Por Jesús Ramírez Rodríguez
En todo el país ha habido manifestaciones para denunciar la Ley de Convivencia Universitaria y la Ley Orgánica del Sistema Universitario. Estas movilizaciones han sido de estudiantes y se suman las críticas de los sindicatos de los trabajadores de la educación a estas normas. Los estudiantes y los jóvenes en general siempre hemos sido una fuerza revolucionaria para el cambio social: ¿Qué supone en realidad todos estos cambios? Vamos a ver en los hechos la situación.
Estas nuevas normativas derogan de facto la Ley Orgánica de Universidades y la ley franquista del Reglamento de Disciplina Académica. Es algo necesario y las nuevas normas que vienen tienen una parte positiva.
Con la LCU actual, se establece una comisión superior al que el estudiante puede apelar y se prioriza la mediación frente a la sanción. Así como el tomar medidas contra el acoso y una serie de garantías que la RDA no tenía en cuanto a las manifestaciones y que provocó que muchos estudiantes hayan perdido el derecho de matrícula o incluso la expulsión por manifestarse. En cuanto a la LOSU no se da avances en materia estudiantil, pero sí en otras áreas relacionadas con el profesorado y otros trabajadores de la universidad limitando la temporalidad o los profesores asociados. Estos aspectos y cambios son justos y hay que defenderlas, pero el interés que recorre estas medidas no es en beneficio de la mayoría.
La polémica estalla aquí. Las enmiendas de ERC y Unidas Podemos han roto el consenso en la LCU porque impiden que se desarrolle un marco común y se mantiene un sistema sancionador frente a la mediación a la hora de resolver conflictos. Con ello se imposibilita dar pasos en conseguir corregir la desigualdad que tienen los estudiantes actualmente.
“Si esto anterior provoca desacuerdos porque se entienden los derechos estudiantiles como un juego político, el origen de la Ley Orgánica del Sistema Universitario no hay que buscarlo dentro de la universidad, sino en los intereses de grandes bancos y multinacionales.
La LOSU es un paso más en la privatización y pérdida de democracia interna en las universidades en favor de grandes multinacionales y bancos. Ya no solo en las medidas, porque no se habla de mejora de las becas ni primera matrícula gratuita, exigencia histórica de las asociaciones estudiantiles, sino en la reducción importante en la representación estudiantil en los órganos decisorios. A su vez, en otro aspecto importante, está la entrada del patrocinio privado de forma más abierta.
Esto no es nada nuevo, desde hace más de 25 años el Banco Santander está presente en la educación superior y han invertido en programas. Es hasta tal punto que podemos ver en los campus universitarios —en aquellas ciudades que lo tengan— una sucursal del banco Santander dentro del campus.
El primer paso de privatización y poner la universidad pública al servicio del gran capital fue con el Plan Bolonia en el que la universidad española se integra como subsidiaria de los grandes centros universitarios y grandes multinacionales. Abriendo paso a que los grandes fondos aumenten su inversión en las universidades y todo lo que eso conlleva. Se impartía las clases bajo los intereses de esos grandes multinacionales y fondos
Y el último paso que están dando ahora mismo es con la LOSU. Cuando el año pasado muchas asociaciones criticaron al ministro de universidad por su inacción, este año da un giro importante en su actividad. Igual que Bruselas exige para toda la sociedad una reforma de las pensiones para recibir las ayudas, para la universidad también impone exigencias.
El objetivo de este último está en dar un salto más lo que ya se inició con el Plan Bolonia. En este caso, aplicado a modo de chantaje con la amenaza de no recibir las ayudas.
No podemos plantearnos un modelo de educación nacional, científica, democrática y al servicio del pueblo si se aplica las presiones que hace Bruselas. Debe ser la propia comunidad educativa quienes decidan como debe regirse la educación en todos sus niveles, en este caso la educación superior.
Para eso es importante la unidad de toda la sociedad y que no nos líen. Los hilos vienen desde fuera en beneficio del gran capital financiero y depende de la lucha de todos para poder desactivar este chantaje.