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jueves, noviembre 21, 2024

¿Destruir ídolos o destruir valores?

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Ahmed Ramzy
Ahmed Ramzy
Ahmed Ramzy nació en El Cairo (Egipto) en 1979. Licenciado en Filología Española en la Facultad de Al Alsun, Universidad de Ain Shams (2001) y diplomado en Historia de Egipto, en El Cairo. Es guía turístico autónomo en su país desde hace más de veinte años. Autor del libro” El Puente” publicado por Editorial Circulo Rojo en Dic. 2018.

Muchos pensadores de todo el mundo llaman a la destrucción de los ídolos, y por ídolos se refieren a esas ideas arcaicas, que han sido muy reverenciadas, quizás por su antigüedad, con esto esperan que sus sociedades se desarrollen libres de lo que restringe su movimiento de una herencia milenaria. Yo mismo en un artículo anterior pedía que fuéramos a contra corriente, y quise decir lo mismo.  Por supuesto los pensadores, que llaman a destruir ídolos o ir a contra corriente, creen tener la razón en lo que piensan y que el bien y el progreso de las personas son el resultado de sus ideas.

Las preguntas aquí, por la que decidí escribir este artículo, serían: ¿cómo sabemos si esos ídolos que nos interesa destruir son realmente ídolos que deben ser destruidos para lograr el progreso?, o ¿si son valores, principios y símbolos que, al destruirlos, destruimos nuestra identidad y la base de la unidad de la sociedad? ¿Y si es un asunto relativo o es una idea absoluta en la que todos estamos de acuerdo?

Las sociedades orientales son en su mayoría sociedades conservadoras que valoran la religión y la ven como una guía de vida, y los miembros de esas sociedades en gran parte están de acuerdo con esos valores, que se han convertido de una forma u otra en un elemento unidad y un factor de la formación de su identidad que los distingue de otras sociedades.

Por otro lado, en Occidente, podemos ver valores más liberales y menos vinculados a la religión, valores como aquellos sobre los que se fundó la República Francesa, por ejemplo, valores como el laicismo, la libertad absoluta, y otros.

Por ejemplo, una persona de Occidente puede ver los valores orientales establecidos como ídolos que deben ser destruidos. Podemos encontrar allí a quienes llaman a la destrucción de los «ídolos» de Oriente. Son, según ellos lo ven, reaccionarios. Ideas a las que se adhieren los orientales y que deben ser descartadas para lograr el progreso, pero este discurso, que puede ser ampliamente aceptado, en Occidente no gozará de la misma aceptación que en Oriente, que ve en estos «ídolos» los valores a los que se aferra.

¿Qué pasaría si sucediera lo mismo, pero a la inversa, por ejemplo, que un pensador oriental apareciera llamando a Occidente a destruir sus “ídolos”? Así como Oriente tiene sus ídolos, Occidente también tiene los suyos, pueden no ser tan antiguos como los de Oriente, ¿pero gozan de una reverencia que puede llegar al punto de la santificación? Que los franceses, por ejemplo, se deshagan de los principios de la Revolución Francesa y los reemplacen con nuevos principios más modernos, o reemplacen ideas como el laicismo, por ejemplo, con otras ideas nuevas que son menos estrictas en el trato con la religión, ¿Occidente escuchará estas sugerencias y destruirá sus “ídolos” relativamente recientes? ¿O apreciarán esas ideas como auténticos valores occidentales?

La pregunta aquí es ¿quién puede determinar que estas ideas son valores que deben ser preservados, o que estos son ídolos que deben ser destruidos? Creo que la respuesta a esta pregunta ciertamente no es fácil, algunos creen que las buenas ideas sobrevivirán sin importar cuántas personas intenten destruirlas, El Corán por ejemplo dice: «Con ello Dios os expone un ejemplo para que sepáis diferenciar la verdad y lo falso: en cuanto a la espuma se desvanece rápidamente, y aquello que benéfica a los hombres permanece en la tierra (sin desvanecerse)»

Si este es el caso, entonces no hay que tener miedo, porque lo que es útil para la gente de las ideas, o al menos lo que la gente ve útil en ello, permanecerá por más que algunos intenten destruirlo. ¿permanecerán los valores y desparecerán los ídolos?

¿Quién sabe la verdad? ¿Y si la verdad es absoluta?, ¿estamos seguros de que tenemos razón en aquello a lo que llamamos a las personas? Entonces, ¿lo que es bueno para mí es bueno para ti?

¿Al que llama a la destrucción de los ídolos en una sociedad debe ser miembro de ella?, ¿debe de estar familiarizado para saber si realmente son ídolos?

Estas preguntas quedan planteadas, y yo personalmente no tengo una respuesta concreta para ellas, pero nosotros, como sabemos, la pregunta seguirá siendo siempre la mitad de la respuesta.

 

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