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sábado, noviembre 30, 2024

Fascinante Jane Bowles: “Dos damas muy serias”

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Las mejores mentes de aquella generación:

Una recomendación. Fascinante Jane Bowles: “Dos damas muy serias

El 31 de mayo de 1973 el Times publicó una necrológica:

“…Es de esperar que se la reconociera por lo que es: una de las mejores escritoras modernas de ficción en cualquier idioma. Hay que señalar al mismo tiempo que no es en absoluto el tipo de escritora que parece indicar la impresionante lista de admiradores que tiene de dentro del sistema establecido. Su obra no tiene que ver con la de ellos, destaca sola en la literatura universal

Hasta ahí el fragmento de la necrológica.

¿Cómo puede llegar a fascinar una persona tan inconstante, tan sometida a la duda y la indecisión, al sentimiento de pecado , de audacia casi suicida?. Puede ser que lo que nos impulsa a la fascinación sea el deseo de tener ese valor para abordar aquello que más nos atrae, aunque no lo aprobemos según los valores del paradigma en el que nos hemos desarrollado.

Encarnaba la inteligencia, el miedo, la audacia, la indecisión, el erotismo, el sexo, la religiosidad, el pecado, la fidelidad, también la fidelidad. Era el desorden, el caos, la simpatía, la delicadeza. Era tanto que lo abarcaba todo. De los labios o las plumas de pocas personas no salió algún elogio, porque aún aquellos a los que no agradaba su personalidad, muy pocos, reconocían su inteligencia, su chispa y su creatividad. Su singularidad.

Gore Vidal, que no le tenía mayor afecto, aun así consideraba que era la mejor escritora de ficción del siglo XX, pese a su breve producción.

¿ Cuál es el nivel de entendimiento de su literatura?. No es fácil comprenderla, pero nos debería bastar con acercarnos al relato de su vida, de su matrimonio con Paul, de sus amores con Helvetia Perkins, Cherifa, Tetum, Francés, Martha y otras tantas, para descubrir que el plano desde el que queremos valorar su obra, su vida y su matrimonio no es en el que generalmente nos movemos; apenas vislumbramos la cohesión de sus actos, la línea que trazó con su errática trayectoria. Su extraña conversión al catolicismo al borde de la muerte.

Cojita, la lesbiana judía” como le gustaba llamarse, solo quiso ser escritora.

En 1931, Jane Auer se cayó de un caballo y se rompió la pierna derecha. No curó bien y se le generó tuberculosis en la rodilla. Claire, su madre, deseando lo mejor para ella, la llevó a Suiza (Leysin) para que le terminaran de arreglar bien la pierna y resolvieran la tuberculosis. Pasó dos años en el sanatorio con un tratamiento de tracción, aunque la mayor parte de tiempo estuvo viviendo en Paris. Aprendió francés, estudió a Guide, Proust, Céline y Louise de Vilmorín. En 1934 volvía a Estados Unidos

De regreso a bordo del trasatlántico Champlain, sobre cubierta leía “Viaje al fin de la noche”. Un desconocido se le acercó:

–         Veo que está leyendo a Céline, le dice.

–         Es uno de los mejores escritores del mundo, contesta.

–         Céline, c´est moi

 

Jane y Céline pasaron gran parte del viaje juntos.

Cuando llegó a NY exclamó: “Soy escritora. Y quiero escribir”. Tenía una voz preciosa y excitante. Su expresión era enigmática. Jane encantaba a todos, aunque nadie sabía exactamente qué era lo que importaba de ella.

Tal vez fuera Ana María Matute, en Granada, quién dijo que la literatura era una aventura; por eso no se podía enseñar. Y es el magnetismo de la aventura lo que a veces nos lleva a adentrarnos más allá del libro y llegar a las orillas de quién lo escribe.

No es la primera vez que leo la novelita, supe de ella cuando leía a los beat, creo que fue en un libro de James Campbell, cuando aparece ante mí por primera vez el nombre de Jane Bowles como un personaje asociado a la generación beat, tal vez, y en ese contexto, como uno de esos secundarios que tan brillantemente nos cuenta Joyce Johnson, una novia ocasional de Kerouac , en una especie de novela sobre el mundo que arropó aquella generación.

Jane no era una beat, no en el sentido de grupo.

De ella, he leído algunos cuentos de los que leía cuando era pequeña, las narraciones de Martha Finley que influyeron en Jane de una forma contundente hasta el tremendo final de su vida. Esas lecturas conformaron su sentimiento de culpa por un pecado que nadie supo descifrar, también construyeron los cimientos de su perfecto combate entre el deber convencional y el convencimiento de su propia moral: siempre quiso crear su propio modelo de conducta; todo eso, tal vez toda ella nació entonces, con aquellas lecturas. He escuchado las canciones de Frances Williams, su adorada Frances Williams. A Jane le fascinaba esa mujer, hasta el punto de llegar a asaltarla en su propio hotel. Era una colegiala.

Fue osada, cobarde, miedosa, atrevida, vehemente, alocada, vanguardista, convencional, fanática religiosa y absolutamente decidida cuando le gustaba una mujer. En cierta ocasión le presentaron a un matrimonio en un elegante bar de NY. Ella, era una mujer provinciana y bonita. Pidió a Jane que le acompañara al baño, una vez allí Jane, sin mediar nada más le dijo:

“Voy a contar hasta diez y si no eres lesbiana, ¡lárgate como un tiro!

Tenía, cuando dijo eso, 18 años

Y se encontró con Paul Powles:

Fue en medio de una calle. John la Touche, libretista de óperas, quién acompañado de Erika Mann y Jane Auer, hicieron las presentaciones entre ambos; ella, por la noche escribiría: “Es mi enemigo”.

En la autobiografía de Paul, “Memorias de un nómada”, relata el encuentro tal y como sucedió, pero omite el poco interés que ella le prestó, lo que le pudo causar la sensación de que Jane no era precisamente una mujer interesante. Bastaron unos pocos días para que organizaran y realizaran un viaje a México.

Poco tiempo después se casaron.

Panamá fue el inicio de su viaje de bodas, el inicio de la novela, la construcción de tres personajes que iban a durar el resto de sus vidas, la señorita Goering, la señora y el Sr.Cooperfield. La novela recoge muchas de las impresiones de Jane, sus preocupaciones y sus temores también andan por ahí. La novela es toda ella.

Tras Panamá siguió París y más tarde México (1940), allí se inició otro de los hitos de su vida que también quedan reflejados en su novela, pero no en cuanto a la peripecia sino como imagen de la huella que le dejó . En la novela dice: “una vez estuve enamorada de una mujer mayor. Ya no era hermosa…” Se refiere a su paso por Taxco cuando conoce a Helvetia Parker y decidió seducirla. Pasaría siete años con ella.

Es difícil comprender, siempre desde nuestros parámetros, como se puede mantener una relación matrimonial de absoluta fidelidad y dependencia y a la vez ser la pareja de otra persona durante tantos años. Y de otras, y otra, y otra….

En cuanto a escribir, para Jane era una necesidad, pero a la vez una tortura que evitaba constantemente.

Podía pasar semanas y meses sin redactar una sola línea, siempre encontraba excusas o distracciones, la vida social, sus tortuosas relaciones amorosas, viajes, cualquier cosa que de alguna forma justificara la imposibilidad de sentarse frente a la máquina de escribir y rellenar un folio.

Y sin embargo lo hacía, escribía relatos, y logró escribir y representar una obra de teatro “El Cenador”. Tennessee Williams la animó, estaba encantado con la obra. La crítica no fue muy benevolente con ella. Tennessee por el contrario seguía encantado con la obra. Cuando se le preguntaba por ella contestaba: “Es el teatro el que no está preparado para esta pieza”. La función se hizo en tres ciudades distintas de los Estados Unidos, por supuesto en Broadway N.Y pero no llegó a las cien representaciones.

Tánger, Ceilán, Tánger de nuevo, NY, Tánger otra vez, mientras tanto España, Gran Bretaña, vuelta a México, inevitable Tánger. Durante los trayectos, bebiendo, enamorándose, riñendo, enfermando, riendo, llorando, escribiendo, sobre todo cartas, Jane moteo de ellas toda la geografía.

Pero fue Marruecos, Tánger concretamente, su destino, el territorio donde espiaría la misteriosa culpa hasta el final, donde buscaría la muerte como liberación, encontrando en una mujer extraña, Cherifa, la mano que la conduciría a la más absoluta de las desolaciones.

Capítulo aparte merece la historia de su relación con Cherifa, incluso de todas sus relaciones en el periodo tangerino, pero sería demasiado largo.

Me gustaría hablar y hablar sobre ella pero extenderse sobre la vida exagerada de Jane e intentar comprender el magnetismo que engendraba sobre quién se pusiera por delante, o su atípica relación matrimonial con Paul, es una tarea que nos conduciría a romper con las columnas que soportan nuestras zonas de confort ético y moral.

La recomendación

Elección, culpa, sexo: “El cielo protector”. Nunca hubiera podido escribir esa novela de no existir Jane, de no haber escrito ella previamente “Dos damas muy serias”, nos cuenta Paul.

Quién es ella en el “Cielo protector”, quién él, cual el pecado, la traición, el castigo. Todo lo que acontece está impregnado de sus vidas, como en “Dos damas muy serias”, porque toda esa novelita es, como dije, ella en sus esencias y comportamientos.

Tardó años en escribirla, en realidad fue la segunda, la primera lo hizo en francés después de volver de Suiza, pero esa no cuenta, alguien dijo que era un delicioso experimento.

“Dos damas muy serias” es una novela de carácter autobiográfico, pero no desde el punto de vista de narración de una vida, sino que Jane está presente en toda la obra. Paul decía de Jane que era como una elipse, disponía de dos focos y se representaba en una perfecta excentricidad, en la novela esos focos son la Srta. Goering y la Sra. Copperfield, no son dos caras de una misma moneda, es una misma moneda elíptica de una sola cara. Pero también se puede tomar como una premonición o bien como el proyecto de autodestrucción que ejecutaría con su propia vida, una autodestrucción liberadora del pecado secreto, de su culpa.

Tardó cinco años en escribirla, apareció en 1943, Jane murió en 1971, tras catorce años de deterioro constante; Málaga fue testigo de la decadencia física de Jane. Tánger no disponía de clínicas de confianza y Málaga las tenía mejores. Murió en la clínica del Ángel y está enterrada en el cementerio de San Miguel.

Panamá, NY, y Staten Island son los escenarios de la novela, bueno Staten Island no exactamente, sin embargo, fue lo que inspiró la casita de la isla de la Srta. Goering. En Staten Island, los Bowles estuvieron residiendo durante algún tiempo. Cuenta su biógrafa, Millicent Dillon, que la casa y el lugar eran casi exactamente como los describe en la novela, también ella, Jane, como la Srta. Goering, salían a menudo a la ciudad.

Por supuesto que en algún momento abandonó a Paul, como la Sra. Copperfield lo hizo con su marido; Jane se fue de México con Helvetia Perkins y como la Copperfield con Pacífica se instalaron en NY.

La novela, en su construcción, es como una pieza de jazz, repeticiones y vueltas al mismo tema, incluso hay ocasiones en que casi escribe las mismas frases. Algún recuerdo nos debería traer de “Los subterráneos” de Kerouac.

Es interesante escaparnos por la puerta de atrás del confort de aquello que comprendemos con absoluta claridad. No es que sea difícil hallar en esas damas tan serias algo así como la habitación de Virginia Wolf, pero el texto difiere en la construcción y el propósito de lo que solemos encontrar en los que con más asiduidad frecuentamos. La novela no es un reto a la comprensión, pero sí lo es a la reflexión, sobre todo teniendo en cuenta el momento de la creación y a su creadora, de la que he intentado, con brocha gorda, esbozar.

 

Manuel del Castillo

Alhaurín de la Torre diciembre 2021

 

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