Cuando el gobierno de Ucrania se prepara para admitir la caída definitiva de la estratégica ciudad portuaria de Mariupol, en el sudeste, a orillas del mar de Azov, a manos de las fuerzas militares rusas, el comando invasor sorprendió este lunes temprano con una serie de potentes ataques en Lviv, en el oeste, con un resultado inicial de seis muertos y ocho heridos, según las autoridades locales. «Por ahora, hemos contabilizado seis muertos y ocho heridos. Entre estos últimos hay un niño», aseguró el gobernador Maksim Kozitski en Telegram, según reportes de AFP, Sputnik y Europa Press.
El bombardeo a Lviv, inesperado y gravoso en términos de daños y víctimas, golpeó la moral del presidente Volodimir Zelenski y del canciller Dmytro Kuleba, quienes tenían puesta su atención y sus declaraciones públicas hacia la situación de Mariupol, sitiada y asediada desde hace seis semanas por las fuerzas rusas, que se aprestan al asalto final para doblegar a unos 2.500 combatientes ucranianos y 400 «mercenarios» extranjeros, la mayoría de países europeos, atrincherados en una enorme planta de producción de acero bajo la cual corre una vasta red de túneles.
Kuleba dijo en las últimas horas que Mariupol «ya no existe» tras los enormes daños materiales causados por los ataques rusos y resaltó que la situación en la ciudad es «dura a nivel militar» y «descorazonadora».
«La ciudad ya no existe. Lo que queda del Ejército ucraniano y un gran grupo de civiles están básicamente rodeados por las fuerzas rusas. Continúan su lucha, pero parece, por la forma en la que se comporta el Ejército ruso en Mariupol, que han decidido arrasar la ciudad hasta los cimientos a cualquier precio», manifestó el canciller en una entrevista a la cadena de televisión estadounidense CBS.
Admitió que no hubo negociaciones de alto nivel en los últimos días. «Tras (las matanzas en) Bucha, se ha hecho particularmente difícil seguir hablando con los rusos», explicó Kuleba. Rusia rechazó permanentemente ser responsable de esa y otras masacres informadas en ciudades y pueblos ucranianos donde habían estado sus tropas y denunció que se trató de «montajes» y «noticias falsas», todo lo cual, según el Kremlin, afectó la seriedad de las conversaciones de paz.
Al respecto, el ministerio de Defensa ruso denunció este lunes que tropas ucranianas en Kiev ya tienen planificados actos de esta naturaleza que tendrán lugar la noche del 23 al 24 de abril, el Sábado Santo ortodoxo, en varias provincias del país.
«Los batallones nacionalistas formaron más de 70 grupos móviles que se desplazarán en furgonetas y coches todoterreno dotados de lanzagranadas y su misión es atacar las iglesias la noche pascual (del 23 al 24 de abril) para luego acusar a los militares rusos de asesinatos masivos en esa festividad sagrada para los creyentes», alertó el general coronel Mijaíl Mízintsev, jefe del Centro para la Gestión de la Defensa, adjunto al ministerio.
Las provocaciones de las fuerzas ucranianas se llevarían a cabo, con el apoyo de varios países occidentales, en las provincias de Zaporiyia, Nikolaevsk, Odesa, Sumi y Jarkov, añadió el reporte oficial, citado por la agencia de noticias rusa Sputnik.