Geranios, buganvillas y gitanillas se abrían en la tarde cordobesa, en el camino de cantos rodados y en la belleza tallada en los años y en las alforjas vivas del tiempo. Nos recibió el río Guadalquivir , con su baño de gentes y verdes arropes. El calor de sus gestos y su mirada viva nos acompañaban en el paseo hasta la fundación Miguel Castillejo. Flor de España y de torres coronada, con personas ilustres que ciñeron tu talle: Góngora, Séneca, Averroes, Julio Romero de Torres, Julio Anguita… Artistas en sus calles y rumbas de versos inundaban las aceras ¡con qué alegría se llenaban los patios de nuestra alma, cuántas flores y música!
Nuestra cita llegó con el sonrosar de la tarde y el azabache de la noche. La pasión estaba asegurada. Versos cordobeses abrieron el broche de la tarde con espontáneas artistas de la voz, mujeres con labios pintados con el nombre de la tarde, Córdoba Pasión.
Las palabras del anfitrión inundaron la velada con majestuosidad y admiración hacia Miguel Oscar Menassa, director y fundador de La Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero, reseñando la preparación de los poetas y su labor en el arte y la creación.
El escenario se abrió entre las flores y el público con olor a azahar. Norma Menassa, sugerente en sus versos y sus palabras, novia de la noche, de juventud plena, conquistó nuestras miradas y el deseo. Nos llevó a la música y las letras del poeta en la maravillosa voz de Clemence Loonis que entronaba la noche con el reino de las palabras junto a la vibración del oboe en los labios de Enmanuel Alfonzo. La magia nos elevaba a la altura de los naranjos para volar en el arte de su incomparable canto. Versos del poeta causaron efectos en el público, azucarando la tarde. Nadie quedó indiferente. En un revuelo de versos , cuerpos granates conversaron con las orillas de los hombres y dejaron atrás la muerte de la noche y resurgieron del marasmo y de la luz con un manto de espejos. El Ángel gitano, Virginia Valdominos, bailaba escenificando los versos del poeta con el pálpito de Córdoba y sus gentes, con el mantón de los sueños de verano envuelto, jaleando libertad. Cuántos entendieron y fueron a las orillas de tu taconear profundo y el deseo siempre inquebrantable de tu voz.
¡Cómo caía la noche y se acercaban la gente a los pliegues y extensiones de los poetas y artistas! Kepa marcaba los acordes y los ritmos en pasos y canciones que llenaron nuestros pulmones de aire, siempre vivos. La marquesa del Tango, Helena Trujillo, con gracia, soltura y manejo andaluz, sembró nuestros oídos y alma, atrapó todo nuestro semblante y nos hizo sonreír con tangos argentinos desde Andalucía, con Julián perdido pero encontrado en las laderas de su arte y en la alegría que transmitía al público y que vibraba, más que nunca, en el maravilloso patio, abanico de sueños, que fue, durante dos horas, un lugar para volar. Terminó en la noche, para seguir hasta el amanecer en un espectáculo inolvidable.
Muchas gracias por traer la alegría y la creación al sur de vuestros corazones.
Laura López