¿El Gasto Militar en los PGE es real? Mucho nos tememos que no.
Por Enrique Quintanilla Alboreca y Ovidio Bustillo García
Después de los típicos tira y afloja parece que el próximo 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, se van a aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el 2022 elaborados por el “Gobierno más progresista de la historia”. En lo que a nosotras nos ocupa, nos fijamos primero en lo que se va a destinar al Ministerio de Defensa, que asciende a algo más de 10.000 millones de euros.
¿Pero es este el Gasto Militar real? Mucho nos tememos que no. En cuestiones militares, las cuentas nunca están claras.
Hace unos días han salido dos informes realizados por personas y colectivos muy profesionales que nos demuestran que los gastos reales son mucho, pero mucho mayores.
Uno de cada cinco euros que invierte la Administración central tiene una finalidad militar
El Informe nº 50 del Centre Delàs, titulado El gasto militar real del Estado Español para 2022 elaborado por Jordi Calvo, Xabier Bohigas y Quique Sánchez Ochoa, lo cifra en 22.796 millones de euros, “un 124% más de lo que asigna el Ministerio de Defensa, lo que supone un récord histórico y un crecimiento del 5,75% respecto al año anterior”. Y continúa: “Este incremento se explica en parte por el aumento del 16,2% en las inversiones en armamentos, que alcanzan los 4.581,5 millones, lo que supone que uno de cada cinco euros que invierte la Administración central tiene una finalidad militar”.
En otro informe Juan Carlos Rois, uno de los mayores expertos en analizar y profundizar en los PGE desde un punto de vista antimilitarista, afirma que el Gasto Militar “alcanza de facto la escalofriante cifra de 22.256,33 millones de euros, que llegará a alcanzar los 31.168,34 millones de euros una vez se añadan las partidas que de manera habitual se han venido agregando a la ejecución final del presupuesto de Defensa, que incomprensiblemente siempre falla y se calcula entre un 35 y un 50% menos de lo que finalmente se gasta”. Como muestra, este recentísimo botón, de hace apenas unos días: casi 2.000 millones de euros más para comprar armas.
Ambos documentos nos llevan a algunas conclusiones preocupantes, de la que descolla una, incontestable: el Gasto militar es deliberadamente opaco.
La falta de rigor en las cuentas del Ministerio de Defensa sería inviable en otros ministerios. La ocultación de Gasto Militar mediante el truco de incorporarlo a otros ministerios da cuenta de la mala conciencia que deben tener políticos y militares para camuflar más de dos tercios del gasto real y la falta de argumentos convincentes para justificar semejante despilfarro en las necesidades de defensa cuando no hay enemigo de quien defenderse.
Gobierne quien gobierne, el gasto militar lo defienden
Pero lo cierto es que las políticas militares de los sucesivos gobiernos de derecha e izquierda, en cuanto a Gasto Militar se refiere, no tienen ni siquiera matices diferenciadores. Gobierne quien gobierne, el gasto militar lo defienden. Sube, sube siempre, y el intervencionismo en países que ningún daño nos hicieron, también. Los costosos programas de armamento no tienen contestación en el parlamento ni se conocen disensos en su opaca comisión de Defensa.
Sangría de recursos y empobrecimiento general
Los Programas Especiales de Armamento suponen una sangría constante de recursos con la excusa de la modernización del ejército, tarea que llevan los sucesivos gobiernos intentando sin conseguirla, porque no es un objetivo, sino un medio, para seguir dando protagonismo y recursos al complejo político-militar-industrial con puertas giratorias bien engrasadas e intereses entrelazados. La tela de araña de este complejo tiene como rehenes a los trabajadores de la industria de armamento que tienen que elegir entre el pan para su familia, construyendo armas que llevarán el hambre y la muerte a inocentes, o quedar en el paro en regiones deliberadamente militarizadas. Según el Centre Delàs estos programas han supuesto un gasto de 51.644 millones de euros, y han generado una deuda que, a juicio de Rois, alcanzará los 43.000 millones de euros, contando con que solo el gasto militar incorporado a otros ministerios asciende a 22.256,33 millones de euros y con que cada año la ejecución final del presupuesto de Defensa siempre falla y, un año tras otro, calcula entre un 35% y un 50% menos de lo que gasta.
Todo presupuesto es limitado. La elección de la inversión nos da cuenta de las prioridades y los objetivos de cada gobierno. Lo que se invierte en mantener un costoso ejército y equiparlo con armamento de moda no se invierte en sanidad, educación, pensiones, investigación civil o acabar con las colas del hambre. El hecho de que uno de cada cinco euros que invierte la Administración central tenga finalidad militar nos da buena cuenta de las prioridades del Gobierno y del enorme coste de oportunidad que supone no disponer tales recursos para fines sociales. Estos presupuestos nos alejan del cumplimiento de los objetivos de la agenda 2030 y de avanzar en una transición ecológica que la propia actividad militar hipoteca. En aras de una seguridad militar que nadie amenaza, el gobierno sacrifica las necesidades básicas de millones de personas, negándoles el acceso a una seguridad humana hipotecada y que impide una vida digna.
Militarización progresiva de la vida civil
El hecho de que el gasto oculto del Ministerio de Defensa duplique al gasto oficial demuestra que la mayoría de los ministerios, comunidades, ayuntamientos y otros organismos oficiales están parasitados por el militarismo. Además de la militarización de una parte de la economía, los cada vez más frecuentes convenios del Ministerio de la Guerra con universidades y Ministerio de Educación nos muestra su infiltración en la investigación y la cultura. La militarización llega también a la banca, que al parecer saca también buenos réditos financiando la fabricación de armamento, incluso de armas nucleares, que sin su ayuda no podrían fabricarse. Uno de los hechos más relevantes que muestra la militarización de la vida civil es la UME (Unidad Militar de Emergencias), no tanto por su volumen de trabajo, según algunos expertos escaso y de baja calidad, sino por la enorme propaganda que supone para lavar la cara a un ejército que solo sabe comportarse ante las cámaras. El hecho de que sigan reclamando militares como rastreadores es una demostración palpable de una de las máximas de Desarma Madrid: sobran militares y falta personal sanitario.
¿Cuánto se gastará en 2022 el gobierno en tener contento y engrasado el Ministerio de la Guerra? Quizá lo podamos saber dentro de 50 años cuando se desclasifiquen sus papeles secretos. Mientras tanto, lean, sumen gastos, investiguen… pero, eso sí, con cuidado, que al honor militar español seguro que tampoco le gusta que se aireen sus vergüenzas. Recordemos a Julian Assange o a Luis Gonzalo Segura.
Que sigan reclamando militares como rastreadores es una demostración palpable de una de las máximas de Desarma Madrid: sobran militares y falta personal sanitario
No es tan importante la cantidad exacta que sea lo que supone el Gasto Militar real del Estado español. Esa la saben en el Gobierno. Lo más significativo es la ocultación en otros ministerios, algo que se ha hecho siempre, pero que el gobierno más progresista no debería consentirlo. ¿O es que siente vergüenza de que se sepa la cantidad real invertida?