Este viernes 3 de marzo a las 18:00 nos volvemos a ver en la Plaza de la Merced para exigir un territorio habitable que ponga la vida en el centro y que nos permita avanzar juntas hacia una Málaga sostenible, participativa y ecofeminista. Salimos a las calles una vez más para visibilizar que el cambio climático no es una crisis que sólo afecta al planeta, sino también a las personas. Las mujeres y otras minorías son las más impactadas debido a la violencia sistémica que sufrimos.
La emergencia climática cada vez se agrava más y vemos como desde movimientos ciudadanos se proponen soluciones basadas en la justicia climática. Por ello, la lucha contra la crisis climática es también de fuerte carácter feminista, anticolonial, antiracista y por los derechos humanos de las personas. Hoy, a nivel provincial y municipal, nos encontramos con una situación desoladora. Nunca antes en el período democrático había alcanzado la violencia social perpetrada por la clase política dirigente de Málaga niveles tan elevados.
En Málaga capital, por ejemplo, vemos como el Ayuntamiento se quiere cargar La Invisible – un verdadero motor social contra las desigualdades -, y cómo ordena expulsar a personas, muchas de ellas trabajadoras o vulnerables, de sus propias casas. Al mismo tiempo, observamos cómo cualquier espacio verde supone una amenaza y ha de ser convertido en una oportunidad de hacer caja, como ocurre con el Bosque Urbano de Málaga (BUM). Vemos cómo la codicia de las élites por repartirse el pastel de la naturaleza les sitúa en una lógica de capitalismo productivista, salvaje y despiadado.
Por ello, salimos a las calles para apoyar las luchas de los barrios, a apoyar la lucha del Perchel, del Palo, de Huelin y de todas las zonas afectadas por la hiperedificación y la jungla del asfalto. Frente a esta situación de inmovilismo y de irresponsabilidad climática, nosotras y nosotros salimos a las calles para luchar por el transporte público colectivo gratuito para las jóvenes y las personas vulnerables, además de una red de carril bici seguro y que permita otra forma de movilidad activa-sostenible, retomando el sistema de bicicleta pública eliminado el año pasado.
Exigimos que se abandonen los proyectos de los rascacielos, especialmente el de Repsol para respetar el BUM, y pasar de la lógica de jardines a la lógica de bosques urbanos que permitan evitar los islotes de calor. Además, también es perniciosa la lógica de querer confinar la sostenibilidad a una zona de la ciudad como se pretende con el proyecto para la Expo. No, ese no es el camino, “la ciudad sostenible” no puede ser un oasis en un desierto, listo para desmontar después de que se vayan los turistas.
La sostenibilidad y el ecofeminismo han de llegar a todos los rincones de Málaga. Porque los grandes logros se consiguen escuchando a las vecinas y los vecinos, pedimos mejorar y renovar las herramientas de participación ciudadana, hacer uso de consultas ciudadanas y de asambleas vinculantes barrio por barrio para tomar medidas de lucha contra la crisis climática, mediante justicia climática y ecofeminismo a través de la participación ciudadana. Del mismo modo, debemos democratizar la energía y fijarnos el objetivo de ser la primera provincia en producir su propia energía verde.
Gracias al sol, a los paneles solares y a políticas públicas ambiciosas, particulares y comunidades de vecinos tendrán la capacidad de contribuir con determinación a la mitigación del cambio climático con la producción de electricidad verde, al mismo tiempo que se reducen sus facturas. Necesitamos también huertos urbanos para asociaciones y la ciudadanía, acompañados de campañas municipales sobre una dieta mediterránea variada basada en lo vegetal y en la producción local de temporada. En definitiva, en un año de elecciones municipales, empezar a construir una ciudad para sus habitantes y no únicamente para el turismo y la especulación, y hacer nuestro modelo de ciudad sostenible para todas la prioridad de Málaga.