Tras la cadena humana del 12 de febrero y la multitudinaria manifestación del 4 de abril, esta mañana ha tenido lugar una nueva movilización en defensa de la Casa Invisible y en contra de la propuesta de desalojo por parte del Ayuntamiento de Málaga.
La Casa Invisible ha vuelto movilizarse para oponerse a su desalojo. Lo ha hecho, esta vez, a través de tres concentraciones en plazas clave del centro de Málaga (Félix Sáenz, Constitución y Merced), acompañadas de una deriva ciudadana que ha recorrido múltiples vías de la almendra histórica de la ciudad en el traslado de un lugar a otro. La jornada de reivindicación ha estado jalonada de una variada muestra de las actividades y talleres que cotidianamente se llevan a cabo en el espacio: música, danza, teatro o circo.
Frente a la vía judicial abierta por el Ayuntamiento de Málaga, desde la Casa Invisible seguimos apostando por el diálogo, y porque se retorne a los compromisos acordados en 2018. Del mismo modo, las asistentes a la movilización de hoy han reivindicado otro modelo de ciudad, apostando por la cultura local y el cuidado de sus propias habitantes frente al monocultivo turístico y la gentrificación urbana.
MANIFIESTO LEÍDO AL FINALIZAR
Volver al diálogo para salvar la democracia. La Invisible se queda
No hay democracia sin conflicto y no hay conflicto que no merezca una solución mediante el diálogo. El diálogo y no un voto cada cuatro años, es precisamente la esencia de la democracia. Tampoco la hay sin que existan diferencias. Afrontar los conflictos que surgen de esas diferencias, debe ser la seña de identidad de cualquier gobierno digno de la ciudadanía a la que dice representar. ¿Y qué es la ciudad sino el espacio público para ese diálogo, el espacio donde buscamos sentido, encuentro y la posibilidad de ensanchar la razón?
Es evidente que el derecho a la ciudad, a habitar la ciudad, pasa necesariamente por el respeto a la diversidad, a sus voces, a sus colores, a sus cualidades. No hay democracia cuando se intenta por la fuerza que toda esa pluralidad encaje en un molde único. Claro que no: no hay democracia cuando se intenta callar por la vía violenta la voz de una parte importante de quienes habitamos la ciudad y menos, cuando se renuncia al diálogo con argumentos falsos. Falsear la verdad, cuando se está en el gobierno, es nada más ni nada menos que traicionar a la democracia.
No hay ninguna duda y no negamos que La Casa Invisible escapa a ese molde único, pero rechazar que su singularidad enriquece a la ciudad y en consecuencia también a la democracia, equivale a despreciar la riqueza cultural y social de Málaga. La casa Invisible ha sido reconocida por el propio Ayuntamiento cuando pretende vender la idea de una Málaga heterogénea y optar así a capital europea por ejemplo. Luego, cuando evidentemente no cuela, amenaza con la porra y la acción violenta para su desalojo. Eso se llama mercadear con la ciudad y arrimarse siempre al mejor postor, desoyendo a sus habitantes.
La cultura es una expresión híbrida y no cuidar esa expresión e impedir la convivencia, sale a la larga muy caro. Acaba por deteriorar el carácter de la ciudad y por consiguiente, empobrece la democracia. Ya lo estamos viendo. Basta con darse una vuelta por nuestro centro histórico y algunos barrios aledaños para comprender que el modelo de democracia sin ciudadanía, hace aguas.
Eso es, al fin y al cabo, lo que revela este nuevo intento de desalojo violento de La Invisible. Revela el deterioro democrático de un gobierno que, en lugar de optar por la violencia y el molde único, debería velar por el carácter múltiple, complejo y enriquecedor de nuestra ciudad y sus gentes.
El Ayuntamiento lo sabe de sobra. La Invisible cuenta con un proyecto de rehabilitación. Notorio y distinguido en las más altas instancias. Seleccionado por el Ministerio de Cultura por su excelencia, su calidad y cuidados a la hora de preservar esa parte del Patrimonio Histórico que es el edificio que habita La Casa Invisible. Una rehabilitación que cuida con mimo todo el edificio y no sólo su fachada y que se puede ejecutar por fases sin necesidad de desalojarlo. Lo tienen, lo esconden… ¿Les da vergüenza? Lo cierto es que todo lo que sea obviarlo es mentir, mentir a la ciudadanía, lo que es sin duda, una gran afrenta a la democracia
Sigue nuestras noticias