Recientemente en los periódicos, como en los medios internacionales circularon noticias preocupantes sobre las protestas de los habitantes en los suburbios de París, tras el asesinato de un joven de origen árabe a manos de la policía. Los que generaron los disturbios, muchos de ellos inmigrantes, y la aterradora violencia que ha sido continua y ni si quiera ha cesado al terminar de escribir estas líneas.
Las condiciones de los inmigrantes de origen árabe en Europa difieren mucho de un país a otro. En algunos países son hijos de segunda y tercera generación, como es el caso de Francia, o pueden ser recién llegados, como es el caso de otros países. Pero en cualquier caso, el problema es el mismo y hay que afrontarlo con todas sus complicaciones. Lo que está pasando ahora en Francia puede pasar en otros países europeos en un futuro próximo o lejano, ¿no, está claro?
Estos desafortunados hechos coincidieron con otro incidente en otro país europeo, Suecia, donde un hombre quemó el Sagrado Corán, el cual nos recordó incidentes similares en otros países occidentales. Uno de los más famosos fue el incidente de un cura estadounidense que quemó el Corán en 2011, y recuerdo en ese momento que lo sucedido enfureció a los musulmanes de todo el mundo. La repetición de sucesivos incidentes han hecho que los musulmanes nos volvamos mas apáticos, o que nos acostumbremos y no sé, exactamente, si debemos estar felices o tristes.
Son sucesos lamentables que se han ido repitiendo hasta normalizarse. Sucesos que exaltan la Islamofobia y hacen sonar al mismo tiempo la alarma; ¡que se acerca lo peor!, suenan sirenas aquí y allá, ¡que se acerca lo peor!; entonces ¿soy yo el único que lo escucha? ¿Todo el mundo es sordo?, ¿somos sordos o no queremos oír?. Lo que nos pasó es similar a lo que escribió el novelista portugués José Saramago: «Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven».
Si no oímos ni vemos, o si ya nos hemos vuelto ciegos y sordos, el resultado es el mismo, porque es lo que viene, sino intervenimos para cambiarlo. Lo que tenemos que hacer hasta ahora está disponible, ciertamente, lo que debemos hacer no es nada fácil y requiere mucho esfuerzo, y el camino no está lleno de flores, pero la salvación es posible. Porque simplemente lo que nos une es mucho más de lo que nos separa, porque al final somos hermanos en la humanidad, lo importante es que rápidamente nos deshagamos de lo que ensordece nuestros oídos y ciega nuestros ojos y no perdamos más tiempo, porque las oportunidades que tenemos hoy pueden no estar disponibles en el futuro.