer un camino de reconciliación que algunos ven difícil o imposible pero que, de avanzar, mostrará que la violencia puede y debe ser superada.
Nos parece oportuno citar a Silo, referente del Humanismo y la No Violencia, que en las Jornadas de Reconciliación de 2007 en Punta de Vacas (Argentina) dijo: “cuando llegamos a comprender que nuestro enemigo es un ser que también vivió con esperanzas y fracasos, un ser en el que hubo hermosos momentos de plenitud y momentos de frustración y resentimiento, estaremos poniendo una mirada humanizadora sobre la piel de la monstruosidad. Este camino hacia la reconciliación no surge espontáneamente, del mismo modo que no surge espontáneamente el camino hacia la no violencia. Porque ambos requieren de una gran comprensión y de la formación de una repugnancia física por la violencia”.
Ojalá pronto se abra paso esta mirada en la conciencia de los pueblos.