POR ALFREDO FOLLONIER
Pasadas las horas de alegría, el presidente electo de Chile, Gabriel Boric, ya piensa no sólo en el armado del gabinete que lo acompañará a partir de marzo de 2022, sino también en los desafíos que tiene por delante para cumplir su plan de Gobierno ante la trama de alianzas que tendrá que urdir para poder gestionar un país fragmentado y socialmente desigual.
«Hay plena conciencia, absoluta conciencia, de manera unánime dentro de nuestra coalición de que no basta tan solo con Apruebo Dignidad hoy para poder cumplir todos los desafíos que nos hemos puesto y que el pueblo de Chile, a través de una maciza y contundente votación en segunda vuelta», explicó esta semana el diputado y coordinador político de la campaña de Boric, Giorgio Jackson, en referencia a su coalición de izquierda.
Al joven presidente electo lo espera un Senado con las fuerzas políticas virtualmente empatadas y una Cámara de Diputados muy dividida entre distintos partidos y con estrechas diferencias. También estará en minoría en la Convención Constituyente, un órgano que será clave durante su mandato y que esta semana lo recibió con abrazos y alivio de sus autoridades.
«No queremos una Convención Constituyente partisana, al servicio de nuestro Gobierno», les prometió, luego que el órgano chocara en varias oportunidades con el presidente saliente, Sebastián Piñera.
Boric, de solo 35 años, está identificado con muchos de los reclamos políticos, económicos y sociales que dieron origen a la convención que buscará reemplazar a la Carta Magna de la dictadura, pero está lejos de controlar una mayoría estable en el pleno, que aún hoy parece muy difícil de construir.
El desafío inevitable en esta coyuntura, coinciden los expertos, es que deberá sentarse a negociar bajo fuertes presiones, no sólo con la amplia coalición que lo llevó al poder (que abarca desde partidos de centroizquierda al Partido Comunista), sino también con algunos de sus adversarios.
Él lo sabe y, en su discurso tras el triunfo ya adelantó que los avances requerirán grandes acuerdos.
«Los avances van a requerir acuerdos amplios, no queremos desbarrancarnos ni arriesgar lo que cada familia ha luchado con su esfuerzo«, afirmó ante cientos de miles de manifestantes que aplaudieron su victoria.
Llegar a acuerdos con otros sectores políticos será clave para avanzar en su agenda transformadora, que necesitará la aprobación de importantes reformas legislativas.
Al mismo tiempo, deberá mantener el apoyo de la coalición que lo llevó al poder, tarea que no parece fácil si se considera que para llegar a La Moneda tuvo que sumar en el balotaje los votos de fuerzas políticas de la centroizquierda que por años fueron blanco de sus críticas.
Boric, cuya coalición de izquierda Apruebo Dignidad es una alianza de alianzas en la que se destacan el Frente Amplio y el Partido Comunista (PC), «debe mantener una coalición alineada alrededor de su proyecto», dijo a Télam el abogado constitucionalista Javier Couso, de la Universidad Diego Portales.
Se trata de una alianza que ahora deberá trasladar a la gestión lo que hasta el domingo tuvo un espíritu electoral: el de impedir que el pinochetista José Antonio Kast llegara al Gobierno.
Su primera prueba de fuego será la formación del gabinete que, según adelantó Boric esta semana, tomará como un mes, aunque se da por hecho que haya miembros de su círculo íntimo, compuesto completamente por compañeros de sus años de lucha estudiantil.
No es la primera vez que una ambiciosa coalición multipartidaria llega al poder en Chile. Ya sucedió con el segundo período presidencial de Michelle Bachelet (2014-2018), pero todo aquello ocurrió antes de la fragmentación política que invadió Chile luego del estallido social de 2019.
«Uno de los grandes riesgos es que al estar al mando de una coalición tan heterogénea como fragmentada, Boric se transforme en un general sin tropas», afirmó el sociólogo Andrés Scherman, investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), citado por la cadena de noticias BBC.
De hecho, la Democracia Cristiana -el ala más conservadora de la exConcertación- advirtió hace algunas semanas que le daba el voto a Boric, pero que después de las elecciones se transformaría en un partido opositor a su Gobierno.
Y, por otra parte, si las fuerzas más radicales -como el PC- consideran que Boric está haciendo demasiadas concesiones podrían quitarle el apoyo.
Según Couso, Boric debe lograr persuadir al PC de tener una actitud colaborativa con el Frente Amplio, por lo que necesita integrar a todos los partidos de la coalición Apruebo Dignidad para la confirmación de su futuro de gabinete.
Una tercera relación fundamental será la que Boric establezca con el empresariado. Quienes manejan los grandes capitales están a la espera de definiciones y el día siguiente a su triunfo, la Bolsa de Santiago cayó y el dólar tocó un récord histórico.
Para Couso, Boric cuenta con partidarios bien preparados para el puesto clave de Ministerio de Hacienda, pero carecen de la experiencia necesaria para tomar las riendas de la principal cartera en materia económica del país: «Probablemente va a requerir el nombramiento de una figura con mayor experiencia en la administración pública, pero el desafío real es que sea alguien que esté verdaderamente comprometido con las transformaciones».
Al mismo tiempo, para llevar a cabo su ambicioso programa de reformas, Boric necesitará mucho dinero y los pronósticos coinciden en que, como en buena parte del mundo, en Chile se avecina un «freno económico».
El crecimiento podría estar en torno al 2% el próximo año, según el Banco Central, pero podría bajar incluso hasta cero en 2023.
Con pocos fondos en las arcas fiscales tras una gigantesca inyección de recursos públicos para enfrentar la pandemia, el camino es complejo.
Y pese a que el Banco Central ha subido sostenidamente las tasas de interés para tratar de controlar una inflación disparada de 6,7% interanual, su nivel más alto desde 2008, es probable que en 2022 el país siga enfrentando presiones inflacionarias.
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