El libro titulado “Brutus, una historia de 3º de BUP” narra las aventuras de un grupo de adolescentes, efervescentes hormonalmente, inmunes al aprendizaje y objetores de la higiene personal, que cursan el último año de BUP en un colegio religioso de Madrid en la década de los 80.
Brutus no tiene ninguna aspiración literaria ni tampoco pretende provocar ninguna reflexión. Su único objetivo es provocar la carcajada, mantener la sonrisa y quizá, al terminar de leerlo, buscar el teléfono de ese amigo del colegio al que no ves desde hace treinta años.
Son trescientas páginas de visita por un mundo que ya no existe, en el que los niños viajaban amontonados en el asiento de atrás de un 850, los señores tenían bigote, las televisiones no tenían mando a distancia y tenías que esperar a que tus hermanos colgaran el teléfono para poder llamar a un amigo, que probablemente no estaba en su casa y no te iba a contestar.