Tal como dice el proverbio latino del título “la ley es dura, pero es la ley”. Las leyes en España son objeto de convulsiones, dando la impresión de que es algo que no se puede manejar bien, que es fuente de modificaciones y que da hasta terror iniciar alguna profesión que tenga que ver con ellas. No se sabe entonces si es dura por su crudeza o por su dificultad. Pero a Montserrat Martínez, periodista, le apasiona la ley; lo jurídico, de hecho. Es dura, pero le encanta.
Las 12:45 de reloj. El Aula Magna de la Facultad de Ciencias de Comunicación, de la Universidad de Málaga, algo llena. No sorprende que la charla se esté alargando. La gente está atenta y ríe desde sus butacas con las ocurrencias del protagonista. Una profesora va de un lado a otro con un micrófono dando la palabra a algunos curiosos. Todo se retrasa algo más de 20 minutos.
Finalmente, la charla da comienzo sobre las 13:15. En el intercambio hay personas que empiezan a irse. Dos mujeres se abrazan, dando a entender que hace mucho que no se ven. Tras el paso de Luis Guijarro, director de una agencia de Comunicación sobre el periodismo ambiental, llega Martínez.
“No tenemos mucho tiempo así que iremos resumiendo —dice su presentador—. Hoy está con nosotros Montserrat Martínez, es periodista de Sucesos y Tribunales en la agencia EFE y ha cubierto casos que todos conoceréis como el Caso Malaya, el de Isabel Pantoja o el caso de Julen”.
Allí está sentada, de pelo rubio, con una chaqueta color beige. No se alcanza a ver sus ojos desde la lejanía.
Martínez, de voz segura, comienza hablando sobre aspectos fundamentales del periodismo tales como verificar correctamente la información a través de varias fuentes, salir a la calle a por la información y tener ganas de conseguir lo que uno se proponga que, si bien son repetitivos, no dejan de ser ciertos.
Pero algo llama la atención y es la autocrítica que puede hacer del gremio. Explica cuánto le molesta que haya medios que no traten bien la información, que hablen con términos erróneos y que a veces, dejándose llevar por la presión social o por su creencia, escriban mal titulares o informaciones sin tener en cuenta a los jueces o sus pleitos.
“La diferencia entre un buen periodista y uno malo es que el buen periodista no se queda en la sentencia. Hay víctimas que necesitan contar su historia”.
El periodista especializado en Tribunales tiene una gran responsabilidad. Según Martínez, los periodistas deben saber que cuando llega a sus manos una sentencia, un auto o cualquier otro material, deben protegerlo ya que es un material muy sensible.
“Podemos hacer mucho daño a la gente si no sabemos cómo tratar esta información”.
La periodista quiso dar alas a los estudiantes sobre cómo empezar en la profesión, una etapa en la que la obtención de fuentes y la confianza con ellas es vital: “Un buen periodista es el que tiene buenas fuentes. Hay que cuidarlas; crear confianza. No son un pañuelo de usar y tirar”.
La sala se iba quedando cada vez más vacía, a pesar de que Martínez soltaba retazos de realidad que todos deberían que oír.
«Salid a la calle, obtened y contrastad información, buscad la veracidad y no el morbo. No podemos prejuzgar. Hay gente condenada socialmente antes de que haya pasado nada. Eso no me gusta».
«La diferencia entre un buen periodista y uno malo es que el buen periodista no se queda en la sentencia»
Al término, ocurre algo interesante y es su visión del caso Dolores Vázquez. Fue doloroso, pero según la periodista, los medios solo publicaban lo que decían los expertos.
Independientemente de quién tuviese mayor culpa, Martínez ya había descrito un derecho y obligación que todo periodista, de Tribunales o no, debe atender: “Hay víctimas que necesitan contar su historia”.