El histórico funeral de la reina Isabel II del Reino Unido, fallecida el 8 de este mes a los 96 años, finalizó al mediodía en la Abadía de Westminster ante la presencia de decenas de dignatarios mundiales y miembros de familias reales de todo el planeta.
El ataúd de la monarca salió de la Abadía de Westminster al finalizar el servicio fúnebre y su féretro, envuelto en banderas y coronado por la Corona Imperial de Estado, fue trasladado de la iglesia nuevamente en el carruaje para dar comienzo a la procesión que la llevará a través de Londres hacia el Castillo de Windsor para un segundo servicio.
La procesión se dirige primero a Wellington Arch, uno de los monumentos más importante de Londres.
Es seguida por los policías de la Real Policía Montada de Canadá y por cuatro representantes del Sistema Nacional de Salud conocido como NHS.
Entre ellos se encuentra May Parsons, que administró la primera vacuna contra el coronavirus 2020, según relató la BBC.
El servicio fúnebre de la monarca en la Abadía de Westminster se llevó a cabo en el edificio en el que se casó y fue coronada reina.
Durante el sermón, el Arzobispo de Canterbury dijo que la monarca marcó a «una multitud» durante sus 70 años de reinado.
Cientos de dignatarios asistían a la ceremonia, incluyendo los ex primeros ministros de la reina, así como el presidente de Estados Unidos Joe Biden y el presidente francés Emmanuel Macron.
El féretro había llegado a la abadía pasadas las 11 (las 7 en la Argentina) en un afuste (carro para cañones) tirado por decenas de marineros, luego de ser despedido a lo largo de 10 días en capillas ardientes montadas en diversas locaciones, en las que cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos se acercaron a darle su adiós después de haber soportado colas de hasta 14 horas.
El cortejo fúnebre fue breve, ya que el ataúd se encontraba en el cercano Palacio de Westminster.
Al frente de la procesión había alrededor de 200 gaiteros y tamborileros de los Regimientos Escocés e Irlandés, la Brigada de Gurkhas y las Fuerzas Armadas (RAF).
Detrás del carruaje caminaron el rey Carlos III y sus hermanos, seguidos por el príncipe Guillermo.
Tanto Carlos como otros miembros de la realeza, incluida la princesa Ana y Guillermo, vestían uniforme militar.
Andrés, quien fue despojado de los títulos reales tras su vinculación con un escándalo sexual de abuso de menores, y el príncipe Enrique, que abandonó sus deberes reales luego de casarse con la actriz estadounidense Meghan Markle, no usaron los atuendos militares.
El féretro fue escoltado por 142 marineros de la Marina Real, una tradición que se remonta al funeral de la reina Victoria en 1901.
El servicio fue dirigido por el decano de Westminster, David Hoyle, mientras que el sermón estuvo a cargo del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder de la Iglesia Anglicana, de la que el rey de Inglaterra es cabeza desde la ruptura con el Vaticano en el siglo XVI.
Estuvieron presentes también la primera ministra Liz Truss, antiguos primeros ministros y otras personalidades y los miembros de la familia real y las realezas extranjeras.
También estuvieron presentes unas 200 personas condecoradas por la reina en junio de este año, entre las que se encuentra el personal sanitario que participó en la respuesta a la pandemia.
El féretro recorrerá las calles de Londres hasta el arco de Wellington, en Hyde Park Corner, en un cortejo en el que se espera la presencia de un millón de personas.
Más tarde, el ataúd saldrá en auto hasta el castillo de Windsor, a unos 30 kilómetros, donde tendrá lugar un nuevo servicio fúnebre, más familiar, y su entierro, ya en el ámbito privado.
Desde el sábado, 48 horas antes del cortejo, las primeras personas empezaron a apostarse en las calles del recorrido.
Se espera además que cientos de miles se vuelquen a las calles de la capital británica.
Este domingo Carlos III agradeció el apoyo de la gente hacia él y su familia y dijo que estaba «profundamente conmovido».
La operación de seguridad para proteger el funeral implica el despliegue de una cantidad de policías nunca vista en Londres, según los medios británicos.
«Como evento único, esto es más grande que los Juegos Olímpicos de 2012, es más grande que el fin de semana del Jubileo de Platino», dijo el subcomisario adjunto de la Policía Metropolitana, Stuart Cundy.
Más de 10.000 policías y personal se dedicarán al funeral, mientras que todas las fuerzas del Reino Unido contribuyeron, incluida el de la Policía de Irlanda del Norte.
Cientos de jefes de Estado, jefes de Gobierno y altos miembros de la realeza deberán viajar a través de Londres a una iglesia de 800 años de antigüedad, sin un perímetro de seguridad permanente.
Biden alabó la «dignidad» y el «servicio» de la reina Isabel II, antes de acudir al Palacio de Buckingham ayer para una recepción del nuevo monarca.
Mientras tanto, mucha gente acampó durante la noche en bolsas de dormir a lo largo de las calles principales de Westminster por donde pasará la procesión.
Desde el miércoles cientos de miles de personas hicieron cola para pasar frente al ataúd de la reina, y los últimos se fueron justo después de las 6.30 de esta mañana.
La gente llegó a esperar durante más de 24 horas en una larga fila a lo largo del Támesis en el centro de Londres, de casi 8 kilómetros.
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