Europa está metabolizando las consecuencias de una guerra en su territorio que no tiene precedente desde la Segunda Guerra Mundial, en la que el volumen y el ritmo de la crisis de refugiados ucranianos, que según Naciones Unidas superó los 3,9 millones de personas, activó la Directiva de Protección Temporal inutilizada hasta el momento y desató debates sobre si Occidente tiene una “doble categorización de los vulnerables” y si existe una “geopolitización del asilo”.
A la hora de evaluar la acogida por parte de Europa de los refugiados ucranianos que buscan asilo desde la invasión rusa el 24 de febrero, la comparación inmediata que aparece es la desatada a partir de la crisis humanitaria en Siria en 2015.
“Los refugiados ucranianos son percibidos como ‘nuestros refugiados’ y la invasión de Ucrania es también vista como (casi) ‘nuestra guerra’”, afirmó a Télam Blanca Garcés-Mascareñas, investigadora del área de Migraciones del CIDOB Barcelona Centre for International Affairs, y dijo que representa una “diferencia fundamental” con movimientos de refugiados previos.
Señaló que lo más novedoso es la «respuesta distinta desde la Unión Europea (UE) que esta vez sí se han volcado a acoger a los refugiados” y consideró que “se ha vuelto a geopolitizar el asilo”, es decir, se garantiza ese derecho a “aquellos que los estados europeos perciben como más merecedores de obtenerlo”.
Para ella, “la UE se erige una vez más como garante de libertades y derechos ante un régimen autócrata e iliberal” y comparó el contexto actual con “la segunda mitad del Siglo XX” cuando el asilo se convirtió en un “medio de competición moral e ideológica”.
Mariano Beldyk, politólogo y autor de los libros “Refugiados” e “Isis en guerra”, también puso el acento en lo distintivo de la respuesta europea: “Las puertas de Europa se abrieron, cosa que no había sucedido con los sirios en 2015. Ahí hay razones políticas de fondo” y que un poco se vio reflejado en la cobertura que hicieron algunos medios», dijo.
Beldyk sostuvo que ciertas coberturas periodísticas tuvieron “una mirada con una doble categorización de los vulnerables, decían algo así como que los ucranianos no eran igual a otros éxodos humanitarios, ‘son parecidos a nosotros’ o ‘podríamos ser nosotros’”. Y agregó que en otras crisis los desplazados “son vistos desde el concepto de ‘los otros’, no del ‘nosotros’ y se destaca que son diferentes físicamente, en sus costumbres, religiones».
Son “personas prósperas de clase media, no están tratando de huir del norte de África”, señaló un presentador del canal de televisión Al Jazeera, otro de la cadena CBS News diferenció a los ucranianos de los africanos porque en este caso serían “relativamente civilizados, relativamente europeos”. Son europeos “con ojos azules y pelo rubio”, dijo emocionado un periodista de la BBC.
Garcés-Mascareñas consideró que los medios pusieron “de manifiesto que esta vez sí son refugiados bienvenidos y lo son no sólo por su necesidad urgente de protección internacional sino también en tanto que europeos, cristianos, ‘civilizados’ y de clase media”, dijo.
Okba Mohammad, periodista sirio residente en España, dijo a Télam que hay “racismo institucional” ya que a él le costó más de 2 años conseguir la condición de refugiado mientras que ahora a ucranianos se la otorgan en 24 horas. También mencionó la discriminación mediática: “Es triste que hablen de los refugiados con prejuicios y racismo, creo que esos discursos contribuyen a la normalización de lo que está pasando con los pueblos que han vivido y viven en guerras como Siria, Irak, Afganistán y Yemen”.
“Para algunos periodistas racistas, el sufrimiento de una persona rubia en Ucrania es una tragedia, pero el sufrimiento de una persona negra en África o en Medio Oriente es una buena historia para hacer una pieza periodística”, agregó.
Jokin Orozko coordinador en la ONGs Action for Education en campos de refugiados en Grecia dijo a Télam que los ucranianos son vistos desde los medios como “gente que son como vos y como yo, son cristianos, son eslavos, rubios y de ojos azules” y que “esto siempre es un plus” porque “el perfil racial siempre tiene que ver” entonces “se consideran refugiados pero de los buenos”.
Al igual que Mohammad, Orozko mencionó también cierta normalización de los conflictos y que se perciben a las personas de “Oriente Medio o de África que están buscando refugio” como algo que “es así de toda la vida” y “porque son de esa parte del mundo” -ironizó-. “La gente empatiza más ahora. Hay un doble estándar”, aseveró. Y destacó que “por mucho que haya habido acogimientos previos como por ejemplo en Alemania con los sirios, siempre hay una duda, una reticencia”.
Pero para los especialistas no se trata solamente de un fenómeno mediático sino que también forman parte de los discursos políticos como el del primer ministro búlgaro Kiril Petkov quien aseguró: “No son los refugiados a los que estamos acostumbrados. Esta gente son europeos”.
Garcés-Mascareñas explicó que “políticos y medios de comunicación han señalado también la proximidad cultural y social de aquellos que llegaban a UE” y que “la respuesta europea es profundamente distinta” y que se ha visto en los “países de Visegrado” (República Checa, Polonia, Eslovaquia y Hungría), que fueron contrarios a la recepción de refugiados pero ahora adoptan otra posición’”. También mencionó la discriminación en el punto de salida y que puede llegar a mantenerse “a la hora de acceder a la protección temporal dentro de la UE. Confirma los dobles estándares de Europa”.
Para Beldyk, afirmaciones como las de Petkov fueron también explotadas por el propio presidente Ucraniano, Volodomir Zelensky que en su “narrativa política de este conflicto” busca “generar empatía” y también “que Estados Unidos intervenga”.
Tanto Beldyk como Garcés-Mascareñas hicieron referencia a la Directiva de Protección Temporal, aprobada en 2001 pero que hasta el momento no había sido utilizada. Esta garantiza protección temporal de forma colectiva y hasta 3 años, es decir, se otorga el acceso a un conjunto de derechos.
El autor de «Migrantes» explicó que la Directiva data del 2001, “sin embargo, pasaron los 6.7 millones de sirios desplazados fuera de las fronteras del país en la década pasada y jamás se implementó, al contrario muchos países militarizaban las fronteras y hacían política con eso”.
“Lo que vemos a diario son noticias de muerte y desapariciones de migrantes. El dinero gastado por la UE es para fortalecer las fronteras”, dijo Okba Mohammad. En tanto, Orozko evaluó que existe “un poco la hipocresía” de parte de los líderes europeos porque las “potencias se disputan oriente medio pero luego no quieren lidiar con las consecuencias y se están externalizando las fronteras”.