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miércoles, diciembre 25, 2024

Oriente y Occidente: interacción entre competencia y diálogo

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Ahmed Ramzy
Ahmed Ramzy
Ahmed Ramzy nació en El Cairo (Egipto) en 1979. Licenciado en Filología Española en la Facultad de Al Alsun, Universidad de Ain Shams (2001) y diplomado en Historia de Egipto, en El Cairo. Es guía turístico autónomo en su país desde hace más de veinte años. Autor del libro” El Puente” publicado por Editorial Circulo Rojo en Dic. 2018.

Hace unos días, el canal «Russia Today» emitió una entrevista a un ciudadano americano, que parece pertenecer a un movimiento conservador y vive en Moscú, quien expresó en su discurso que en Rusia encontró lo que extrañaba en su tierra natal, donde nació, expresaba que en Moscú siente verdadera libertad, se siente muy cómodo en una sociedad conservadora que le recuerda cómo era su tierra natal en el pasado, en la que solía ganar más dinero que ahora en Moscú. El hecho de que haya elegido Moscú es sin duda por un sentimiento de felicidad por su vida allí, un sentimiento que no encuentra en Occidente.

El hombre continuaba su conversación y al fondo aparecían fotografías del presidente ruso Putin y Stalin, en un claro escenario de propaganda para el régimen ruso, su política y su ideología. La escena ciertamente parece absurda, sin duda es un intento de promover el régimen ruso y mostrar a la sociedad rusa de una manera ideal que ignora todos los aspectos negativos.

Pero lo que me llamó la atención de lo que vi fue su similitud con lo que hacen muchas instituciones occidentales en el contexto del diálogo intercultural. ¿No hacen muchas de estas instituciones lo mismo?, cuando sólo hablan con personas de Oriente que adoptan completamente el pensamiento occidental y presentan sus críticas a sus sociedades orientales manteniendo al mismo tiempo que lo que dicen es lo que debería ser, como que el modelo occidental es definitivamente el mejor y otros modelos no son adecuados.

En el marco de una visión integral del asunto se puede imaginar que hay quienes en toda sociedad se diferencian de ella y rechazan sus valores con los que la mayoría de su gente está de acuerdo. Esto es normal, pero sin duda estas personas no representan a la mayoría de sus miembros. En Oriente, por ejemplo, también hay quienes viven de los occidentales que rechazan lo que Occidente les da y rechazan sus valores. Un ejemplo es el de Leticia Tirado, una española que vive en Egipto que dijo cuando la entrevistaron en  El Mundo en 2016 «que lo que están haciendo en el mundo occidental con la mujer es quitarle valor, no ponerle valor, aparte de utilizar su imagen, como vemos en la moda» confirmó la joven agregando, » que libertad no es solo para destaparse sino para taparse también». La pregunta aquí es: si queremos establecer un diálogo con Occidente, ¿Podemos considerar a Leticia Tirado, siendo occidental, como su representante?

Lo mismo se aplica si quiere Occidente establecer un diálogo con Oriente. No puede ser con orientales que adopten plenamente las ideas occidentales, de lo contrario el diálogo se convertirá en un diálogo con uno mismo y no con el otro.

Como  vemos,  si queremos establecer un verdadero diálogo, debe ser con quienes no están de acuerdo con nosotros, y el objetivo debe ser que cada uno de nosotros aprenda del otro, que al final, no existe un modelo perfecto; cada modelo tiene sus propias ventajas y desventajas. De lo contrario, el asunto se convertirá en una especie de propaganda absurda, y en ese momento no habrá diferencia entre lo que hacemos y lo de «Russia Today».

 

 

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