La literatura sirve de inspiración al cine y por eso, existen películas basadas en libros que nos han permitido poner rostro a personajes y escenarios que nos habíamos imaginado de una forma específica.
Hoy quiero hablaros de: “La ventana indiscreta”, un relato escrito por Cornell Woolriches en 1942 cuyo título original considero más fiel a la historia que nos cuenta: “It had to be murder” (Tenía que ser asesinato). Narra los angustiosos días que vive un hombre llamado Jeff cuando observa desde la ventana de su pequeño y caluroso apartamento algo que no sabe exactamente qué es pero que no le parece normal. Postrado temporalmente en una silla de ruedas a causa de un accidente y su escayolada pierna, desde su ventana ve la rutina diaria de los vecinos del bloque de enfrente, los ve cenando, bailando, disfrutando de su intimidad de pareja, viendo el televisor, y es entre ellos que cree ver a uno asesinando a su esposa y deshaciéndose del cuerpo escondido en una alfombra.
En 1954 Alfred Hitchcock dirigió la única adaptación, hasta el momento, que se ha hecho del relato, la tituló Rear Window (la ventana trasera) y en España le pusieron “La ventana indiscreta” supongo que por aquello de que el protagonista se pasa el día espiando a sus vecinos con unos prismáticos y eso, es indiscreción. Se arropó de grandes actores y actrices como James Stewart, Grace Kelly, Thelma Ritter, Raymond Burr y Judith Evelyn, consiguiendo crear una obra maestra del cine.
Pero lo que nos trae aquí es comparar ambas obras y vamos a ello: que Hitchcock era un genio es indiscutible y no creo que exista un director mejor para reflejar la angustia del protagonista, su impotencia ante lo que cree estar viendo, la agonía de su pequeñísimo y caluroso apartamento, y el dolor de su pierna rota y escayolada.
En la novela resultan estresantes y angustiosos varios momentos, como aquél en el que el vecino supuestamente asesino va a “charlar” con Jeff, o cuando se acerca el final, o cuando manda a su amigo a ver qué está pasando en el edificio de enfrente…, y en la película el director lo mejoró todo porque podía hacer magia con las imágenes, los tiempos y los sonidos, en ella se multiplican los sentimientos y la angustia (sello indiscutible de Hitchcock).
El personaje de Grace Kelly es un añadido del director, claramente debido a su obsesión por las actrices rubias, y aunque esta aparición caiga en detrimento del verdadero ayudante de Jeff en el libro, los fans de la Princesa de Mónaco, agradecemos el cambio, siempre es un placer verla actuar.
También es de agradecer la presencia de James Stewart, un hombre que reflejaba en su mirada todo lo que hiciera falta, y en la angustiosa escena final, cuando oímos como el vecino sube las escaleras para enfrentarse a Jeff, sufrimos con cada paso dado en esa escalera que parece eterna, sus ojos son el espejo de la angustia de todos los espectadores.
Por todo eso, concluyo con lo que yo denomino mi…
Veredicto (personal): el relato es breve, se lee rápido y consigue poner al lector lo suficientemente nervioso como para disfrutarlo, pero en esta ocasión me voy a quedar con la película. Una obra maestra de este calibre pocas veces se consigue, y donde vaya James” el caballero sin espada” Stewart va una servidora.
Cine y libros, novelas y películas. Lo que provoca en cada uno de nosotros es muy subjetivo. Yo te ofrezco mi opinión y te invito a compartir conmigo la tuya, puedes hacerlo en comentarios o buscarme en redes sociales. Te leo.
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