“Después de todo, ¡declaro que no hay placer como leer! ¡Cuanto antes uno se cansa de cualquier cosa que no sea un libro! Cuando tenga mi propia casa, seré miserable si no tengo una excelente biblioteca.” (Orgullo y prejuicio,1813)
Jane Austen fue una escritora inglesa nacida el 16 de diciembre de 1775 y a la que 247 años después, se la sigue leyendo y disfrutando. En esta semana que sus fans celebramos su llegada al mundo, quería aportar mi homenaje a esta mujer que tantas buenas horas de lectura me regala.
Desde que se publicó su primera novela “Sentido y sensibilidad”, ha sido calificada como una autora sagaz y crítica con su época; hoy se la encasilla entre las “escritoras adelantadas a su tiempo” pero a mí, personalmente, me gusta pensarla como una escritora que “hablaba de su tiempo” sin miedo al qué dirán. Vamos a repasar hoy sus novelas (no olvides comentar cuál has leído y/o te gustaría leer, en comentarios o búscame en redes sociales):
“Sentido y Sensibilidad” (1811) fue publicada sin nombre de autor/a, sólo con un simple “By a Lady” (por una dama) porque los editores no confiaban mucho en que una mujer pudiera vender libros. La historia habla de dos hermanas, Elinor y Marianne que son vistas, la primera como toda sensatez (sentido) y la segunda como todo sentimiento (sensibilidad). El amor, las convenciones sociales, las rentas anuales que condicionaban los enlaces matrimoniales,… todo sirve como crítica para esta completa novela que no pasa de moda. La catapultó a la fama pero siguió conservando el anonimato, pero ya por decisión propia.
“Orgullo y Prejuicio” (1813) fue su consagración como escritora. En ella encontramos por un lado, a Elizabeth Bennet, arquetipo de heroína fuerte y nada convencional que hoy día sigue siendo un modelo a imitar por su arrojo y su inteligencia y por otro, al Señor Darcy, el eterno galán misterioso, ese que luego se ha intentado repetir en infinidad de obras de todo género, pero sin conseguir el mismo éxito. Es quizás su obra más conocida y la más adaptada en cine y televisión. Con una frase de comienzo que se considera, como poco, excepcional por su ironía: «Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero poseedor de una gran fortuna ha de necesitar esposa”.
“Mansfield Park” (1814): su obra más picarona, con una protagonista femenina, Fanny Price, atrevida y fresca que no puede alejarse de los mandatos sociales y uno masculino, su primo Edmund, que lucha por vivir bajo su propio criterio, sin tener que obedecer siempre lo
que los demás dispongan. Una entretenida novela de enredo y líos familiares con una juventud dispuesta a pasarlo bien. Aquí presentó incluso a un “chico canalla” capaz de enamorar a las féminas de tal forma que se olvidaban de sus obligaciones familiares y morales.
“Emma” (1815) es pura alegría. Su protagonista tiene como mayor afición conseguir emparejar a todos sus conocidos, por eso pasa las tardes leyendo y pensando en compatibilidad de caracteres y en cómo hacer posibles las uniones matrimoniales que para ella son más favorables. Un personaje que puede generar diversión pero, al mismo tiempo, animadversión, por ser muy sabelotodo. Nuevamente Austen nos habla de la obsesión social por el matrimonio y las ventajas que una buena renta te ofrece a la hora de elegir pareja.
Y ahora sus dos novelas póstumas, publicadas juntas:
“La Abadía de Northanger” (1817) fue la primera obra que escribió, pero se publicó mucho después de su muerte. Su protagonista sirve de excusa a la autora para criticar, precisamente, el tipo de novelas que a ella la hicieron famosa. Catherine, es la antítesis de las heroínas de toda buena novela de época: no compone música, no sabría pintar el rostro de su amado, ni siquiera tiene la decencia de ser huérfana y sigue soltera ¡aun teniendo más de 20 años! Estas condiciones atípicas mezcladas con su pasión por leer novelas góticas, la convierten en una heroína especial que consigue que disfrutemos de una novela diferente y fresca, por momentos incluso alejada del sello Austen.
“Persuasión” (1818) es la obra más madura de la autora, donde los protagonistas ya no están si quiera en edad casadera y, por tanto, ya no son merecedores de esa opción. Tuvieron una amistad de juventud que no llegó a convertirse en compromiso y se reencuentran después de muchos años sin verse. Con la ventaja que da esa madurez (¡ojo! que estamos hablando de que tienen 25 años) juegan a algo que viaja entre el coqueteo y el intento de alejar al otro mientras deciden si están realmente enamorados y quieren dar una oportunidad a eso del matrimonio.
La huella de Jane Austen va más allá de los convencionalismos, de las clases sociales y de lo romántico. El humor y la crítica que respiran sus obras hacen que se disfruten en cualquier época, porque aunque creamos lo contrario, el hombre y la mujer se sigue comportando igual que siempre en lo que al amor atañe. ¡No te la pierdas!
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