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Crisis en Afganistán: ¿quiénes quedan cuando las cámaras se van?

Crisis en Afganistán: ¿quiénes quedan cuando las cámaras se van?

Las redes se poblaron de mensajes en defensa de la sociedad civil, los medios de todo el mundo pusieron su ojo sobre el país de Oriente Medio y los testimonios de decenas de líderes globales fueron reproducidos una y otra vez. Pero ahora que las cámaras empiezan paulatinamente a desmontarse y la noticia se apaga en las repetidoras, ¿quiénes quedan en Afganistán?

El conflicto de Afganistán es la punta de iceberg de un drama político, social y sanitario que ya lleva más de cuarenta años. Pero el recambio en el Gobierno ocurrido en agosto de este año ha dejado en evidencia el desamparo que sufren cientos de miles de personas que buscan escapar de la guerra para desarrollar su vida en paz.

Desde enero de 2021, 635.000 personas se vieron forzadas a huir de sus hogares debido a la violencia y a la inseguridad que atraviesan al país. Se prevé que esta cifra continúe creciendo en las próximas semanas: 120.000 afganos se habían refugiado en la provincia de Kabul, la capital, que ha sido tomada por los talibanes y ha provocado la caída del Gobierno, abriendo una nueva etapa de conflictividad social y política que ha puesto en vilo al mundo.

La escalada de violencia ha alcanzado límites tan peligrosos que el país ha sido catalogado como el menos pacífico del mundo. Además, Afganistán es una de las zonas del planeta más expuestas a desastres naturales y sus largas sequías afectan actualmente al 80 % de la población. Los desastres naturales y las consecuencias generales del cambio climático son uno de los principales detonantes de las migraciones forzadas, obligando al desplazamiento a cientos de miles de personas cada año.

Al dramático presente político, social y ambiental de Afganistán se suman las repercusiones de la pandemia de Covid-19: según las últimas informaciones, nueve millones de personas han perdido sus principales medios de vida a causa de la recesión económica originada en la cuarentena obligatoria.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) permanece en el país asistiendo a 3.5 millones de afganos que han tenido que abandonar sus hogares pero no cruzaron las fronteras internacionales. Se trata de los desplazados, que debieron dejar sus casas y pertenencias para escapar del asedio de grupos armados y ahora se encuentran sobreviviendo en condiciones precarizadas, sin acceso a agua, alimentos, ropa ni refugio. En este contexto, según el Banco Mundial, el 45 % de las personas en Afganistán padece desnutrición.

Gracias al aporte financiero de miles de socios alrededor del mundo, ACNUR continúa proporcionando alimentos, refugio, artículos de higiene y ayuda de emergencia para cubrir las necesidades más básicas de los afganos. En este marco, la ONG formuló un llamamiento adicional para cubrir la emergencia en Afganistán que asciende a 62.8 millones de dólares y que cubrirá el periodo de julio a diciembre de este año. El plan de respuesta priorizará las necesidades de las más de 500.000 personas desplazadas en Afganistán y la preparación de la respuesta en los países vecinos ante la inminente llegada de refugiados.

Este llamamiento especial se adjunta al presupuesto global para cubrir toda la operación de Afganistán, que asciende a 369 millones de dólares. Según información provista por ACNUR, al 22 de agosto faltaba el 56 % de los fondos para poder dar una respuesta a la emergencia.

El 80 % de las personas desplazadas en el territorio afgano son mujeres y niños, especialmente vulnerables en el emergente escenario de convulsión social y política. Al respecto, el Secretario General de la ONU, António Guterres, se ha manifestado preocupado por las crecientes violaciones de los derechos conquistados por estos grupos durante los últimos años. “Es fundamental que se protejan los derechos adquiridos con tanto esfuerzo por las mujeres y niñas afganas”, ha enfatizado.

Pese a la salida de los representantes diplomáticos de numerosos países, los equipos de trabajo de ACNUR continúan en territorio afgano, asistiendo cada día a hombres, mujeres y niños que huyen de la creciente espiral de violencia armada. Cuando las cámaras se vayan, no debemos dejarlos solos.

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