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miércoles, noviembre 27, 2024

TOC RELACIONAL O TOC AMOROSO: DUDAS AMOROSAS

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    El toc relacional o toc amoroso es un tipo de TOC o de obsesiones cuya temática son las dudas acerca de la relación amorosa-sentimental. Hay continuos cuestionamientos acerca del amor o la atracción por la pareja: que si hay compatibilidad, “si es el amor de mi vida”, si es la persona adecuada… Incluso puede incluir dudas acerca de la propia heterosexualidad, que se añade en la ecuación de poner en duda la relación. También pueden llegar a imponérseles en la imaginación situaciones de infidelidad, sensaciones de ser rechazado/a, querer comprobar lo que siente, haciendo “pruebas de amor”, compararle con relaciones anteriores de pareja o fijarse en exceso en los “defectos” de la persona. Cualquier atisbo de la realidad o algo imaginario se utiliza para permanecer en la duda. Así se ponen en juego preguntas constantes con la condicional “¿y si?”: ¿y si no es la persona de mi vida? ¿y si no le quiero?, ¿y si me arrepiento?, necesitando de una corroboración constante y búsqueda de respuestas, de manera que no puede dar un paso, convirtiéndose en una tortura y un “machaque” mental. A través de películas, novelas, creencias, opiniones, se intenta una racionalización de la cuestión pero, al final, es un siempre: “Ni contigo ni sin ti”.

   Estos pensamientos generan mucha ansiedad, sentimiento de culpa, miedo a volverse loco, ira, pueden llegar a sentir vergüenza… y llevan a la persona a una espiral de ideas y sus contrarias, de impulsos por querer terminar con la relación, reproches y necesidad de castigo. Se puede llegar a verbalizaciones y rumiaciones, pero luego vuelven con la idea de continuar: “realmente le quiero, me arrepiento de todo lo que he pensado, no merezco su amor”. Se calman ante la persona amada o ante la idea de que realmente puedan abandonarle y buscan razones para obviar que no tiene justificación el hecho de separarse y luego vuelven a empezar. Se convierte en una auténtica tortura para la persona que lo padece y, si se expresa a la pareja, también para el partener.

 

Siempre va a haber una cuota de verdad en esta sintomatología, una verdad pero transformada. En las relaciones más cercanas hay una ambivalencia afectiva: al igual que se ama a esa persona también hay un poso de hostilidad. No hay amor puro cien por cien. Hay cuestiones con el odio, con el deseo, muy intoleradas en la persona, en su estructura mental, un conflicto entre la moral, sus propios deseos. Todo cursa en un plano inconsciente. De nada sabe el sujeto sino de sus efectos en la realidad, que va a ser una mínima parte y un disfraz del germen que esconden. En todas la personas hay una “fachada”, una apariencia de lo que creemos, pensamos cosa normal, en realidad es un efecto de nuestros conflictos inconscientes. Entre la parte consciente y la inconsciente de la personalidad hay diferencias. En la conciencia rige la moral, la ideología, la educación… y en la inconsciente las pulsiones, nuestros instintos por así decirlo, donde no hay normas ni moral. Esta parte siempre está “viva” con tendencia a manifestarse. Esto pone en alerta al yo, de modo que la persona se defiende contra algo que ella misma desea a nivel inconsciente pero que no tolera. Esta también es la fuente de nuestra energía vital. Hay una angustia en la persona que se va a expresar en estas situaciones y que tiene que ver con la construcción de su yo. La angustia se escenifica en esta ocasión, en el escenario amoroso.

       Por ejemplo la persona que ante la situación en que su amada tenía que marcharse a cuidar a un familiar y tenía que separarse un tiempo de él, le aparecieron impulsos de ponerle una piedra en el camino para que tropezara y el acto contrario, que es retirarla. Es una simbología de su ambivalencia afectiva en el acto de hacer y deshacer. También puede haber imágenes, ideas obsesivas de hacerle daño, pero hay que analizar estas circunstancias, porque como en los sueños, hay una labor de interpretación, pues esas ideas que se imponen son máscaras de otra verdad, donde se juega la ambivalencia, la representación del conflicto entre estos dos impulsos antitéticos de igual magnitud (amor-odio). Los síntomas son una manera de elaborar un deseo que la persona no tolera, es una forma de solucionarlo. La neurosis obsesiva sea cual fuere su forma (toc amoroso, relacional, toc religioso, de limpieza, toc homosexual…), son formaciones reactivas, que le llevan a la necesidad de castigo. Su esencia son reproches transformados, retornados de la represión, que también están conectados a los primeros amores infantiles, con la sexualidad infantil: al papá, la mamá, ciertas experiencias o fantasías infantiles, modos de reaccionar que se reactivan en la actualidad, formas que se repiten, modos de resolver, fijaciones, que necesitan ser transformados mediante un psicoanálisis personal.

    La inseguridad y la duda es uno de los métodos para extraer a la persona de la realidad y aislarla del mundo, que es una tendencia implicada en toda perturbación psíquica. Funciona como una detención ante pasos o decisiones en la vida, cambios, o etapas. A veces, a través de la enfermedad se elude la labor de resolver algo en la realidad. Puede haber una incapacidad por tomar decisiones y dar pasos. Se aplaza toda resolución y se está perpetrado constantemente por la duda. La duda corresponde a la percepción interna de la indecisión que se apodera de la persona a consecuencia de la inhibición del amor por el odio. Pero cada caso, en cada persona se van a jugar en su historia personal y su realidad psíquica estructuras diferentes que sería necesario revisar para construir una relación con uno mismo y los demás más sana. En el toc amoroso hay una regresión del acto al pensamiento. En el toc de amores o relacional, la persona con obsesiones ha de desarrollar una supermoral para defender su amor contra la hostilidad que le acecha. Se convierte en un circuito de pensamiento donde se produce un goce rumiativo, aunque conscientemente sea muy displacentero.

Mejor psicoanalizarse, porque no es cuestión de esa pareja, está en la persona esa disposición, y puede ir desplazándose la misma situación psíquica a otras relaciones.

Consulte con un psicoanalista, es la única disciplina que puede escuchar la complejidad de estos procesos. Encantada de escucharte.

Laura López, Psicóloga y Psicoanalista

en formación continua con Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

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